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Patas de Perro, de Carlos Droguett
Santiago de Chile, Zig-Zag, 1965. 314 pp.
E. Neale-Silva
Univ. of Wisconsin
Publicado en Hispania, Vol. L, N°3, septiembre de 1967
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Novela escrita en estilo conversacional, en páginas profusas, casi sin divisiones en párrafos, en las cuales se nos cuenta la dolorosa vida de un muchacho de piernas y pies deformes llamado Bobi, quien ha de llevar a cuestas su condición de semihombre y semiperro.
En la vida del muchacho ha entretejido el autor numerosos incidentes pletóricos de angustia y de ternura, pero éstos pierden muchas veces su eficacia narrativa por la morosidad y detallismo con que el autor los relata.
La trama del libro -alargada con la intercalación de un cuento para niños- no nos parece suficiente para trescientas y tantas páginas. Por otra parte, los personajes son todos seres exentos de grandeza y, por ello, lo que pudo ser hondo drama y tragedia se convierte en simple melodrama.
Entretejidos en la urdimbre de la novela se hallan excelentes pasajes sobre ambientes chilenos y breves bocetos paisajistas en que se advierten la sensibilidad del autor y su dominio del lenguaje poético. Quizá menos felices, aunque valiosos en sí, sean las anotaciones filosóficas o culturales con que se dan densidad al relato, pues éstas no consuenan con el enfoque emocional del asunto.
En todo el libro predomina una misma técnica -el diálogo indirecto-, que resulta eficaz al principio, pero que luego da al libro un cariz repetitivo de escaso interés. Además, el personaje central, esto es, el que narra los hechos, se expresa a veces en un lenguaje artificioso que no concuerda con la personalidad del muchacho deforme o con la de otros personajes.
A lo largo del libro se notan también otros defectos técnicos: la falta de proporción entre las motivaciones y los hechos mismos y el abuso del detallismo descriptivo o narrativo. Sobre este último dice el autor al comienzo del segundo capítulo: "Éstos son simples apuntes hilvanados para olvidar una terrible historia..." Toda novela, por minuciosa o deshilvanada que sea, exige siempre una actitud selectiva. Es cierto que en algunos pasajes el estilo aluviónico armoniza perfectamente con la intención del autor, pero, por otra parte, es innegable que sobran no pocas incidencias adventicias y reiteraciones innecesarias.
