El poeta maldito hijo de Pablo de Rokha "Antología" Carlos de Rokha. Editorial UV. 264 páginas Por Cristóbal Gaete Publicado en Suplemento Ku, 17 de julio de 2022
Un niño de 11 años escapa de casa. Tres días después es encontrado sucio y mal vestido, en la Vega Central, uno de los lugares favoritos en Santiago de su padre, Pablo de Rokha. Fue el primer hito de la accidentada vida de Carlos, quién apenas vivió más de cuatro décadas. "Lo encontraron dormitando sin zapatos. Les entregó su abrigo y chaqueta a los vagabundos del Cerro Blanco", recordó Patricia Tagle de Rokha, en la presentación de "Antología" (UV).
Carlos de Rokha fue el pseudónimo que usó Carlos Díaz Anabalón. Nació el año 1920 en el "Puerto principal", con los apellidos reales de sus padres poetas, Pablo y Winétt. Fue el primogénito de una familia maldita, con un destino brillante y cruel que escribió varias de las mejores páginas de la literatura chilena.
"Los grandes poetas saben que lo son, porque reconocen la emoción de un lenguaje ancestral. Lo que perciben, sienten y sufren viene de una red de genes. Son poetas desde que nacen y sus vidas están marcadas por una extrema emoción para dimensionar el terror de existir", afirmó Patricia Tagle de Rokha, directora de la Fundación, recordando el destino de Carlos y su familia.
El libro cuenta con la selección del director editorial Ernesto Pfeiffer y de Cristián Jofré, quien se encargó del prólogo, notas y cronología.
Se incluyen cuatro textos en prosa que fueron rescatados a manera de epilogo. Uno de Teófilo Cid (acorde al vínculo inicial de Carlos con los surrealistas chilenos), otro de Mahfúd Massís (es una nota necrológica publicada en El Mercurio, en tanto era la pareja de Lukó, otra hija artista de Pablo y Winétt). Se suma un texto de Enrique Lihn y otro de su padre, Pablo de Rokha.
La edición cuenta, además, con ilustraciones de José de Rokha, hermano de Carlos.
EL PAVOR DEL PADRE
El editor Cristián Jofré recordó en la presentación las palabras de pavor de Pablo a Winétt al leer los primeros poemas de Carlos: "Estamos perdidos, tiene el signo y ya nunca podrá
dejar este camino".
Carlos vivió bajo ese signo, "rokhanamiente". A los 16 años comenzó a publicar poemas en la revista de su padre, un año después fue internado por primera vez en un sanatorio psiquiátrico, lo que se repitió varias veces. También compartió la vida nómade por Sudamérica, comerciando cuadros y dando conferencias, creando periódicos y ganando premios literarios. Siempre, sobre todo, escribiendo. Según Jofré, escribió mucho más de lo que conocemos, y espera en los próximos años sacar más material inédito a la luz.
De este último título, Ignacio Valente, uno de los críticos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, escribió en El Mercurio: "(...) leo con sorpresa algunos de los poemas más promisorios que se haya escrito en Chile en los últimos años. Poemas de un niño visionario que conservó hasta la muerte un extraño acento infantil y un don alucinado de la fantasía creadora".
Lihn estampó su admiración en un texto leído a dos
años de la muerte de Carlos de Rokha, en la Sociedad de Escritores de Chile: "Me arriesgo a expresar aquí que en la poesía de De Rokha puede rastrearse a lo vivo la presencia intermitente de un verdadero demonio poético, poseído de un furor verbal y de una especie de infalible sentido de la unión libre de las palabras".
Lihn incluso le dedicó una elegía donde versa "Contigo se eclipsaba la noche", incluido en su libro "La pieza oscura", donde muestra el impacto de su muerte, que atravesó distintas generaciones literarias.
"Cuando habla de la muerte, él ya la conoce y la desea", aseguró Patricia Tagle por las distintas alusiones a la muerte en la poesía de Carlos de Rokha.
"Ya presentía una muerte pronta", afirma Jofré, en vista de que el poeta, a los 35 años, proyectaba una obra completa. Jofré pudo acceder al delicado material original, que estaba guardado en una maleta, en
los que halló, por ejemplo, algún poema escrito en una bolsa de papel sin ninguna corrección, que fue reproducido en el libro, intacto.
Entre otros inéditos, aparece el poema que le dedica a Rimbaud, donde podría reconocerse el mismo Carlos de Rokha: "Era como el canto de un dios extraño/ Como la fuga de un pájaro celeste/ Como un árbol en llamas//(...)/ Mago hechicero soldado/ Despierta todavía tu laúd/ Pero no duermes: los otros callan".
"Perdóname el haberte dado la vida", le escribió su padre en una carta pública que es rescatada en el volumen, donde los compara con otros poetas visionarios como Mallarmé, Baudelaire, el conde de Lautréamont y el mencionado Rimbaud. quemaste el corazón de gozador goloso de la vida en el oficio irreparable", remató. Aquel corazón, lleno de poesía, volvió a latir las páginas de esta "Antología". Carlos murió en una mezcla de medicamentos y alcohol en la casa de su padre en 1962. Seis años después lo acompañaría su padre con un disparo en su boca.
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"Antología" Carlos de Rokha. Editorial UV. 264 páginas
Por Cristóbal Gaete
Publicado en Suplemento Ku, 17 de julio de 2022