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Relectura de "Eloy", de Carlos Droguett

Por Luis Iñigo Madrigal
Publicado en La Nación, 14 de mayo de 1972


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Publicada por Seix Barral, en 1960, Eloy, de Carlos Droguett, suscitó el elogio unánime de la critica y, lo que es más, la atención de los lectores criollos sobre su autor, hasta aquel entonces más leído, o al menos más admirado, en el extranjero que en su propia patria.

Doce años después, Editorial Quimantú ha publicado, como obra inaugural de su Colección Cordillera, una reedición de la ya famosa obra de Droguett (Eloy, Quimantú, 1972, 125 pp.). Su relectura no es tiempo perdido: muy por el contrario; frente a la imagen conservada desde hace una docena de años (Eloy como la historia de un bandolero, cuyo nombre da título a la obra, ofrecida a través de una narración constituida, fundamentalmente, por un largo monólogo interior del bandido que ve acercarse, en forma inexorable, el momento en que la autoridad que lo busca dé cuenta de él) esta nueva lectura ilumina, de alguna manera, la estructura interna de la novela, su retórica; más aún su vinculación con la obra total de Droguett.

Los primeros párrafos de la obra dan ya ciertos indicios: "Es en la noche, hacia la medianoche tal vez, en medio del campo, está despierto, completamente despierto..." y líneas después: "Cuando vengan para matarme, vendrá uno solo, algún amigo traicionero, un pariente de la Rosa, Sangüesa tal vez, el feroz y cobarde Sangüesa"; y aún en la primera página (p. 7 de esta ed.) "... acariciaba con suavidad, con una firme y casi hiriente suavidad el cuerpo, la madera, la dura y tensa y firme y suave y salvaje madera de la carabina". Se trata sin duda del recurso que la retórica llamaba 'amplificatio' en dos de sus cuatro posibilidades: el 'incrementum' (el nombrar el objeto que se amplifica por medio de una designación lingüística que asciende gradualmente) y la 'congeries' (la acumulación de términos y oraciones sinónimos).

Pero la amplificación, como "intensificación preconcebida y gradual de los datos naturales mediante los recursos del arte'', tiene a su servicio no solo los medios de la 'elocutio' (que, como diría Cicerón, suministra "el ropaje lingüístico" de las ideas en el discurso) sino también los de la 'inventio' (el encuentro o hallazgo de las ideas). También en este sentido Eloy se construye a través de sucesivas amplificaciones. La acción desde la que se narra ocupa apenas algunas horas (quizás desde la medianoche hasta el amanecer) pero a través de distintos recursos (monólogos interiores, locución vivida, pero también narración objetiva) se reconstruye la vida total del acosado bandido. El proceso épico que permite tal reconstrucción obra, a través de la corriente de la conciencia, por medio de sucesivas amplificaciones.

El recuerdo de su primer asesinato, de su iniciación en el delito, surge así "Bonitos los zapatitos amarillos del Toño, dijo con alegría. acordándose, pero temeroso al mismo tiempo y no pensando sólo en ellos. Yo los hacía mejores, suspiró, recordando sus lejanos años del taller y deseando no recordar más, pero veía siempre el cuchillo cortando el cuero y allá en el pasadizo correr apresuradas las botas relucientes de los carabineros" y después como, casi casualmente, tal vez por defender a un amigo, comete el primer asesinato e inicia su largo huir de la justicia. Este recuerdo es un motivo recurrente que se entremezcla a cada instante en sus pensamientos, que surge y vuelve constantemente, junto a cualquier otro.

El segundo de los motivos recurrentes de la historia de Eloy, surge también a través de un recurso semejante al anterior: "A sus pies, a dos o tres pasos, crepitaba el persistente resonar de un grillo, un ruido claro y rumoroso, como de vidrio, como de nieve y frío, como el viento del otoño entre los árboles, mientras la música atraviesa los carruajes entre los zapatos y las medias que se cruzan y crujen en los bancos, en la penumbra, como la voz de alguien que te está llamando y se ríen adentro, en el dormitorio, junto a la radio encendida... No quisiera pisarlo, reventar este cantito se decía y ¿te acuerdas, Eloy, cuando hace ocho años, atravesando otros potreros..." Surge así el segundo de los motivos recurrentes de la obra. Aquel que permite saber cómo, también en un hecho sangriento, Eloy encontraría a la mujer que habría de acompañarle por muy largo tiempo.

Pues bien, ambos recuerdos (el del primer delito, el del encuentro de la mujer) se introducen mediante un recurso que, casi sin esfuerzo, puede asimilarse a la 'comparatio', otro de los cuatro géneros de la amplificación. Es más, los recursos amplificadores se producen no sólo en torno a lo que Barthes llamaría funciones cardinales o núcleos (verdaderos nudos del relato), sino también las catálisis (funciones de naturaleza complementadora), como sucede por ejemplo con la primera herida que recibe Eloy, en la oreja, que atrae sucesivamente los juegos amorosos con Rosa ("como cuando lo mordía Rosa") y la aventura con el peluquero; e incluso los indicios (que a diferencia de las funciones no remiten a actos complementarios y consecuentes, sino a conceptos más o menos difusos, pero necesarios al sentido de la obra), como sería fácil mostrar a través de diversos ejemplos.

Así, Eloy aparece como un discurso construido mediante diversas y sucesivas amplificaciones (podrían aún citarse ejemplos de casos tales como los de la 'amplificatio' patética. abundantes también en la novela). Curiosamente la 'amplificatio' es el centro de gravedad sobre el que gira la 'inventio' de uno de los tres géneros retóricos distinguidos por Aristóteles: el género epidíctico, cuyo caso modelo es "el discurso pronunciado ante una reunión solemne en alabanza de una persona (ya pertenezca a la actualidad, a la historia o al mito), de una comunidad (patria, ciudad), de una actividad (profesión, estudio) o de una cosa que se quiera celebrar". El sentido que adquiere, desde esta perspectiva, el Eloy de Droguett, no deja de ser interesante.

Más aún, en el Prólogo de Los asesinados del Seguro Obrero, Droguett postuló: "Toda la sangre chilena, vertida por el crimen, se ha perdido... ¿Cómo han podido perderla? Quiero mencionar alguna, para confirmar y gritar mi sentimiento... En las páginas que siguen hago historia, pero historia de nuestra tierra, de nuestra vida, de nuestra muerte, historia para un tiempo muy grande". Y, efectivamente, en esa como en sus restantes obras, el autor narra la sangre de muchos chilenos. De alguna manera, Eloy es una amplificación de ese objeto: la sangre. Su estructura interna guarda estricta homología con la de la obra total de Droguett, recorrida por ese leitmotiv.

Naturalmente, a todo lo expuesto escapa algo de singular trascendencia ¿cómo cada una de esas amplificaciones o cómo el objeto amplificado son aminoraciones objetivas de otro objeto mayor: nuestra realidad? Vaya uno a saber.

 

 



 

 






 

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