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Dentro
de la gramática duerme el poder
El poema como instrumento de resistencia
y crítica
Por Carla
Faesler
1. Interrogar a la
gramática por medio de la poesía, podría ser la única
vía para obtener la libertad. Mediante el cuestionamiento sistemático
de las reglas que rigen el lenguaje, el poeta Emmanuel Hocquard (Francia, 1940)
trata de descubrir las consignas que hemos recibido desde la infancia, identificando
así aquello que gobierna nuestro pensamiento. Al margen de los estudios
sobre "escritura y poder", de los preceptos de la poesía social,
del trabajo de deconstrucción de la sintaxis o de la elaboración
de léxicos particulares, su poética ha influenciado el trabajo de
poetas contemporáneos de su país como Olivier Cadiot, Suzanne Doppelt
y Pierre Alféri
por citar algunos. Tal vez esto se deba a su muy personal óptica sobre
la creación poética y a los caminos que abre en un momento en el
que la poesía y el/la poeta podrían estar llamados a salir de la
"literatura" y entrar en procesos creativos más vitales e inmediatos
que refresquen, si no reanuden, los vínculos de esta disciplina artística
con la sociedad.
Tres son los personajes metafóricos que guían
la evolución del trabajo de Emmanuel Hocquard: el Arqueólogo, el
Detective Privado y el Gramático. El Arqueólogo escarba, busca vestigios,
quita el polvo, hace trabajos de restauración y exhibe sus resultados.
El Detective Privado, por su parte, busca pistas, investiga casos, resuelve asuntos
oscuros. Un poeta Detective trabaja sobre una concepción propia, es decir,
ubica las "instrucciones" recibidas que nos controlan desde la infancia.
Cuando una "instrucción" es detectada en cuanto tal, comienza
a ser desmontada y en consecuencia a diluirse. Ahí entra el Gramático.
Él sabe que la gramática gobierna su pensamiento, por eso busca
interrogarla. De ahí que se ocupe verdaderamente de los problemas del lenguaje.
En
Dix leçons de grammaire (Diez lecciones de gramática)
un cuaderno de notas que "se terminó de fotocopiar en 2002" y
que utiliza en sus clases en la Universidad de Bordeaux, Hocquard escribe:
"La
enseñanza y el aprendizaje del lenguaje hablado y escrito está hecho
de entrenamiento y adiestramiento, en el sentido de: mostrar una cosa a alguien,
hacerlo enfrente de él o ella, decirlo delante de él o ella (imitará
los gestos de alguien, repetirá las palabras de alguien). El objetivo es
aprender a seguir las reglas. Nos ejercitan para seguir la regla forzándonos
a aplicarla de una cierta manera. Entrenamiento + adiestramiento permiten: 1.
Interiorizar (asimilar) la regla. (Aquello que hace posible pasar de la regla
a su aplicación no es ni una decisión ni una intuición, sino
el hecho de que al término del aprendizaje, la reacción a la regla
es casi espontánea: 'obedezco ciegamente a la regla'; 2. constituir un
hábito (un conjunto de hábitos comunes): todos contamos de la misma
manera, todos nombramos tal objeto un libro, todos decimos de los mismos objetos
que son rojos, etc. Consecuencia: 'las reglas de nuestro lenguaje impregnan nuestra
vida' (L. Wittgenstein)."
O lo que es lo mismo: el que
el lenguaje esté reglamentado "obliga" toda nuestra existencia.
Tan sólo habría que recordar que el vocabulario que rodea a la gramática
es el mismo que el de la moral, escribe Hocquard, porque cuando no se respeta
la regla, se comete una falta (de ortografía, de gramática).
Y como se debe, "toda falta llama a una sanción. Si usted ha
mentido o robado, usted será castigado. Si usted no ha respetado la regla
gramatical, usted tiene una mala calificación en la escuela y además,
será castigado en casa por haber obtenido esa mala calificación.
Las 'notas' de los profesores se enuncian bajo la forma de jucios: muy
bien, bien, mediocre, etc."(1)
2.
Alejado de la discusión sobre los fenómenos políticos, económicos
y sociales que involucran al lenguaje y sus usos patriarcales y colonialistas,
Hocquard se propone simplemente, como estrategia creativa, un ejercicio de desmontaje
de los procesos de pensamiento propios - gobernados por la gramática. Su
material será el enunciado, célula del lenguaje con la que el sistema
de control fecunda nuestro inconciente y se revela en nuestro comportamiento.
Tal y como Gilles Deleuze y Félix Guattari proponen:
"La
maestra de escuela […] da órdenes, manda. La máquina de la enseñanza
obligatoria no comunica información sino que impone al niño coordenadas
semióticas con todas las bases duales de la gramática (masculino/femenino,
singular/plural, sustantivo/verbo, sujeto de enunciado/sujeto de enunciación,
etc.) La unidad elemental del lenguaje - el enunciado - es la consigna. Una regla
es un rotulador de poder antes de ser un rotulador sintáctico."(2)
En este sentido, para el poeta gramático es necesario
apartarse de la "literatura", pues sabemos que para el aprendizaje escrito
y hablado de la lengua, el sistema de enseñanza generalmente ejemplifica
con los "buenos autores", los "consagrados", cada una de las
lecciones de esta materia. Así, se trata de dar a nuestro pensamiento la
forma que le conviene, no de vaciarlo en moldes prefabricados. Se trata también,
de no pretender crear "formas nuevas" pues todo esto nos conduce a relaciones
literarias e históricas que nos distraen de nuestro tema: el lenguaje.
De ahí que el filósofo también francés Gilles Tiberguien,
en su libro dedicado a analizar la poética de Hocquard, abunde sobre la
importancia de centrar en el enunciado común, la intensión a la
hora de escribir un poema, pues en la óptica del poeta gramático:
"no hay esencia poética, ni una supuesta estancia
del Ser, no hay expresividad hiperbólica, teléfono rojo con lo trascendente
o pozos que fluyen desde las capas profundas del inconciente. Todo se remite al
lenguaje mismo y particularmente a los enunciados: 'unidades del lenguaje, autónomas,
simples, anónimas, generalmente breves, que ya están en el lenguaje
y que basta con ubicar y recoger'".(3)
Tal
y como proponía Wittgenstein: "a veces hay que retirar una expresión
de la lengua y mandarla limpiar - para poder luego ponerla de nuevo en circulación."(4)
3. De la misma manera en que "un insecto atrapado en una tela de araña
trata de liberarse de sus filamentos", (5)
así el poeta gramático debe encontrar la forma de zafarse de las
consignas recibidas desde la infancia, tarea que pareciera casi imposible, llegar
a deshacernos de las órdenes y reglas que constituyen nuestra vida social,
pegadas a nuestro inconciente desde la aparición del habla. Es por eso
que el poeta gramático, tercer y último personaje metafórico
de la poética hocquartiana, se concentra en construir una interpretación
del decir filosófico y de su experiencia propia, es decir su vida - que
aquí sería un amasijo de reglas y consignas - para luego aplicarla
empleando el enunciado común como punto de partida de su estrategia creativa.
Trabajar con el enunciado (que ya está de antemano en el lenguaje) es trabajar
con el uso que se da a las palabras - porque es ahí, en su uso, donde reside
su significado - "rehusando la utilización de la representación
mental que lo precede", como propone Wittgenstein(6).
Una vez que el poeta gramático ha cosechado en el lenguaje, los enunciados
crean por sí solos una distancia, un vacío a su alrededor que los
proyecta hacia un espacio de "rarificación" según Olivier
Cadiot(7), creando un desmembramiento del
cuerpo del lenguaje. Desprovista de metáforas, la poesía construida
con enunciados que no implican nada y tampoco pueden ser explicados por nada,
ofrece una extraña transparencia. En este sentido, en el enunciado cada
palabra es un rumor, pues cada palabra en nosotros tiene un significado "de
oídas", lo que de alguna manera les confiere una extraña evocación,
una ligereza que puede sentirse como palabra en libertad. Como el escritor y crítico
literario Xavier Person dice: "me parece que la poesía de Emmanuel
Hocquard instala una cierta calma, una cierta circunspección. Al leer su
poesía me doy cuenta hasta qué punto la metáfora es una violencia.
Me pregunto si jamás he visto caer la lluvia, quiero decir, la lluvia como
es, en su propia claridad"(8). Y así,
cuando dice en la pura claridad, el poema se alza como instrumento de resistencia
y crítica.
NOTAS
(1)
Emmanuel Hocquard, Dix leçons de grammaire, École de Beaux
Arts de Bordeaux, Francia, 2002.
(2) Gilles Deleuze et Félix Guattari, Postulats
pour la linguistique, citado por E. Hocquard, Dix leçons de grammaire,
op cit.
(3) Gilles Tiberghien, Emmanuel
Hocquard, París, Seguers, 2006
(4)
citado por E. Hocquard, Dix leçons de grammaire, op cit.
(5) E. Hocquard, Dix leçons de grammaire,
op cit.
(6) citado por E. H., Dix leçons
de grammaire, op cit.
(7) citado por
E. H. Dix leçons de grammaire, op cit
(8)
citado por Gilles Tiberghien Emmanuel Hocquard, op cit.