El motivo constructor de esta novela de Droguett hay que aceptarlo sin paliativos, sin melindres ni repudios de la lógica: Bobi es un niño con patas de perro. Y, así, Bobi habrá de librar dos batallas: una, propia; circundante la otra. La propia: la pugna entre su mitad-niño y su mitad-perro, la definición de su identidad. La circundante es casi obvia y viene dada por su condición de ser anómalo-monstruoso. Me refiero al rechazo, a la proscripción a que es sometido por quienes le rodean. Bobi será siempre un desencadenador de reacciones de defensa, de exclusión y de segregación. Es un marginado. Ese carácter de "distinto" que exhibe como emblema el niño-perro hace que, de alguna manera, sus peripecias y andanzas en un mundo normal y cotidiano apenas adquieran trascendencia. Lo que importa —y a ello apunta Carlos Droguett— es que él mismo se ha convertido en un símbolo, en una alegoría. La historia de Bobi-patas-de-perro es —en definitiva— una parábola.
Bobi viene a ilustrarnos la realidad de un mundo que teme el desmoronamiento de sus defensas ante un hecho que estremece lo cotidiano, lo normal y lo establecido. Este niño-perro es un absurdo, pero un absurdo peligroso: "Lo terrible es ser distinto, lo peligroso es ser distinto". Y para él serán entonces la sospecha y la hostilidad, los malos tratos y la burla —"es que eres distinto y eso es lo que ellos no te perdonan; tienen miedo, miedo de perder su propia seguridad"—; está abocado al acoso y a la inmolación. Ante el caso de Bobi es inmediata —y es obligada la alusión— la asociación con el Gregorio Samsa de Kafka. Sólo que el personaje kafkiano se debatía en la angustia de no poder comunicarse, y el de Droguett viene a ser un chivo expiatorio acorralado por aquellos seres que quieren eliminar lo que presienten diferente.
Pero Bobi tiene un compañero. Es un hombre que lo recoge y lo cuida. Que lo ama y hace suyas las heridas y las vejaciones. También es un ser marginal, alguien que no tiene plaza en el ordenamiento social. El mismo nos lo dice: "Soy como tú, ambos somos distintos, sólo que en ti es evidente". Y ambos no están solos. Con ellos viene —en ellos las concreta y personifica Carlos Droguett— un coro de voces. Unas voces "mesuradas, cansadas, dignamente cansadas y encallecidas, avanzando en olas, en tímidas, potentes, suaves y prometedoras olas, venían desde muy lejos, desde 1939, desde la guerra civil española, desde la campaña presidencial del año 20, desde las primeras matanzas de obreros en Iquique, en Valparaíso, en Lonquimay...". Si, son incontables los maldecidos.
La escritura elegida para contarnos esta parábola sobre marginados insiste en esa atmósfera acuciante a que son sometidos Bobi y su compañero. Droguett alterna los monólogos del hombre y del niño-perro, suprime los puntos y aparte, y abundan los fragmentos sin puntuación. Escritura atropellada, a borbotones, que nos asalta a veces asfixiante y reiteradora. Con ella se nos pregunta si —en última instancia— no seremos todos unos marginados deambulando en un mundo obtuso y alienante.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Una parábola sobre marginados
Carlos Droguett, Patas de perro. Seix Barral, Biblioteca Breve. Barcelona, 1979
Por Sabas Martin
Publicado en Revista Triunfo, España, N°863, 11 de agosto de 1979