Fue alrededor de aquella fecha del 18 de Septiembre (antes o después, creo o al menos lo recuerdo así) en Valparaíso, Chile, cuando fui invitado por el poeta Marcelo Novoa a un conversatorio literario en un encuentro realizado en instalaciones de la Universidad de Valparaíso y organizado por su editorial de Ciencia ficción y terror Puerto de escape además de haber sido integrante de la mítica Editorial Trombo Azul (Valparaíso) pionera en la publicación de poesía en el puerto en esos años oscuros. Oscuros al menos para quién escribe. Entonces, ahí me encontraba, acompañando, además, al músico (Gran) Toto Alvarez con voces sobre sus endiablados, lisérgicos, bellamente monstruosos y evocadores acordes en el escenario de la Sala Rubén Darío. Un honor haber estado en aquellas tablas. El afamado y talentoso músico italiano Ennio Morricone se atrevió a derrotar a Toto Alvarez. Segundo lugar para el músico chileno en aquel certamen, pero solo Morricone fue capaz de quedarse con el premio por música incidental en un Festival de Cine o Documentales del extranjero que ahora no recuerdo el nombre del país pero ya me acordaré. Toto Alvarez, Ennio Morricone. No faltaba más.
Decidí hacer la voces (variaciones) tras la cortina y eso a Toto le pareció bien además no recuerdo si se mostraron imágenes de algo, tal vez la silueta de la casa de Norman Bates. Todo esto era solo la introducción para el plato de fondo de aquel conversatorio. Invitados: Tomás Harris & C: Faúndez a raíz del libro Variaciones sobre la vida de Norman Bates (Narrativa Punto aparte, 2010) El moderador de aquella mesa fue el mismo Novoa. El tema a tratar: El horror en la literatura chilena.
El juego estaba planteado. Aquella tarde/noche estaría sentado al lado de Thomas Harris el autor del libro El silencio de los inocentes y sus secuelas inspirando la soberbia película adaptada de esa novela con la actuación descollante de Anthony Hopkins, premiado Film que, no faltaba más, aún nadie olvida. De igual manera también sabía que Tomás Harris es un poeta de esta franja. Solo debía decidir cuál de las dos versiones creer. Ciegamente.
Thomas Harris EEUU
Marcelo Novoa aquella tarde/noche sinceramente se parecía con su barba recortada (o yo pensaba que se parecía) al Doctor Mortis.
(Aun así mi admiración por su libro de poemas Arte cortante. 1988- 2018 (Ediciones Altazor, 2019) y su impecable trabajo editorial se mantenía en pie y se mantiene)
Novoa podría estar poseído por aquel ente del mal pero después, como sucede algunas veces, supe que estaba equivocado. Al comenzar la conversación me percaté que seguía siendo el Marcelo Novoa bonachón y además con una cultura desopilante.
Tomás Harris estaba medio entonado (medio no más) porque tan cerca de las fiestas patrias y del horror de esa fechas no queda otra que tomarse unos tragos sobre todo en aquellos años - antes del estallido - cuando Chile parecía una gelatina de postre. (Bueno, ahora el país se parece a un budín de una extraña fruta venenosa y en este mismo país, como no, se sigue tomando como malos de la cabeza).
Un mensaje de mi madre, en mi reciente visita después de 10 años al puerto de Valparaíso, decía:
No vaya a estar tomando hijo. Fueron sus últimas palabras escritas para mí a sus 174 años. Lo raro es que yo casi nunca tomo. Creo que fue solo un mensaje dictado por su creciente locura que va tomando posesión de hasta lo que habla, en verdad, mi madre es un cuento de terror, su vida entera, pero eso es otro tema y estoy escribiendo una breve novela sobre aquello por estos días. En esa misma novela retrato a la enferma de mi hermana (tiene aquella enfermedad en que piensa que no está loca) y a su hijo, un sobrino que para hacer más ridícula su existencia se llama Lucas- no tiene culpa, sus padres lo decidieron ridiculizar de por vida, ambos, materialistas de clase media, pujante y espumante. Mejor le hubiese puesto Moneda, o Billete, a secas) Lo más terrible es que tiene los dientes más horribles que he visto en mis días. De seguro encontrará una mujer que los admire. Algún día. Más noche que día.
O bien. bien de noche, como me corrigió un lugareño del campo.
*
Marcelo Novoa. Poeta, profesor & editor
Director Editorial Puerto de Escape
Mientras tanto a Harris le costaba modular sus palabras por las copas y terminó regalando su libro de poemas (yo quería ese libro) Las Dunas del deseo (Das Kapital, 2009) a la mujer de la primera fila que no era otra que mi editora en esos años quién lo aceptó con una sonrisa cautivadora y elegante. Harris se desmayó ante su tierno gesto al recibirlo, supongo.
Como siempre cuando llegó mi turno de hablar en esa mesa dije con voz calma que el verdadero horror en la literatura chilena es que cuando era niño en varios libros de distintos autores aparecían las siguientes leyendas:
El escritor muere el año tanto tanto tanto en la miseria.
El escritor muere internado en el Psiquiátrico.
El escritor se dispara un tiro en su habitación.
El escritor es internado en el psiquiátrico donde muere en el abandono…
Eso era un escritor, miseria, muerte, abandono.
El horror, no en la literatura sino en quienes osaron asomarse a ella, no solo como lectores, sino que con su propia armazón de palabras.
Pilar Donoso. Escritora. Se suicida el año…
Alfonso Alcalde. Escritor. Se suicida el año...
Rodrigo Lira. Poeta. Se suicida el año...
Carlos de Rokha, Poeta. Se suicida el año...
Arturo Rojas. Poeta. Se suicida, de alguna manera, el año...
Diez años después estamos otro septiembre recordando ese
encuentro del Horror en la literatura chilena en donde sigue
vivo, el horror! el horror! el horror! gritaría Howard Philip Lovecraft al enterarse que el Gobierno de turno (de mi
Presidente, porque voté por el actual, y además, pertenezco a
su partido) no han decretado duelo nacional por Edwards. Si lo
decretaron otros Gobiernos por Parra y Rojas. Ambos Premios
Cervantes. Entonces como Premio Cervantes no decretan
duelo nacional por Jorge Edwards? Claro acá en el duelo
supongo no se premia el galardón. Mis preferencias literarias en
este caso van por Parra y Rojas pero Edwards también tiene,
como narrador lo suyo bien ganado. Otro tipo de horror para
nosotros? el último horror de la literatura chilena? diría Cristian
Warken llorando en el rincón más oscuro y frío de su
habitación aquel en el cuál el gobierno de turno, y no los
lectores, decide honores para los escritores?. El nuevo horror.
(Así debió de llamarse el libro de Juan Luis Martínez (Mi
maestro en todas las preguntas de mi juventud) y no La nueva
novela (Autoedición. 1977), pienso, ahora, lejos de todo,
habitando en esta colina aislado de los seres humanos pero no
de los pájaros.)
Mi hogar imaginario
Tal vez no sea tan necesario decretar Duelo por la muerte de
un escritor o artista pues como dijo Cecilia Vicuña al recibir el
Premio nacional de artes.
- Este premio cambia mi muerte.
Ahora, por último, pongámonos de acuerdo, por cada Premio
Cervantes a un escritor de esta franja, créanlo, el día de su muerte terrenal, duelo nacional. Me da lo mismo si es militante
o no militante. Lo justo es lo justo. Nada más.
Tomás Harris. Poeta
Harris sigue tomando copas antes del dieciocho, supongo,
como cuántos más ángeles de Dios lo harán. Además su
generación sufrió los embates y asesinatos del Régimen militar
entonces que ganas van a dar de celebrar Septiembre con un
buen espíritu como decía mi madre antes de volverse loca.
Al igual que el poeta Harris con gusto me embriagaría en
aquellas fechas y andaría, casi odioso, todos los días.
*
Nunca leí en una tarde el libro Las dunas del deseo de
Tomas Harris, no tuve la ocasión podría decir de hacerlo de
una, fui leyéndolo por sesiones. En ese encuentro a lo más
hojeé unas páginas del hermoso libro regalado a mi editora.
Pero recuerdo haber tenido uno llamado Zonas de peligro del
mismo autor. Lo conseguí cuando era joven en un puesto de
libros de la vereda. Considero que Harris es un buen poeta
dentro de los márgenes literarios de Chile (la verdad, no sé qué
quise decir con esto último, ampliamente hablando, pero suena
bueno: los márgenes de Chile y los poetas de los márgenes de
su horrorosa historia.)
Marcelo Novoa aquella tarde/noche invita al público a hacer
preguntas a los poetas invitados como si nosotros tuviésemos
alguna respuesta lúcida ante tanto descalabro, muerte, tortura y
la verdad yo no sabía qué hacía sentado ahí porque mi libro
Variaciones sobre la vida de Norman Bates es un libro
sobre el amor y el desamor pero no es un libro de terror o
ciencia ficción.
Ahora que lo pienso más tranquilo, puede ser que lo sea (Otra
frase que me gusta para definir las cosas: puede ser que lo sea).
Sigamos. en este caso Harris el autor como dijimos de El
silencio de los inocentes (o corderos) estaba más cerca de
aquel encuentro, pero bueno, tampoco podría decirlo con
autoridad, porque empezando no creo en la autoridad, creo en
las palabras y en estas últimas también hasta por ahí no más
porque en verdad prefiero como decía el descollante poeta
Juan Cameron, Jugar con la palabra, que da nombre al título
de uno de sus libros y además lo hace merecedor, sin lugar a
dudas del Premio Nacional de Literatura.
(El otro horror de la literatura chilena, como le llaman, es que
prefieran dárselo a cualquier otra u otro en vez de Juan.)
J. Cameron. Poeta.
J. Cameron. Director de Cine. Premiado con Oscar.
Mientras Harris leía sus poemas yo lo miraba de costado en
aquella mesa y la verdad parecía un extraterrestre, cabeza
gigante, ovalada, nariz alargada y con unas copas trabando su
lengua que no me permitieron escuchar bien la lectura de
alguno de sus cautivadores y misteriosos poemas. Mientras él
leía yo pensaba, en aquel preciso instante, en todos los
asesinados del día 11 de Septiembre del 1973, en los
asesinados de los días después, de los años después y además
pensaba que vendría, para mí el desagradable Septiembre y un
montón de suicidios solo porque la horrible primavera se hacía
presente en el aire (siempre he preferido el otoño, a la manera de J.L.Perales, pienso) Pensaba también en mi padre suicidado
en esta estación del año y en aquella estación de tren, al mismo
tiempo, al frente de la UTFSM. El público lo más probable
escuchaba los poemas de Harris tal vez pensando en sus fiestas
patrias, en sus muertos, en sus torturados, con esa ansiedad de
tomar varios días y que el país y su horrorosa historia se vayan
al carajo en una borrachera eterna.
Estos recuerdos de aquel encuentro son a raíz de enterarme
sobre el nuevo libro de Diego Rojas. Pedaleo Nocturno (Puerto de escape) este año. Rotulado en su portada cómo
terror.
En buena hora profesor Marcelo este esfuerzo editorial de su
colección y todos los otros se agradecerán infinitamente y sepa
Usted como decía mi amigo el poeta Arturo Rojas cuando
estuvo vivo que estas palabras no son solo de buena crianza
sino que aún recuerdo cuando Novoa me visitó en mi casa y le
pedí un prólogo para mi libro de poemas- afortunadamente
aún inédito- titulado Paseo por la costa. Bastante ingenuo de mi
parte, y de mi juventud, escribir aquellos poemas sin haber
leído toda la poesía que me faltaba por leer, influenciado
fuertemente por la poesía de Ennio Moltedo, preferentemente,
un autor de cabecera hasta el día de hoy en mis lecturas. Un
autor, Moltedo, que no tiene nada de ingenuo y su voz poética
merece el Premio Nacional aunque no se lo dieron ni se lo
darán. En ese prólogo Marcelo escribió, inteligentemente que
en mi libro “Paseo por la costa” el autor mojaba la camiseta de lapoesía. Eso me dolió porque yo quería ser el Goleador de la poesía.
Así que no publiqué ese libro —ni jamás lo haré—.
El profesor Novoa en este caso logró que con el tiempo quién
habla escribiera poesía con más respeto a la poesía, esto
significa, escribir los poemas antes de pedir el prólogo.
Arturo Rojas inscribió tres prólogos en su libro Cartas a un
Dios invencible, (Autoedición, 2003) uno de Juan Cameron,
otro de Marcelo Novoa y de los poetas de su generación me
eligió para escribir el tercer prólogo y me sentí realmente
orgulloso de su libro al escribirlo. Bueno, ningún prólogo
detiene la muerte.
La Biblia
En otro encuentro, organizado por La Sebastiana en
Valparaíso nos visitó el poeta Eduardo Llanos Mellusa y en
el conversatorio dijo que estaba preparando un libro con
poetas suicidados de todo el mundo. Lo encontré genial y
cuando levanté mi mano en las rondas de las preguntas le dije:
—Usted considera que los poetas suicidas son más importantes de
registrar que los suicidas que no escribieron ningún verso?
El poeta tocó su barbilla por unos segundos, concentrado
profundamente, mirando al suelo, emitiendo el sonido de la
letra m largo rato, como varias m juntas...mmmm...
Al final fue la única pregunta que no respondió.
Eduardo Llanos Mellusa
*
Y aquí estamos madre, hoy, muchos años después de aquel
encuentro: El horror en la literatura chilena, claro, aquí
mismito siguen los asesinados al ladito de las fiestas patrias tal
vez salpicando con rabia todos los vestidos y trajes.
No más muertos, no más horror.
El horror debiese quedarse siempre dentro de los libros como
ficción y si es como Ciencia ficción, mejor.
Por favor.
Solo esto quería escribir (como mandato, puede ser) antes de
tomar esta invisible copa de vino al lado de los fantasmas de
esta, por momentos, desastrosa y luminosa vida – lo demás es
lectura y escritura- y lamentablemente, todavía al lado de los
despiadados y olvidadizos monstruos de esta tierra.
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dirigida por Luis Martinez
Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com El horror en la literatura. Por Claudio Faúndez