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Un laberinto con salida al mar:
Sobre «Apuntes al margen» de Cristóbal Gaete
Emecé Editores, 2021, 204 páginas

Por Cristian Hualacan
— escritor —
Publicado en El Desconcierto, 21 de septiembre de 2021



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Es sabido que las novelas de Cristóbal Gaete (Valparaíso, 1983) dialogan con el territorio porteño. Escribe moviéndose pocos kilómetros a la redonda. Así, su ojo de novelista proyecta una dislocación de épocas causada por la embestida del futuro de la provincia. Su obra superpone la marginalidad hasta destruir la imagen del puerto patrimonial y carnavalesco. En vez de una postal multicolor, encontramos la desolación en una cuneta cubierta de escombros. En su última publicación  Apuntes al margen  (Emecé, 2021) se reeditan libros incontrables, antes publicados en microeditoriales que no tuvieron mucha distribución, pero ahora, Emecé, con una diagramación injusta para el libro, reúne y da tribuna nacional a cinco novelas cortas.

En esta reseña me enfocaré en los libros inéditos, el primero es Hotel Prat  (páginas 13-54), propuesta algo extraña que da diferentes puntos de vista a uno de los lugares que más repercutió en Valparaíso. En segunda, abordaré  Barrio  (109-147), un tour de clase B porteño, que sacude el patrimonio de la humanidad para convertirlo en picadas, baratijas, librerías y golpes de realidad.

La unificación de estos dos proyectos es justamente la confirmación de la voz narrativa del autor cercana a la crónica. Gaete mezcla testimonio, autobiografía y cualidades del ensayo. Su primera persona se permea cuando particulariza en lo que le apasiona narrativamente: el territorio. Lo que implica una mirada fragmentaria, muy particular y sin orden, como los mismos cerros del puerto.

El territorio también es hogar

La escritura tradicional, compuesta por el aburrido inicio, desarrollo y desenlace, a Gaete le resulta ajena. La estructura de Hotel Prat, en ese sentido, es divergente. La atraviesan números que indican diferentes enfoques en el recorrido del hotel, esta idea se vuelve más radical en la web creada para esta novela. En un aire tosco y negro, la atmósfera se rompe con luces de neón, marginalizando la idea de recorrer un hotel porque narra las glorias pasadas y el estado actual de abandono.

El escritor realmente vivió por algún tiempo en el Hotel Prat e incluye entrevistas, poemas y carteles. Diferentes épocas minimizan el presente. Las primeras subdivisiones son: novelita, diario y metáfora, las que se esfuman al adentrarse en el recinto, convirtiendo la estructura en galerías, piezas para arrendar y en otra ciudad casi vacía, en restos dañados.

La estructura de Barrio resulta más discreta: es simplemente caminar, y mezclar el recorrido con encuentros de diferentes personajes del sector, viejos mañosos, reencuentros con amigues del pasado, picadas de comida y librerías que parecen de ensueño. Leer  Barrio  es recorrer una feria con las primera luces de la madrugada y encontrarse con la calle amanecida. Esta forma de narrar discontinúa los fragmentos, pero bajo una misma voz que conoce de lo que narra.

La relación de las dos novelas es que el barrio también es un hogar. No hay un uso forzoso que caracteriza a las escrituras que intentan entender los territorios. En las novelas, calles como Chacabuco, Uruguay, Errázuriz, o lugares no patrimoniales entre muchos otros, tienden a dignificar incluso un hotel porque justamente es capaz de volverlos incómodos. Su tránsito de edificios, pasajes y locales no depende de las intenciones, sino de las circunstancias que otorgan estos lugares y del momento en que son escritos; pueden no querer al visitante, no dar la bienvenida. Entonces, los fragmentos son momentos que entregan los territorios. No hay pornomiseria ni una venta de postal turística: hay un lugar moribundo resistiendo, pero con eso basta.

El montaje del pasado vuelve violento el presente

En ese Hotel Prat hay abandono, pero no absoluto, sino contrario a la modernidad higienista y centralista, estos lugares son renovados e interpretados por sus habitantes, aun en las ruinas de la crisis sanitaria. Hotel Prat  es la recuperación del espacio porque sí. Una perspectiva quebrada, porque cada vez que se busca en el pasado de este hotel, se complejiza el presente. Por ejemplo, hay una exdiscoteca posteada en grupos de Facebook, galerías viejas con locales sin vender, la irrupción de la revuelta social en placas de zinc ante la devastación. Así el pasado en el  Hotel Prat  hace más crudo su estado actual, porque es un lugar en resistencia.

Por su parte, cada párrafo de Barrio es una anécdota o un episodio transformado en prosa. Hay enlaces históricos, una especie de lectura de otros que han escrito sobre Valparaíso, principalmente en el siglo veinte. Una rotación interesante en vislumbrar el barrio y al narrador recorriendo su propia historia, que a la vez, es la historia de una provincia marginalizada, destruida por la modernidad, y aguantando, a pulso, el presente de mascarillas.

Es complejo narrar Valparaíso, porque en el imaginario chileno es un lugar bastante relevante en cuanto al relato popular en voz de turistas, sean extranjeros o nacionales. Mirar por fuera siempre es poco y la cualidad de este libro es que la observación es particularmente profunda.

Un laberinto con salida al mar

Por años primó la cultura de la concertación centralista y desligada de los sucesos del país. Crearon una televisión, teatro, música, literatura despolitizada de gitanos, circo, de turcos, de porteños y hasta de rapanui. Donde las clases populares eran ridiculizadas por actores blancos, delgados y perfectamente delineados (para qué hablar de los escritores). Esto es peor en las cinco comunas del Rechazo que por años promovieron la cultura de mostrar al país de una forma centralista. Cuando la raíz del problema es la clase y los territorios.

Es ese extractivismo de no tener posición ni lugar propio para crear, que despolitiza la pobreza, donde la incomodidad se viste de una irreverencia seca. Y las redes pesan más que la vivencia. La escritura de Gaete da voz a las calles, cerros, paraderos y galerías sobre la temática. Un respiro a toda esa cultura extractivista que ha existido por años en Chile. Hotel Prat y Barrio  exponen los cerros alejados del patrimonio: contados por sus protagonistas y antagonistas. Los cerros donde él nació hoy son un buen material de escritura y la visibilidad de un lugar carente y complejo.

Al final,  Apuntes al margen es una venta de cachivaches en paños percudidos de mugre. Un parlante que chicharrea un bolero por cien pesos en las afueras de un local de colaciones. Son episodios vivos que no dramatizan el dolor. Los lugares que se dignifican por su complejidad. La narrativa de Gaete visibiliza, pero no para el estudio etnográfico ni los resortes del esnobismo que alimentan la imagen de Valpo. Gaete escribe de lo que tiene tatuado en su mano: un laberinto con salida al mar.



 



 

 

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