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          Daniela
        Por Carlos Franz
          Publicado en La Segunda, 10 de marzo de 2018
          
              
        
        
          
            
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“Una mujer fantástica”, protagonizada por Daniela Vega, ganó el Oscar a la  mejor película de habla no inglesa. Hay que celebrarlo. Sin embargo, este  filme premiado palidece ante la película que podría filmarse con la vida real  de la propia Daniela Vega.  
        Hasta hace poco, Daniela Vega era una transexual que estudiaba canto lírico  mientras trabajaba en una modesta peluquería santiaguina. Ahora Daniela se  contonea sobre las alfombras rojas de un estrellato internacional. Pero este  logro no ha sido un golpe de suerte, ha sido una ardiente paciencia. Daniela  se trans-formó radicalmente a sí misma. Y con perseverancia y valentía  consiguió más que ser admitida, logró ser admirada. Viendo su triunfo dan  ganas de recitarle esos versos de Ernesto Cardenal, en su Oración para  Marilyn Monroe: “…como toda empleadita de tienda soñó ser estrella de cine./  Y su sueño fue realidad…”.  
        Comparada con la verdadera historia de Daniela Vega, la película “Una mujer  fantástica” se queda corta. La protagonista del filme es Marina, una  transexual que vive un amor con Orlando. Este es un hombre bastante mayor  que ella, totalmente masculino y completamente enamorado. En las escenas  iniciales vemos a Orlando celebrándole su cumpleaños a Marina en un  restaurante chino. Los camareros cantan mientras ella apaga las velitas de  una torta y él le entrega su regalo: un vale por dos pasajes para unas  vacaciones en un lugar paradisiaco.
        Pero ese momento romántico se agrieta debido a un pequeño olvido que  anuncia una gran tragedia. Orlando le entrega un vale a Marina porque ha  olvidado dónde guardó los pasajes. Más tarde esa noche ambos regresan a  su departamento, hacen el amor, y se duermen. Unas horas después Orlando  sufre un aneurisma y muere.  
        El resto de la película narra las penurias de Marina para ser reconocida como  pareja no legal, pero sí sentimental, de Orlando. Marina lucha contra la familia  de él, contra su ex mujer y sus hijos, contra el hospital y contra la policía.  Todos desconfían de ella o la rechazan por su condición de transexual. Pero  sobre todo Marina batalla para que le permitan ejercer un derecho básico:  velar a su ser querido, asistir a su funeral, mirarlo una última vez antes de que  lo cremen.
        Ese argumento, bien filmado, contiene relatos potentes. Marina busca  aquellos pasajes para la “luna de miel” que se extraviaron. Estos podrían  constituir su única herencia de Orlando. Finalmente ella cree que podría  hallar esos pasajes en el casillero de un baño turco que frecuentaba Orlando.  Pero ese armario está vacío. Esta imagen sugiere varias metáforas. Una de  ellas es muy literal: Los sueños de felicidad de Marina se perdieron. Sin  embargo, esa escena tiene lecturas más complejas. No hay nada ahí porque  ella y Orlando “salieron del clóset”. Pero salir de ese espacio estrecho, oscuro  y sofocante, sólo podía ser un primer paso que dejó un vacío. Ahora Marina  deberá llenar ese vacío que es su futuro como mujer transexual.  
        Esos méritos de “Una mujer fantástica” son aminorados por varios defectos.  La película se alarga innecesariamente. La valentía y dignidad de su  protagonista contrasta demasiado con la crueldad, casi unánime, de los otros  personajes. Además, el guion incluye simbolazos como la escena onírica de  Marina luchando contra el viento (sólo faltó la marea). O la escena cursi en la  que Marina desnuda contempla su rostro en un espejito apoyado sobre su  sexo (sólo faltó una etiqueta explicándonos que el sexo no define la  identidad). Todos esos defectos podrían condensarse en este título pésimo:  Una mujer fantástica (¿de fantasía?).
         La Daniela Vega real es mejor que esa Marina de película. Tras ver el filme  surfeo por internet buscando información sobre ella. Encuentro numerosas  entrevistas televisadas. Me quedo con la impresión de una mujer inteligente,  culta y tranquila. Es franca, no posa. Cuando reivindica los derechos de los  transexuales lo hace con serenidad, sin rencor. Y así su reclamo es más  poderoso y efectivo.  
        Algunos dicen que la realidad supera a la ficción. No es cierto. Son nuestras  ficciones, nuestros sueños, los que a veces consiguen transformar la realidad.
         La trans-formación de Daniela Vega, su triunfante cambio de forma, señalan  un cambio de fondo para nuestra sociedad. Ojalá que esta transformación no  sea sólo de película. Que no sea como en la “Oración para Marilyn Monroe”  de Ernesto Cardenal: “Sus romances fueron un beso con los ojos cerrados/  que cuando se abren los ojos/ se descubre que fue bajo reflectores/ ¡y  apagan los reflectores!”.