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Una nota ácida.
Acerca de «Apuntes al margen» de Cristóbal Gaete.


Por Carlos Leiton
Publicado en TrazaColectivo, 16 de junio 2022


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Curiosos textos que de tanto desafiar al habla instauran una voz, y con esto no me refiero a la coloquialidad  en su intento por captar espacios de manera realista, sino a la cualidad de una prosa que se impone como forma de mirar el mundo y de proponer mundos. En  Apuntes al margen  (Emecé 2021) de  Cristóbal Gaete (1983) se reúnen cinco textos que entregan una variada gama de perspectivas sobre el espacio porteño. Esta suma narrativa no se propone desde una cronología, sino desde un balance de las escrituras presentes y pasadas. El libro comienza con  Hotel Prat, texto inédito que alude al 2020. Pero además la compilación hace una relectura de los textos ya publicados, intercalando ficción y no ficción de manera equiparada, en correlación de evolución literaria y también en plena virulencia de los modos propios del autor por producir textos diversos. Esta disposición propicia que el texto se lea a sí mismo a través de un nuevo balance.  

Hay características compartidas en los trabajos no publicados hasta ahora,  Hotel Prat  y  Barrio  dan cuenta de un interés por la narración documental abocada a aspectos que calan en lo particular de los espacios. Valparaíso es escenario y personaje, y más que referir a los lados B del puerto, es posible afirmar que la escritura toma un rumbo centrado en lo intersticial, pues enfatiza los lugares peculiares, como un hotel icónico que cae derruido, tanto por las actividades del comercio como también por las políticas públicas, sumándole el abandono durante la pandemia. Es así que el barrio, más que un espacio, un recorrido vital que encarna esos aspectos corporales del trayecto y su constante flujo de intercambios expansivos.

Es remarcable que en los dos últimos trabajos de Gaete hay una libertad por abrazar la escritura desde aspectos en que la ciudad se escribe a sí misma sin la limitante de un desarrollo y conclusión forzosos, típicas de cualquier propuesta narrativa convencional. Este giro desde los convencionalismos de la trama hacia la prosa documental, relacionan la actitud del autor con propuestas como las de Claudio Magris o Sebald, o más cercanamente de la Guadalupe Santa Cruz del libro Quebrada, las cordilleras en andas,  instauradores de una forma de generar miradas narrativas que se desligan de la novelística para adoptar nuevas coherencias.

Libros como  Valpore  y  Paltarrealismo  merecen una atención distinta:  Valpore es una tentativa novelística apuntando a un espacio real-exagerado, que amplía el claroscuro y suelta la impronta realista para entrar de lleno en la metáfora, la imagen llana al significado y que dará su punto de inflexión al final de la narración. Su estrategia es el impacto. No es al voleo la cita de Burroughs y la Interzona, de la cual surge una escritura de residuos y desperdicios que amplifican las notas disonantes de una ciudad-puerto siempre resaltada por sus puntos pintorescos. Hay otra ciudad dentro de la ciudad, un espacio negro en el que la sobreposición genera un contraste radical. Junto con eso, en el espacio postergado y maldito de Valpore, capa ficcionada o residuo de la observación directa, domina el estremecimiento del terror de lo que sabemos como posibilidad de existencia: el argumento es totalmente verdadero porque lo imaginé de cabo a rabo, dice Boris Vian en su prologo a  La espuma de los días. Gaete imagina para que lo real pueda ser concebible y contemplable, en este texto:

“La escena era espantosa: salía vino desde dentro de la madre y yo no tenía donde guardarlo. Me colé entre los enfermeros y vi salir su coraza de cartón amarillenta, con sus letras rojizas, su boquita y su ojo de caja de vino, ante la mirada desorbitada de los paramédicos que quedaron estupefactos (…) La caja salió entera. El tipo del abrigo le pegó un palmetazo y rebalsó mas vino. Acarició la cabeza de la madre y le sacó un cabello.”

Paltarrealismo  toma su riesgo en los roces con la alegoría, para mostrarnos un espacio mediado por los intercambios de la actividad económica simbolizada y resumida en  la palta: esta es nota común y cotidiano, trabajo remunerado y vicio, además del destino inevitable de los personajes que habitan la región:

“-Para qué  quieres aprender eso –le decía la profesora-, si tú y todos tus compañeros tienen su futuro resuelto: trabajarán en los packings de paltas de estos pequeños pueblos.

(…)

Ser joven vago, nada más. Afuera de los videos se encontraron el Manco y la Tamara, dos de ellos, y se pusieron a juntar monedas para fumar unas paltas y tomar cervezas.”

Esta novela es arriesgada en cuanto a que alude paródicamente a problemas sociales sin usar un tratamiento realista, es más, las escenas dependen de la transacción en un espacio regional cercado por todo tipo de condicionamientos que denotan un macro-país en que nada ha de prosperar.

Es interesante como en ambos libros, cargadísimos de humor negro, existe una intención de la novela social pero impulsada por un arrojo de experimentación, así como es el trabajo de la imagen del alumbramiento de la caja de vino en  Valpore, o los adictos en las esquinas fumando paltas, en Paltarrealismo.

Lo importante de estas dos novelas es que instauran una poética, una convergencia de temas sociales manifestando un abierto uso de la metáfora y de la imagen rayana en el delirio fantástico.

Motel Ciudad Negra  puede considerarse la antesala de la escritura de los libros actuales de Gaete,  Hotel Prat  y Barrio. Un flujo de escritura breve y deslindado que se condensa  y sitúa en el espacio de un motel, que entregado a los ritmos que propone el espacio-escritura, resalta las relaciones de movimientos y lugar por sobre cualquier severidad temática. Este esculpir la carnalidad y sus circularidades que no se repliegan dentro de un texto continuo de prosa enjundiosa y lacerante. Hay aquí praxis de lo no fijo que, en su búsqueda y evolución, hará de las propuestas posteriores ejercicios cada vez más libres. 

Esta suma narrativa propone una presencia imponente a través de su diferencia. La singularidad de sus imaginarios, que no se condensan meramente por las temáticas y el espacio, sino por cómo se abraza una renovación narrativa, un borde que atisba diversas perspectivas en que el realismo literario se hace limitado para referirse a lo real. Lo que Gaete propone es la búsqueda de perspectivas constantes, sin inhibición de su propia tentativa, para abarcar los intersticios no solo de la ciudad, sino particularmente de los mecanismos cotidianos locales entendidos como horizonte.

 

 

 

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Cristóbal Gaete 
(1983) es periodista y autor de Valpore  (2009, con ediciones subterráneas entre Chile, Argentina y Bolivia),  Paltarrealismo (2014),  Motel Ciudad Negra  (2014, Premio Municipal de Literatura de Santiago) y Crítico  (2016). Ha sido antologado en México (en la revista Punto de Partida, UNAM), Estados Unidos  e Inglaterra.  Actualmente es editor del suplemento literario La Palabra Quebrada y trabaja en varios otros oficios de la literatura vinculándolos al territorio.




 



 

 



 

 

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