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Muertos de Punta Arenas salen a mover el esqueleto
Christian Formoso lanza su libro de poemas “El cementerio más hermoso de Chile”
Por Leonardo Sanhueza
Las Ultimas Noticias, 3 de Agosto de 2008
Los habitantes de Punta Arenas sienten algo más que orgullo por su cementerio, el que derechamente consideran el más hermoso de Chile. El Estrecho, el dedo gordo del Patagón y los inmensos rebaños de 
ovejas están bien, pero al parecer la perla de la zona, a juicio del corazón popular magallánico, es el barrio de los callados.
El poeta Christian Formoso, que ha vivido sus 37 años en esos confines, decidió hace un tiempo ahondar en aquella fúnebre fijación local e inició una fuerte aventura literaria que acaba de culminar en el libro El cementerio más hermoso de Chile (Editorial Cuarto Propio), su obra más acabada y abarcadora, que lo subraya como uno de los poetas más destacados de la actualidad.
En el volumen, que reúne en sus gordas 357 páginas poemas escritos desde el año 2003, y del que ya hubo un adelanto en el 2005, Formoso retrata, con crudeza y desencanto, pero también con afecto y sentido del arraigo, aspectos de la historia magallánica que, pese a la distancia, en muchas ocasiones recuerdan a la del resto de Chile.
A partir de la imagen de aquel cementerio primoroso, el libro se ramifica, por diferentes vías, espacios y épocas, hacia una especie de desolado mapa regional, en el que caben desde Alonso de Ercilla hasta los N. N. de las fosas comunes, pasando por los aborígenes exterminados a sangre y fuego, el capitalismo a ultranza, las gente sin atributos, los reality shows, la Virgen María y hasta el propio autor enfrentado a la página en blanco o a la lentitud de su conexión a internet, en un todo polifónico de alcances épicos que por turnos es rabioso o calmado, lírico o prosaico, introspectivo o desaforado, y que mezcla a la chuña la historia, la imaginación y la realidad.
“En el libro hay mucho trabajo de reescritura de textos: reportes antropológicos de fuentes como los anales del Instituto de la Patagonia, notas de prensa reales y ficticias, artículos de revistas ídem, crónicas históricas, etcétera. Muy pocas veces cito las fuentes. Y manipulo la información a mi antojo, tal cual mis modelos”, señala el autor, aludiendo al signo posmoderno de la falta de asidero de la historia.
Reconociendo el patetismo de la expresión que le da título a su libro, pero a la vez pendiente de su terruño, Formoso confiesa haber querido “darle un significado nuevo” a esa preeminencia austral de la muerte.
– En tus poemas es importante la distinción entre pintoresquismo e identidad.
– Claro, son un intento por desnudar lo pintoresco de esa idea un poco turística y apostar por una lectura que revele de alguna manera eso que llamamos identidad. Lo pintoresco resulta siempre peyorativo y superficial. Es la versión instrumentalizada y útil de los aspectos de la identidad de los que los poderes se sirven y obtienen provecho.
–Llaman la atención tus asomos al lenguaje digital, algo aparentemente tan lejano al tema del libro.
–Un cementerio es un lugar donde confluyen épocas, voces y registros. Tengo la impresión de que, en general, hay un pattern en la experiencia, que persiste desde los tiempos míticos, fundacionales, hasta hoy. Y que, de algún modo, ese pattern hace posible que todo, lo arcaico y lo contemporáneo, pueda percibirse operando al unísono. Hay un poema que lo sintetiza, el de la representación de un espíritu Aonikenk en la cabina de un cibercafé.
