Proyecto Patrimonio - 2007 | index | Carla Faesler | Autores |







Dentro de la gramática duerme el poder
El poema como instrumento de resistencia y crítica

Por Carla Faesler

 

1. Interrogar a la gramática por medio de la poesía, podría ser la única vía para obtener la libertad. Mediante el cuestionamiento sistemático de las reglas que rigen el lenguaje, el poeta Emmanuel Hocquard (Francia, 1940) trata de descubrir las consignas que hemos recibido desde la infancia, identificando así aquello que gobierna nuestro pensamiento. Al margen de los estudios sobre "escritura y poder", de los preceptos de la poesía social, del trabajo de deconstrucción de la sintaxis o de la elaboración de léxicos particulares, su poética ha influenciado el trabajo de poetas contemporáneos de su país como Olivier Cadiot, Suzanne Doppelt y Pierre Alféri por citar algunos. Tal vez esto se deba a su muy personal óptica sobre la creación poética y a los caminos que abre en un momento en el que la poesía y el/la poeta podrían estar llamados a salir de la "literatura" y entrar en procesos creativos más vitales e inmediatos que refresquen, si no reanuden, los vínculos de esta disciplina artística con la sociedad.

Tres son los personajes metafóricos que guían la evolución del trabajo de Emmanuel Hocquard: el Arqueólogo, el Detective Privado y el Gramático. El Arqueólogo escarba, busca vestigios, quita el polvo, hace trabajos de restauración y exhibe sus resultados. El Detective Privado, por su parte, busca pistas, investiga casos, resuelve asuntos oscuros. Un poeta Detective trabaja sobre una concepción propia, es decir, ubica las "instrucciones" recibidas que nos controlan desde la infancia. Cuando una "instrucción" es detectada en cuanto tal, comienza a ser desmontada y en consecuencia a diluirse. Ahí entra el Gramático. Él sabe que la gramática gobierna su pensamiento, por eso busca interrogarla. De ahí que se ocupe verdaderamente de los problemas del lenguaje.

En Dix leçons de grammaire (Diez lecciones de gramática) un cuaderno de notas que "se terminó de fotocopiar en 2002" y que utiliza en sus clases en la Universidad de Bordeaux, Hocquard escribe:

"La enseñanza y el aprendizaje del lenguaje hablado y escrito está hecho de entrenamiento y adiestramiento, en el sentido de: mostrar una cosa a alguien, hacerlo enfrente de él o ella, decirlo delante de él o ella (imitará los gestos de alguien, repetirá las palabras de alguien). El objetivo es aprender a seguir las reglas. Nos ejercitan para seguir la regla forzándonos a aplicarla de una cierta manera. Entrenamiento + adiestramiento permiten: 1. Interiorizar (asimilar) la regla. (Aquello que hace posible pasar de la regla a su aplicación no es ni una decisión ni una intuición, sino el hecho de que al término del aprendizaje, la reacción a la regla es casi espontánea: 'obedezco ciegamente a la regla'; 2. constituir un hábito (un conjunto de hábitos comunes): todos contamos de la misma manera, todos nombramos tal objeto un libro, todos decimos de los mismos objetos que son rojos, etc. Consecuencia: 'las reglas de nuestro lenguaje impregnan nuestra vida' (L. Wittgenstein)."

O lo que es lo mismo: el que el lenguaje esté reglamentado "obliga" toda nuestra existencia. Tan sólo habría que recordar que el vocabulario que rodea a la gramática es el mismo que el de la moral, escribe Hocquard, porque cuando no se respeta la regla, se comete una falta (de ortografía, de gramática). Y como se debe, "toda falta llama a una sanción. Si usted ha mentido o robado, usted será castigado. Si usted no ha respetado la regla gramatical, usted tiene una mala calificación en la escuela y además, será castigado en casa por haber obtenido esa mala calificación. Las 'notas' de los profesores se enuncian bajo la forma de jucios: muy bien, bien, mediocre, etc."(1)

2. Alejado de la discusión sobre los fenómenos políticos, económicos y sociales que involucran al lenguaje y sus usos patriarcales y colonialistas, Hocquard se propone simplemente, como estrategia creativa, un ejercicio de desmontaje de los procesos de pensamiento propios - gobernados por la gramática. Su material será el enunciado, célula del lenguaje con la que el sistema de control fecunda nuestro inconciente y se revela en nuestro comportamiento. Tal y como Gilles Deleuze y Félix Guattari proponen:

"La maestra de escuela […] da órdenes, manda. La máquina de la enseñanza obligatoria no comunica información sino que impone al niño coordenadas semióticas con todas las bases duales de la gramática (masculino/femenino, singular/plural, sustantivo/verbo, sujeto de enunciado/sujeto de enunciación, etc.) La unidad elemental del lenguaje - el enunciado - es la consigna. Una regla es un rotulador de poder antes de ser un rotulador sintáctico."(2)

En este sentido, para el poeta gramático es necesario apartarse de la "literatura", pues sabemos que para el aprendizaje escrito y hablado de la lengua, el sistema de enseñanza generalmente ejemplifica con los "buenos autores", los "consagrados", cada una de las lecciones de esta materia. Así, se trata de dar a nuestro pensamiento la forma que le conviene, no de vaciarlo en moldes prefabricados. Se trata también, de no pretender crear "formas nuevas" pues todo esto nos conduce a relaciones literarias e históricas que nos distraen de nuestro tema: el lenguaje. De ahí que el filósofo también francés Gilles Tiberguien, en su libro dedicado a analizar la poética de Hocquard, abunde sobre la importancia de centrar en el enunciado común, la intensión a la hora de escribir un poema, pues en la óptica del poeta gramático:

"no hay esencia poética, ni una supuesta estancia del Ser, no hay expresividad hiperbólica, teléfono rojo con lo trascendente o pozos que fluyen desde las capas profundas del inconciente. Todo se remite al lenguaje mismo y particularmente a los enunciados: 'unidades del lenguaje, autónomas, simples, anónimas, generalmente breves, que ya están en el lenguaje y que basta con ubicar y recoger'".(3)

Tal y como proponía Wittgenstein: "a veces hay que retirar una expresión de la lengua y mandarla limpiar - para poder luego ponerla de nuevo en circulación."(4)

3. De la misma manera en que "un insecto atrapado en una tela de araña trata de liberarse de sus filamentos", (5) así el poeta gramático debe encontrar la forma de zafarse de las consignas recibidas desde la infancia, tarea que pareciera casi imposible, llegar a deshacernos de las órdenes y reglas que constituyen nuestra vida social, pegadas a nuestro inconciente desde la aparición del habla. Es por eso que el poeta gramático, tercer y último personaje metafórico de la poética hocquartiana, se concentra en construir una interpretación del decir filosófico y de su experiencia propia, es decir su vida - que aquí sería un amasijo de reglas y consignas - para luego aplicarla empleando el enunciado común como punto de partida de su estrategia creativa. Trabajar con el enunciado (que ya está de antemano en el lenguaje) es trabajar con el uso que se da a las palabras - porque es ahí, en su uso, donde reside su significado - "rehusando la utilización de la representación mental que lo precede", como propone Wittgenstein(6). Una vez que el poeta gramático ha cosechado en el lenguaje, los enunciados crean por sí solos una distancia, un vacío a su alrededor que los proyecta hacia un espacio de "rarificación" según Olivier Cadiot(7), creando un desmembramiento del cuerpo del lenguaje. Desprovista de metáforas, la poesía construida con enunciados que no implican nada y tampoco pueden ser explicados por nada, ofrece una extraña transparencia. En este sentido, en el enunciado cada palabra es un rumor, pues cada palabra en nosotros tiene un significado "de oídas", lo que de alguna manera les confiere una extraña evocación, una ligereza que puede sentirse como palabra en libertad. Como el escritor y crítico literario Xavier Person dice: "me parece que la poesía de Emmanuel Hocquard instala una cierta calma, una cierta circunspección. Al leer su poesía me doy cuenta hasta qué punto la metáfora es una violencia. Me pregunto si jamás he visto caer la lluvia, quiero decir, la lluvia como es, en su propia claridad"(8). Y así, cuando dice en la pura claridad, el poema se alza como instrumento de resistencia y crítica.

 

 

NOTAS

(1) Emmanuel Hocquard, Dix leçons de grammaire, École de Beaux Arts de Bordeaux, Francia, 2002.

(2) Gilles Deleuze et Félix Guattari, Postulats pour la linguistique, citado por E. Hocquard, Dix leçons de grammaire, op cit.

(3) Gilles Tiberghien, Emmanuel Hocquard, París, Seguers, 2006

(4) citado por E. Hocquard, Dix leçons de grammaire, op cit.

(5) E. Hocquard, Dix leçons de grammaire, op cit.

(6) citado por E. H., Dix leçons de grammaire, op cit.

(7) citado por E. H. Dix leçons de grammaire, op cit

(8) citado por Gilles Tiberghien Emmanuel Hocquard, op cit.


 

 

 

 

Proyecto Patrimonio— Año 2007 
A Página Principal
| A Archivo Carla Faesler | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Dentro de la gramática duerme el poder.
El poema como instrumento de resistencia y crítica.
Por Carla Faesler