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El "corazón enfermo" de Céline

Por Juan Rodríguez M.
Publicado en Artes y Letras de El Mercurio. 22 de agosto de 2021



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La cosa empezó así. La derrota de Alemania estaba a la vista y Louis-Ferdinand Céline, que había publicado panfletos antisemitas y colaborado con los ocupantes nazis, tomó lo que pudo y, junto con su mujer, Lucette Destouches, huyó de París el 17 de junio de 1944. Primero hacia Alemania, luego a Dinamarca; allí el autor de Viaje al fin de la noche fue encarcelado.

Tras la huida, alguien entró al departamento del matrimonio y robó los papeles que el escritor francés había dejado en su armario. Entre ellos varias obras acabadas.

Céline (1894-1961), uno de los grandes narradores franceses del siglo XX, volvió a las primeras planas el pasado 4 de agosto: el diario Le Monde anunció la reaparición, luego de 77 años, de los manuscritos. Son miles de páginas, incluida una novela inédita titulada Londres y lo que faltaba de Casse-Pipe (carne de cañón), obra que completa la trilogía sobre la Primera Guerra Mundial iniciada con Viaje al fin de la noche y continuada con Muerte a crédito. Entre los papeles también está el manuscrito de esta última y el de Guignol's Band.

Hace 15 años un desconocido contactó al periodista y crítico de teatro Jean-Pierre Thibaudat: "Hace muchos años, un lector de Libération me llamó y me dijo que quería darme unos documentos. El día de la cita, llegó con enormes bolsas que contenían hojas escritas a mano. Eran de puño y letra de Louis-Ferdinand Céline. Me los dio con una condición: no hacerlos públicos antes de la muerte de Lucette Destouches, porque, siendo de izquierdas, no quería 'enriquecer' a la viuda del escritor", contó Thibaudat.

La viuda de Céline murió en 2019, y en 2020 el periodista comenzó las gestiones para dar a conocer los papeles. Tras idas y vueltas legales, los documentos hoy están en manos de los herederos de Céline. Probablemente la editorial Gallimard publicará los inéditos, y el manuscrito de Muerte a crédito sería entregado a la Biblioteca Nacional de Francia.


Embargo eterno

A Céline le dolía la pérdida de sus escritos. El narrador de Fantasías para otra ocasión, novela en dos partes que publicó en los años 50, grita seis veces la pérdida de unos manuscritos: "¡Bastaba con escuchar por las ventanas!... ¡lo que se berreaba desde las plantas bajas!... nadie había más golfo, colgable, que yo, ¡Avenida Gaveneau, 17, 7°!... ¡la prueba es que me lo vendieron todo! ¡los muebles, el piso, la ropa blanca, los cubiertos!... ¡Siete manuscritos! y han prometido cogérmelo todo, ¡embargo aeternum! ¡afecto!... ¡obras!... ¡mis gatos incluso!".

Céline, o Louis Ferdinand Auguste Destouches, nació el 27 de mayo de 1894 en Courbevoie, en la periferia de París. En 1912 se alistó en el Ejército y dos años después lo arrojaron junto a millones a la Primera Guerra Mundial; lo hirieron de gravedad, fue condecorado y dado de baja. En 1916 partió a África a trabajar en una explotación forestal y enfermó de malaria.

Estudió Medicina y se volvió funcionario de la Sociedad de Naciones. Viajó a Estados Unidos, Cuba, Canadá, Inglaterra, Nigeria y Senegal.

"En 1927 abandona su trabajo en Ginebra y abre una consulta privada, pero el escaso éxito le obliga a cerrarla y a entrar como ayudante en el dispensario de Clichy, un barrio popular del suburbio parisino", cuenta el editor Constantino Bértolo en el prólogo de Muerte a crédito. "En 1931 le da el manuscrito de Viaje al fin de la noche a una secretaria para que se lo mecanografíe. Envía el original a diversas editoriales sin recibir contestación hasta que el editor Robert Denoël acepta su publicación. La novela ve la luz en octubre de 1932 y recibe una extraordinaria acogida por parte de la crítica y el público".

"¡No es verdad! La raza, lo que tu llamas la raza, es ese hatajo de pobres diablos como yo, legañosos, piojosos, ateridos, que vinieron a parar aquí perseguidos por el hambre, las pestes, los tumores y el frío, que llegaron vencidos de los cuatro confines del mundo", se lee en la primeras páginas del libro.

Viaje al fin de la noche es la historia de Ferdinand Bardamu, un joven que solo porque está aburrido se enrola en el Ejército, lo mandan a la guerra, se llena de resentimiento contra Francia y sus élites, y contra la humanidad; se va a trabajar a África, a Estados Unidos, odia las fábricas, el capitalismo; luego estudia Medicina e instala una consulta que solo lo endeuda: "La gente se venga de los favores que le haces".

"Profecía de todos los males de nuestra época", dijo del libro el ensayista chileno Martín Cerda en 1962, en un artículo rescatado por la revista Penúltima. "Celine encontrará en el antisemitismo una tabla de salvación para su angustia o, en rigor, su asco. (...) 'Bagatelas para una masacre', 'La Escuela de Cadáveres' —por citar sus dos panfletos más representativos— son la 'Kristallnacht' de las letras francesas".

En 2018, Gallimard quiso publicar los panfletos antisemitas; iba a ser una edición crítica, pero apenas se filtró la idea hubo polémica y la editorial se arrepintió.

Para el librero y poeta Sergio Parra, dueño de Metales Pesados, nunca fue un problema la cara política de Céline al momento de leerlo. Descubrió Viaje al fin de la noche a mediados de los 80, cuando tenía 19 o 20 años, y le puso el mundo "patas pa'arriba".

Parra recuerda la vez, hace años, en que él y el escritor argentino Fabián Casas, otro celiniano, almorzaron con la agregada cultural de Francia en Chile; fueron a San José de Maipo, solo los tres. "Empezamos a hablar de Céline en la mesa. Y nos fuimos para atrás, nos dijo que no habláramos de Céline, que era un fascista, que no se podía hablar de él en esta mesa, que estábamos almorzando".

"Cambió el viaje, el almuerzo, todo. Seguimos ahí, pero la amistad y la buena onda cambió", cuenta Parra. "Y nosotros le echábamos bromas, nos mirábamos con Fabián y cada vez que la queríamos hacer enojar decíamos 'bueno, pidamos un Céline con hielo' (se ríe)".


El eclipse de Dios

En Viaje al fin de la noche, Céline dice que la verdad de este mundo es la muerte. Para Martín Cerda, la novela es uno de los veinte libros clave para comprender el siglo XX, sobre todo "en su vocación autodestructiva".

Se podría decir de la obra de Céline que es un nihilismo lleno de vida, desbordante, un resentimiento creador, un pacifismo furioso; hay amistad y misantropía, amor y odio.

En su libro Poderes de la perversión, la filósofa Julia Kristeva hace un sugerente y atrevido cruce entre el viaje celiniano y la errancia judía: "Si Céline emprende, también él, como el pueblo errante, un viaje (...) se trata, para el novelista, de un viaje sin proyecto, sin fe, al fin de la noche... Y sin embargo, ¿cómo no ver que es justamente la Escritura, el Estilo, lo que ocupa para Céline todo el lugar dejado vacío por el eclipse de Dios, del Proyecto, de la Fe?".

Hay una estética del resentimiento en Céline. "El resentimiento —cree Sergio Parra—, eso es lo que debe tener una buena narrativa. Por eso digo yo que en Chile Carlos Droguett y Germán Marín, sus obras, son de las grandes novelas que tienen ese estilo, y ellos mismas son figuras también celinianas: no solamente tiene que haber una escritura celiniana, sino una actitud celiniana. Ese resentimiento, ese distanciamiento con el ser humano, donde no hay compasión".

En Naciste pintada, libro que publicó en 1999, la poeta chilena Carmen Berenguer dice: "los que viven en La Legua, temidos más allá del pueblo sin ley (...) no tengo amigos de villas, ni de condominios, soy de cara ancha, tengo el pelo negro mediterráneo amerindio, leo a Céline". Al preguntarle por esa mención, Berenguer cuenta: 'leí Viaje al fin de la noche junto a varias lecturas, acompañada por amigos de mi juventud, presumo que lo encontré en una librería de textos jurídicos y literatura, en la esquina de la casa en el centro de Santiago. Y lo volví a leer en los años 80, lo encontré y me envolvió".

"Céline, su libro, fue sorprendente por su lenguaje y su ritmo en argot deslumbrante —explica—, le hace una caricatura al refinado escritor del delicado mundo burgués de Proust. Hoy se lo lee como un escritor antinormativo y anticolonial, estilo lírico popular coloquial y frenético argot, de una de las novelas más importantes escritas después de la Primera Guerra hasta el día de hoy, acerca del maltrato de los desposeídos".

A pesar de los "odios raciales con los judíos", que lo ponen en entredicho, Berenguer cree que hay que leer "a este escritor que en sus escritos rechaza el poder patriarcal y describe la esclavitud del trabajo asalariado".


Cuerpo baldado

El poeta Armando Roa Vial leyó a los 18 años Viaje al fin de la noche. "El poder hipnótico de su lenguaje y la espeleología que hace, sin contemplaciones, a los bajos fondos del ser humano, con un desencanto que mezcla mucho humor, me marcaron". A Roa lo cautivó y lo cautiva "su anarquismo existencial, su sospecha confesa hacia 'la buena conciencia' que busca escarbar sentidos donde no los hay".

Sobre la historia política de Céline, Roa contesta con palabras de George Steiner: "Y pensar que Dios ha permitido a ese asesino antisemita, a ese hooligan, a ese gángster del alma que fue Céline como escritor (...), crear una nueva lengua... me llena de desazón. Me deja muy agradecido y muy enfadado".

El 27 de abril de 1946, preso en Dinamarca, condenado a muerte, Céline escribió una carta en la que cuenta que desde su salida de París perdió 50 kilos, y que sus pulsaciones siguen altas, de 90 a 120 por minuto cuando lo normal es 72, "lo que quiere decir que tengo el corazón enfermo de forma irrefutable", diagnostica el médico, el escritor. "Tengo todo el cuerpo baldado. Ya es que me divierte. Me vuelve a nacer incluso como una alegría. Tengo mucho que leer. El árbol está lleno de pájaros. Su modesta comedia puede hacer pasar días de diversión".

Céline fue indultado y liberado, murió en París hace 60 años. En Viaje al fin de la noche había escrito: "De nada me servía intentar perderme para no volver a encontrarme ante mi vida, por todos lados me la encontraba, sencillamente. (...) Mi trajinar estaba acabado y bien acabado. ¡Que otros siguieran!". Luego remata: "Y que no se diga más".


 

 

 



 

 

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