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Los Ejercicios Respiratorios de Nicanor Parra y la presencia de la poesía de Walt Whitman
en el proceso de consolidación de los textos antipoéticos.


Cristian Geisse Navarro
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile
Publicado en PosLit N°2, primavera 2007
Revista Electrónica de Literaturas y pensamientos latinoamericanos UCV


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Resumen:

 Ejercicios Respiratorios de Nicanor Parra, corresponde al poemario en el cual revisaremos, desde un enfoque comparatista, la irradiación que la lectura de Walt Whitman ejerció sobre ellos. Esta pregunta nace a partir de las declaraciones hechas por Parra, donde manifiesta la importancia que tuvo Whitman en un momento que el califica de transición hacia la antipoesía. A partir de estas premisas, intentamos observar y describir aquellos elementos que permitieron forjar los antipoemas.

Palabras Clave: Nicanor Parra, Ejercicios Respiratorios, Walt Whitman, Literatura Comparada.


 

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1

Desde que Martí en 1887 escribiera su artículo para el Periódico  El Partido Liberal  haciendo una apologética y entusiasmada descripción de la obra de Walt Whitman, los autores latinoamericanos que reconocen la importancia del norteamericano son innumerables. Chile en este sentido ha acusado recibo de esta impronta de modo notorio. Andrés Morales considera que “al relacionar la poesía de Walt Whitman con la escrita en Hispanoamérica y especialmente con la poesía chilena, es inevitable pensar en la figura de Pablo Neruda”, resaltando además que la “ligazón de Whitman con la Mistral, Huidobro y De Rokha es insoslayable” (79). Para Morales la obra del norteamericano también debe de haber sido “lo suficientemente conocida” por poetas tanto de la llamada generación del ‘38, como por la del ‘50, ‘60 y ‘80 (78), aunque tal vez su revisión no sea lo suficientemente exhaustiva.

Nuestro objetivo no pretende ser tan vasto como el examen y la ampliación de estos planteamientos, sin embargo, creemos que el análisis de la irradiación de Whitman sobre Parra, puede presentar elementos claves para la comprensión de una obra que hoy en día parece fundamental en cuanto podemos considerarla junto a Goic “la actividad innovadora de la mayor efectividad en la transformación de la dicción poética” ya que ha ejercido un “extenso influjo en la poesía hispánica en general” (Goic 177-178). En el caso de este trabajo nos focalizaremos en un momento específico de la trayectoria literaria de Nicanor Parra, lo que nos permitirá acotar nuestro objeto de estudio, abordando una parte de su obra no suficientemente estudiada hasta el momento.

2

El hecho comparatístico que da pie para este trabajo surge de una serie de declaraciones hechas por Nicanor Parra a distintos investigadores, donde manifiesta la importancia que Whitman tuvo en un momento que él mismo ha calificado como “de transición” hacia la antipoesía (Benedetti 297, Morales 194). Ejercicios respiratorios, es un conjunto de poemas constituido por veintiún textos encabezados con números romanos. Parra escribió estos  Ejercicios  entre el año 1943 y el año 1945, durante su estadía en Rhode Island, mientras cursaba un postgrado de Mecánica en Avanzada en la Universidad de Brown. Publicados por primera vez en el año 1954 en la revista chilena Extremo Sur erróneamente bajo el título de Ejercicios Retóricos, acaban de ser reeditados en el primer tomo de sus recientes Obras completas, en un apartado independiente que reúne “aquellos textos que él mismo ha dejado en los márgenes de su trayectoria, ya fuera porque apuntaban en direcciones desechadas o porque no terminaban de encajar en el orden de sus intenciones” (Obras completas XIII). La sección en la que ubica los Ejercicios, lleva el expresivo título de  Los trapos al sol, acuñado por el mismo antipoeta y que, incluidos voluntariamente en esta suma de su trabajo literario, son para él textos de algún modo significativos y entregan claves para la comprensión de la que podríamos considerar la secuencia “canónica” de su quehacer en literatura. El hecho de que se escribieran durante el silencio editorial que va desde ese “pescado de juventud” (Piña 22) que es el  Cancionero sin nombre (1937) y la que podríamos considerar la primera consolidación de sus proyectos antipoéticos, esto es  Poemas y antipoemas  (1954), nos abre la posibilidad analizarlo como un punto clave dentro de su producción, donde podemos observar la irradiación que la lectura de Whitman ejerció sobre ellos. A partir de estas premisas intentaremos observar y describir aquellos elementos que permitieron forjar posteriormente el tipo particular de textos poéticos hoy conocidos como antipoemas, cuyas características han sido descritas por un vasto número de estudiosos, de los cuales nosotros rescatamos para nuestros fines a dos: Iván Carrasco y Federico Schopf.


3

Es necesario comenzar señalando que Parra confiesa que en los inicios de su trayectoria “tenía una opinión muy limitada de lo que era un poeta, y en forma muy difícil y muy dolorosa fui ampliando este punto de vista” (Morales 192). Muestras de estas limitaciones serían su asunción de Whitman como un modelo bastante rígido y absorbente, aunque no deja de reconocer que su contacto con la poesía del norteamericano lo habría guiado en sus “primeras incursiones hacia un lenguaje más democrático y hacia una poesía más de la calle” (Benedetti, 297). Según su testimonio, su lectura más decisiva con anterioridad a la de Kafka, habría sido la del estadounidense, y el primer acercamiento con sus textos se habría producido aproximadamente en 1938, gracias a la traducción del poeta uruguayo Armando Vasseur:


Quedé absolutamente anonadado por el torrente volcánico tanto lingüístico como de imágenes de Whitman (...) Me llamó mucho la atención el lenguaje que en inglés se llama relaxed, un lenguaje más o menos suelto. Esa es una poesía abierta: no hay métrica estricta ni un lenguaje poético convencional. Los poemas son como poemas-estudios, y no poemitas líricos. La descripción tiene una gran importancia en la poesía de Whitman. Incluso hay narraciones, pequeñas historias que intercala en su obra  Hojas de hierba. El oficio de Whitman, la gran cantidad de materiales y la soltura con que los trabaja, y una cierta vehemencia pasional con que se acerca a ciertos temas, creo yo que fueron las líneas de desarrollo de su poesía que más me tocaron. Al extremo de que consideré que todo mi trabajo anterior estaba fuera de foco, y no escribí más romancitos tipo  Cancionero sin nombre. Traté de aprender la jerga whitmaniana y escribí un sinnúmero de poemas bajo la influencia de Whitman. (Morales 192)

En  Ejercicios respiratorios  no observamos una imitación cabal del verso libre de Whitman, de esa “sístole y diástole de un pecho poderoso” que D.H. Lawrence dice apreciar en sus “versículos” (Paz 72), aunque sí, podemos atribuirle a sus lecturas del norteamericano, una liberación de la métrica que sí se observa en  Cancionero sin nombre, la que —si atendemos también a las propias palabras de Parra— tendría sus raíces en la aplicación del modelo garcialorquiano a sus temas poéticos de entonces, con una abundante utilización del romance y la poesía lírica popular española. (Morales 192, Piña 21, Benedetti 297).

Nos podríamos sentir tentados a pensar que el lenguaje “relaxed” de Whitman que habría llamado poderosamente su atención, es uno de los puntos de partida para la presencia del lenguaje cotidiano y el habla coloquial en sus poemas, característica por lo demás destacada hasta el cansancio en el estudio de su antipoesía. Pero es fácil comprobar que esta apreciación es sólo parcial.

En primer lugar hay que resaltar el hecho de que el lenguaje coloquial ya se encuentra en  Cancionero sin nombre  y que formaba parte de su proyecto poético relacionado con el grupo de “Los poetas de la claridad”, los que —según su propio testimonio— se consideraban así mismo “paladines de la claridad y la naturalidad de los medios expresivos” (Obras Completas 710).

Para Schopf la utilización de ese lenguaje en la estética de Parra tiene sus raíces más bien en la continuidad de ciertas tendencias vanguardistas ligadas al surrealismo y al dadá.


Ya en su primer libro,  Cancionero sin nombre  (1937) había recurrido el poeta al discurso coloquial del campo y la ciudad, a imágenes rurales y la provincia en la capital, etc. Pero su relación con estos materiales estaba todavía mediatizada, estilizada, adulterada por una concepción populista y pequeño burguesa de la poesía y la vida. Aún no podía hablarse de una recuperación moderna, poéticamente diferencial del discurso cotidiano en la producción de Parra. Es de la actitud vanguardista (...) que va a recibir Parra un respaldo decisivo para la incorporación del discurso cotidiano en los antipoemas. (Schopf 230)


De todas formas, puede afirmarse que la utilización de la lengua popular, tanto en Whitman como Parra, se convierte en un antídoto contra la afectación y el lirismo. “Whitman considered slang the archetypal language patter because it refused to accept the artificial limits of custom and “delicatesse”. (Friedman 443).


De este modo es factible apreciar un pequeño avance en la recuperación moderna del discurso cotidiano y la oralidad en los Ejercicios Respiratorios, donde observamos un alejamiento total de la temática de la ruralidad y la provincia, y en cuyos versos podemos encontrar la agresiva presencia de lo urbano, marcados por la angustia y la degradación:


Concurro a vastos jardines abandonados,
Deambulo entre sus ruinas,
Desde donde se divisa un puente y algunas fábricas deshabitadas
Los tarros de conserva que se acumulan en esos lugares,
Las botellas vacías,
Las hojas de viejos periódicos,
Que flotan sobre las aguas sucias del estanque como viejos, desteñidos cisnes,
Oprimen mi corazón y lo cubren de negros crespones
(Obras Completas  681)


Esta presencia de la ciudad y lo urbano en todo caso se aleja bastante del ánimo exultante y enardecido de aquel “lover of populous pavements, / Dwellwer in Manhhatta” que es Whitman (50). También es necesario notar que el surgimiento de esta coloquialidad se encuentra intercalada entre giros lingüísticos llenos de afectación y el frecuente uso de una segunda persona plural totalmente desligada del habla cotidiana de hispanoamérica:


(...) mi corazón vacilante reclama para sí el fuego que emerge de vuestras teas:
De dónde venís y hacia qué lugares desconocidos dirigís vuestros pasos.
(Obras completas 683)

Qué perturba tu mente ¡oh bella pobladora del bosque!
Mientras tu esposo te estrecha rigurosamente en sus sueños,
Tú, trastornada, sombría, rindes tu belleza al incorpóreo dios de la soledad, al
olvido.
(Obras completas 687)

Me dices que no debo marcharme,
Que no hay razón que justifique mi partida,
Que por favor, que la vida sin mí..., en fin.
(Obras Completas 687)


De lo que se puede deducir fácilmente que la recuperación moderna, poética diferencial del lenguaje cotidiano por parte de Parra, está lejos de ser definitiva en este conjunto de poemas. Pero más allá de eso, en esta misma dirección, debemos atender a aquello que Carrasco siente como un imperativo a hacer notar en cuanto a la antipoesía:


...me parece necesario dejar muy en claro que la antipoesía de Parra no es una literatura de la oralidad, de la cotidianidad ni del coloquialismo, sino un modo distinto de producción textual fundado en el conocimiento, manejo y transgresión de operaciones textuales de lectura y escritura singulares y específicas. (21)


Modo de producción textual que en aquella época, donde la opinión y los conocimientos de Parra sobre poesía eran “muy limitados” (Morales 192), todavía no se consolidaba ni encontraba los caminos que la llevarían a convertirse en un texto cuyas operaciones definitorias pasan por considerar:


una instancia antipoetizante que, mediante tres operaciones de reescritura (homologación falsa, inversión y deformación satírica) actúa sobre una instancia antipoetizada constituida por un texto, un género, un estereotipo, un referente o un conjunto homogéneo o heterogéneo de ellos (Carrasco 21)


Factores cuyos primeros desarrollos ya podemos encontrar de modo embrionario en Los ejercicios respiratorios, como intentaremos demostrar más adelante.


4.

Más importante que las torrentosas oleadas rítmicas que se observan en los versos libres de Walt Whitman, parecen ser las descripciones, la narraciones y los “poemas-estudio” que el poeta norteamericano hace aparecer en sus Leaves of grass. Esa soltura en el tratamiento de los temas que deslumbró a Parra tendría –de acuerdo determinados autores- origen en la reformulación de determinada literatura popular de su época.


*
The fact is that form the start Whitman had experimented with popular genres which had themselves taken on subversive and pregressive qualities. The greatest poetic innovator of nineteenth-century America was nurtured by a popular culture that carried the seeds of a new thematic and stylistic rebelliousness. (Reynolds 105)


Whitman, quien era un aficionado lector de textos sensacionalistas como los “penny newspaper”, la crónica roja y los variados tipos de novelas de aventuras y folletines de su época, parece haber actuado mediante la asimilación tanto de estas instancias de la cultura popular como otras de las que fue un atento observador, buscando reproducirlas deliberadamente en una poesía que “sanitizaba” y “transfiguraba” sus temas e imágenes (Reynolds 309).


Several comentators, including Emerson, compared Leaves of Grass to penny newspapers like the New York Herald, and for good reason: the poem is riddled whith the kind of violente or shocking images that filled the penny press. The suicide sprawled “on the body floor of the bedroom”; the lunatic “carried at last to the asylum a confirmed case”; the amputated limb that “drops horribly into a pail”; the drowning of the beatiful swimmer; the sordid experiences of the opium eater and the prostitute; the constant references to diseased people and rotting corpses –these are typical images that made some regards Leaves of Grass as a kind of poetic penny paper reporting grimy aspects of american life. (Rynolds 310)


Esas “shocking images”, absorbidas de la cultura, los medios y la literatura popular, buscaban ser reinterpretadas de tal forma que se incorporaran al nivel de lo natural, que en el caso de Whitman no excluiría ningún aspecto de la vida (Rynolds 321). De esta forma podemos observar como el nortemericano intercala tales imágenes –en el caso de la sección 15 de Song of my self que es de donde Rynolds extrae sus escabrosos ejemplos y de donde también tomamos los nuestros- con otras, diríamos más amables, como escenas en el teatro, la carrera de niños a la cena de Acción de Gracias, el carpintero en su taller, la contemplación de un cuadro, una joven esposa restableciéndose después del alumbramiento de su primer hijo y otras:


The pure contralto sings in the organ loft,
The carpenter dresses his plank, the tongue of his foreplane whistles its wild ascending lips,
The married and unmarriede children ride home to their Thanksgiving dinner,
(...)
The connoisseur peer along the exhibition-gallery whith half-shut eyes bent sideways,
(...)
The one-year wife is recoveringan happy having a week ago borne her first child
(The complete poems 76)


Podríamos considerar una afinidad entre estas operaciones whitmanianas y los procedimientos de Parra al momento de elaborar sus antipoemas. Esto, si hacemos caso a Schopf, para quien, los recursos expresivos del antipoeta se caracterizan por su heterogeneidad y provienen de tradiciones diversas, aunque predominantemente de la cotidianidad:


destacan imágenes de la vida diaria (...) y pedazos sueltos del discurso cotidiano u otras formas del discurso social: frases hechas, fórmulas burocráticas, slogans de la propaganda comercial, dichos de marinero, estructuras sintácticas del habla coloquial, titulares de periódicos, (...) la confesión, el relato periodístico, etc. (230)


La gran diferencia se encontraría en que la dislocación que estos recursos expresivos utilizados por Parra no son transformados ni reelaborados, sino que mantienen su apariencia original, se convierten en fragmentos que, conservando su “marca de fábrica”, buscan provocar y escandalizar en consecución de la denuncia crítica, aunque desplegando además otras dimensiones inquietantes de sí mismas y de la sociedad en que fueron halladas (Schopf 230).

Pero como sabemos, Ejercicios respiratorios es un conjunto de poemas que se encuentran en una etapa de transición hacia la antipoesía, y posiblemente sus “shoking images”, algunas de ellas extraídas de la cotidianidad, sí se encuentren reelaboradas, aunque no buscan ni la resanitización, ni la incorporación al nivel de lo natural en una nueva totalidad, donde nada quiere ser excluido. Más bien puede decirse que son una muestra más de la angustia y agotamiento, de la degradación de un hablante lírico que en su percepción del mundo, se aleja bastante del de Leaves of grass, aunque siguen la huella de esas enumeraciones directas y aglutinantes que son uno de los principales recursos estilísticos de Whitman:


III
Los infames que me persiguen,
Los miserables que viven a mis expensas,
Los filisteos que pueblan los jardines,
Las ratas hambrientas que muerden mis pies anestesiados por el sueño,
Las flores líquidas que flotan en mi cabeza como cadáveres sin rumbo,
Las arañas que hunden en mi pecho sus poderosas bocas,
Las perniciosas mujeres que recojo en las calles y arrastro a mi guarida,
Los pequeños, pegajosos monstruos que pululan en las aguas sagradas,
Las sangrientas ramas de los árboles que la tempestad sacude,
Los caballos recién degollados por insaciables dioses.
La nieve sucia amontonada contra un muro en ruinas.
(Obras completas 680)


Estos versos tienen un tono que se mantiene en todo el conjunto, lejos de las entusiasmadas y enardecidas invocaciones o introspecciones de Whitman. La actitud del hablante lírico de Parra se distancia notablemente de aquél, quien se acerca a lo cotidiano con gesto confiado y maravillado.


Thither every-day life, speech, utensils, politics, persons, estates;
Thiter we also, I whith my leaves and songs, trustful, admirant... (46)


Y por supuesto, el sujeto de la enunciación en los Ejercicios está muy lejos de ser uno de aquellos lectores, palpitantes de vida, orgullo y amor al que Whitman dedica sus cantos en la última de sus Inscriptions: “Thou reader throbbest life and pride and love the same as I / Therefore for thee the following chants” (Whitman 49).

En vez de eso, el hablante de los poemas de Parra se encuentra


IX
Hastiado de la Poesía,
Embrutecido por el ruido monótono del mar,
Asqueado de los estridentes pájaros,
De las flores y de las funerarias estrellas...
(Obras Completas 683)


Las breves narraciones, épicas en el caso de Whitman, tal vez arrobadas y llenas de complacencias de sí mismo, en Parra revelan confusión, inseguridad e incomunicación:


XI
A veces me olvido de las personas y de las cosas
Insensible a las magias del arte y a los encantos de la naturaleza,
Olvido los objetos y las palabras que los representan
Y como un iluso aparezco en los jardines,
En las estaciones de ferrocarril,
En las reuniones públicas,
Fuera de mí,

Sin referencias al porvenir ni al pasado,
Chocando algunas veces con los árboles
Y con los mendigos que miran al cielo...
(Obras completas 684)


Y en esto ya hay bastante de uno de los elementos principales de la configuración del protagonista de los antipoemas. Según Schopf:


La situación característica del protagonista de los antipoemas es la deambulación. Sus desplazamientos en la ciudad –inicialmente orientados al cumplimiento de las metas que se había propuesto confiado en el medio y en sus medios- se van transformando progresivamente en una búsqueda de comunicación; también en una búsqueda de la verdad. Pero su acercamiento al prójimo siempre fracasa... (150)


Situación que se confirma en la continuación del poema anteriormente citado:


Suelo embarcarme en demoledoras discusiones con los transeúntes
Por motivos relacionados directamente con la muerte,
Cogidos de la solapa rodamos al pavimento entre la multitud que nos hace rueda.
(Obras completas 684)


Esto nos lleva a la característica más notable que confronta a estos dos poetas, y que dio los frutos más poderoso en el camino a la consolidación del texto antipoético: la revelación de la incapacidad parriana para crear un héroe del tipo whitmaniano y el surgimiento del antihéroe en su producción poética, lo que a final de cuentas podría considerarse un primer acercamiento a la operación textual de homologación aparente que Carrasco señala como distintivo de la antipoesía (52), y que en este caso, tendría una casi involuntaria instancia antipoetizada en el sujeto de enunciación característico del norteamericano.


5

En 1970, cuando tuvieron lugar las entrevistas realizadas por Leonidas Morales a Nicanor Parra, este declara:


Traté de aprender la jerga whitmaniana y escribí un sinnúmero de poemas bajo la influencia de Whitman. Pero resulta una cosa cómica: que mientras trataba yo de hacer esas imitaciones, esos ejercicios whitmanianos, algo fallaba por la base. Los poemas de Whitman eran poemas wagnerianos y yo podía pescar a ratos esa onda, pero después como que se producían algunas pifias, los personajes empezaban a deshacerse y el héroe se transformaba en un antihéroe. Eso me causaba a mí en un comienzo una gran desazón, porque no podía yo estructurar un personaje heroico. (...) Yo quería eso, pero resultaba que mi vocación era otra. Solamente cuando me di cuenta de las limitaciones de Whitman, solamente en ese momento me di cuenta que lo que podía haber de valioso en esos ejercicios era precisamente un personaje que pugnaba por entrar al poema, que era el antihéroe, y lo demás, esos acordes wagnerianos, estaba perfectamente fuera de foco. Cuando entendí que la cosa iba por ese lado, que el antihéroe tenía un perfecto derecho a existir, de la noche a la mañana escribí un poema como “La víbora”. Ese fue realmente el primero de los poemas postwhitmanianos. (192-193)


Las características de este héroe whitmaniano forman parte de una de las definiciones más socorridas y a primera vista evidentes del hablante lírico de los poemas de Leaves of grass. Algunas palabras de Enrique Sandoval Gessler pueden servir para darnos cuenta de este tipo de impresiones: “Nos encontramos con la actitud visceral del hombre que se hace a sí mismo, del hombre que ha cultivado la autoconfianza, del hombre universal” (201). Aunque, por su puesto, en realidad las características de ese hablante lírico son mucho más complejas que la primera visión que puede tenerse de ella, cosa que superficialmente hace notar Fernando Alegría cuando señala que: “como ya se ha dicho tantas veces, Whitman no fue un poeta de un solo plano; no siempre fue el gigantón sencillo, sano y saludable que vieron sus discípulos” (Walt Whitman en Hispanoamérica). La complejidad de la elaboración de este “héroe whitmaniano” ha sido descrita por Bloom de forma sucinta, utilizando los propios términos de Whitman, el que divide en tres componentes su “cartografía psíquica”: el alma, el mí mismo, el yo real (Bloom 283). No nos detendremos en la descripción de esta “cartografía” (que tiene su origen en ciertas interpretaciones de la filosofía trascendentalista desarrollada por Emerson), más aún tomando en cuenta que posiblemente la “influencia” que ésta ejerce sobre Parra, puede perfectamente comprenderse en el sentido que Bloom le da a tal término, esto es, como un error de interpretación por parte del poeta influenciado, la que ocurriría precisamente “con el objeto de despejar un espacio imaginativo para sí mismos” (La angustia 13). Es de esta forma como podemos percibir ese surgimiento del antihéroe parriano, precisamente como una reacción al héroe whitmaniano:


Incluso en muchos poemas intenté seguir ese estilo, ese tono, pero me era muy difícil y los personajes heroicos no me resultaban para nada, se deshacían en el camino. Después, cuando ya me informo, estudio y uso un poco la cabeza, me doy cuenta de que la poesía de Whitman es muy acotada históricamente: es una poesía solemne, del ego, homosexual. (Piña 22)

Son poemas abiertos, extensos, sin métrica tradicional y con versos muy largos, en que hay todavía un punto de vista ególatra, la egolatría whitmaniana. Bueno, cuando Whitman se me cayó a mí fue cuando descubrí esta egolatría y la falta de sentido del humor, y además su morbosidad erótica, homosexual. Todo eso influyó y en un momento dado se me deshizo y pasé entonces a otra etapa, que es la etapa de los antipoemas propiamente tales. (Morales 194)


Algunas de las características de la poesía de Whitman ante las que dice reaccionar Parra (solemnidad, egolatría, homosexualidad), son las mismas que Bloom resalta de él:


Creo que Emerson acertó al ver en Whitman al chamán norteamericano. El chamán, necesariamente, tiene el yo dividido, es sexualmente ambiguo, y resulta difícil distinguirlo de lo divino. Como chamán, Whitman es infinitamente metamórfico, capaz de estar en varios lugares al mismo tiempo... (El Canon 287)


Creemos que se puede constatar algunas de estas reacciones al “héroe whitmaniano”, que ayudan a configurar al sujeto antipoético, en los Ejercicios Respiratorios.

En primer lugar, siguiendo a Schopf, podemos destacar el hecho de que la desublimación o desacralización de la realidad y la poesía es también uno de los rasgos esenciales de los antipoemas (240). Esto podemos observarlo tangencialmente en un breve texto de Ejercicios Respiratorios, con las características narrativas y de poema-estudio, donde parecemos asistir a un sutil homenaje a un personaje caracterizado por su actitud herética:


X
Conocí a un estudiante que se burlaba de las religiones,
Blasfemo insigne, penetraba en los templos hablando en voz alta
Y pasaba revista a los ídolos silbando con las manos en los bolsillos,
Mientras los sacerdotes levantaban sobre sus cabezas
Las grandes copas de frutos sagrados
Aquel bufón apoyado contra el busto de un dios
Fumaba a pierna suelta su pipa de cerezo.
(Ejercicios Respiratorios 683-684)


Frente a un poeta que se compara constantemente con un profeta, de quien Bloom señala no encontrar “nada tan intenso, sublime y directo en la segunda mitad del siglo XIX, ni en nuestro siglo ya casi acabado” (El Canon 277), tenemos al antipoeta, quien “no se autorrepresenta como una personalidad elevada o investida de privilegios en su relación con el mundo” (Schopf 212).

Es posible apreciar parcialmente estas cualidades en los Ejercicios Respiratorios cuando observamos a su protagonista como un personaje perseguido por sus acreedores, angustiado por su asedio:


VI
Nuestros acreedores aparecen de pronto en la puerta del jardín
Cubiertos de negros crespones,
Enarbolando cruces
Y polvorientos recibos firmados hace años a la luz de la luna.
Desde la ventana vigilamos sus actos,
Sus gestos de náufragos llenos de algas,
Sus miserables narices enrojecidas por el frío.

Frente a la vitalidad atlética del poeta de Leaves of grass, quien en repetidas ocasiones hace alarde de su salud


I, now thirty-seven years old in perfect health begin,
Hoping to cese no till death....
(63)

Afoot and light hearted I take to the open road,
Healthy, free, the world before me...
(178)

Myself and mine gymnastic ever,
To stand the cold or heat, to take good aim whith a gun, to sail a boat, to manage horses, to
beget superb children...
(265)


Nos hallamos en los Ejercicios respiratorios frente a uno agotado y “paralizado por el miedo y la fatiga” (Obras completas 685), el que coincide casi plenamente con la descripción que Schopf hace del protagonista de los antipoemas, el que vive en “un sentimiento de frustración permanente” (214) y a quien


el exceso de trabajo o de ocio, la explotación económica, la represión sexual, el fetichismo, la explotación sexual, la neurosis y la histeria particular y colectiva, la paranoia, la manipulación ideológica, los vicios del mundo moderno arrastran a situaciones extremas de agotamiento o de pérdida del control sobre sí mismo. (214)


Todo esto ya se observa claramente en Ejercicios respiratorios:


XII
Que mi salud es débil.
Que no resisto los rigores del trabajo intelectual,
Que mi pensamiento es inestable y que a menudo me equivoco en mis apreciaciones sobre
la verdad de las ciencias y las magias del arte.
Que soy descuidado para con mi persona,
Que no me baño con regularidad
Y que mis cabellos y mis uñas crecen sin control,
Que he derrochado mi hacienda en beneficio de los pobres de espíritu,
Que he favorecido más de lo justo y necesario a los enfermos,
Que he permanecido largas horas en los cementerios
Disfrutando paganamente de la soledad y el silencio consagrado a los muertos,
Que en momentos de desesperación y orgullo he escupido el rostro de los ídolos,
Que he vuelto ebrio al templo y he caído dormido en los bancos de las plazas y en los
tranvías,
Y que gasté mi juventud en viajes inútiles y estudios innecesarios.
(Obras completas 685)


Vale la pena destacar además que el antipoeta en su etapa de consolidación busca contraponerse vehemente a un tipo de poeta que tiende notablemente a la solemnidad y a la elevación por sobre el hombre común, poeta cuyo mejor ejemplo para Schopf es Neruda (212). Y aquí la comparación con aquél resulta notablemente útil, si tomamos en cuenta que Harold Bloom lo considera “el auténtico heredero de Walt Whitman” (El Canon 488), a quien habría adoptado como “padre adoptivo” (496) o bien lo considera “un padre idealizado” (491) y al que, de acuerdo a John Felstiner “el soberbio traductor de Neruda al inglés” (491), Whitman habría inspirado “la plasmática solidaridad humana, la celebración de lo material y lo sensual, la conciencia del trabajo y la vida comunes, la apertura hacia la perspectiva humana, el poeta ofreciéndose a sí mismo como redentor” (El canon 492). De esta forma, el rechazo que siente el antipoeta por el sujeto heroico de Whitman, cuyas primeras manifestaciones embrionarias según lo expuesto se encontrarían ya en Ejercicios Respiratorios, son también proyectadas más adelante a Neruda., el que, según Schopf, “había necesitado autorrepresentarse –en diversos momentos de su obra- como un poeta elevado que, más allá del deber mismo, se sentía llamado a cumplir funciones socialmente decisivas con su quehacer poético” (214) y frente al cual “el protagonista de los antipoemas es, en cambio, un hombre del montón: no necesita reducir, ampliar ni sacrificar parte alguna de su personalidad para situarse en el nivel común de los mortales” (214), pero quién además “...tiene dificultades ostensibles para hacer generalizaciones sobre su vida y la vida de otros” (216-217). Todo esto se revela tanto en el sujeto degradado que ya se manifiesta en Ejercicios respiratorios, el que, como ya vimos, es perseguido por sus acreedores, sufre serios conatos a causa de su incapacidad para comunicarse con la gente, confiesa que su “pensamiento es inestable” y que a menudo se equivoca en sus apreciaciones “sobre la verdad de las ciencias y la magia del arte”, que en vez de convertirse en un redentor ha “derrochado su hacienda en beneficio de los pobres de espíritu”, considerando además que ha “favorecido más de lo justo y necesario a los enfermos” y que ha “gastado su juventud en viajes estúpidos y estudios innecesarios” (Obras Completas 685)

Hay que tomar en cuenta que los Ejercicios están fechados entre 1943 y 1945, cuando Neruda ya se encontraba en pleno desarrollo de una etapa de su obra que Nómez y Jofré han identificado como “Épica social” (89-120), mostrando ya todos los atributos que Schopf le concede al hablante lírico de su obra; el sujeto enunciador de los poemas de Parra ya muestra parcial, pero también a veces notoriamente, un contraste importante con el hablante lírico de Neruda y manifiesta embrionariamente características de la antipoesía, ese particular tipo de texto poético que en alguna ocasión él mismo calificó como “antiNeruda” (Benedetti 303). Y esto es ya bastante importante si además tomamos en cuenta que Bloom considera a Neruda el centro del canon latinoamericano, así como Whitman lo sería del norteamericano. (El canon 301). El voluntario rechazo a determinadas características del discurso poético de Whitman, según lo visto con anterioridad, podría estimarse también como las primeras aproximaciones al desafío poético que Parra realizará posteriormente a la que podríamos considerar una de las formas más canonizada de hacer poesía en Latinoamérica, cuyo epígono y centro –según Bloom y tantos otros- sería Neruda “auténtico heredero de Whitman” (El canon 488).


6

De acuerdo a lo observado, cabe la posibilidad de que en Ejercicios respiratorios nos encontremos frente a estrategias textuales bastante similares a aquellas que definen y hacen posible la existencia de los antipoemas.

Por ejemplo, en el caso de los subtextos VI, IX y X citados anteriormente, podríamos estar frente a una primera aproximación a un ejercicio paródico, en el que Parra estaría operando mediante la homologación falsa o aparente sobre los poemas-estudio y los poemas narrativos de Whitman, habiendo reconocido en ellos una estructura propia de una tradición literaria determinada sobre la cual ironiza (Carrasco 52).

También en el caso del subtexto III y el XII, también citados con anterioridad, observaríamos ya el procedimiento de inversión de un modelo, procedimiento realizado contra las normas estéticas y reglas textuales a las que obedece el estilo de Whitman en sus constantes enumeraciones directas y aglutinantes, incluyéndolo como modelo antipoetizado de manera implícita y parcial, sin llegar a hacer explícita su elección de los textos del norteamericano como blanco de agresión. Estaríamos entonces también frente a una deformación satírica de ese tipo de discurso, estrategia textual complementaria a la de la inversión de acuerdo al modelo explicativo de Carrasco (61).

Sin embargo, debemos aceptar -si es que tomamos en cuenta las declaraciones de Parra- que éste no efectuaba conscientemente tales procedimientos antipoetizantes. De hecho, si aceptamos que en Ejercicios Retóricos el chileno se encontraba imitando a Whitman de buena fe, no encontraríamos aquí las fases de realización del antipoema que Carrasco describe en su estudio. No estamos, por lo tanto, frente textos que, como sistemas de comunicación artística particulares, funciona mediante la serie de tres fases que definen su realización: una aceptación aparente, un momento de ambigüedad y la fase de disyunción, como es el caso de la antipoesía (Carrasco 68).


El antipoema es un proceso de rechazo del verosímil establecido por medio de la aceptación aparente de sus estructuras y contenidos, la ambiguación de la relación establecida y la degradación final del modelo por inversión y la deformación satírica. (70)


En el caso de los Ejercicios respiratorios, no estaríamos frente una aceptación aparente, dado que la aceptación y búsqueda de imitación del modelo es real. Él mismo lo corrobora cuando confiesa que tales textos se encontraban influidos por Whitman de una manera parecida a la que Lorca había influido sobre su Cancionero sin nombre, es decir, sintiendo una admiración sin ambivalencias por su modelo (Piña 21, Morales 192), esto explicaría, por lo demás, la enorme desazón que dice haber sentido al no conseguir la elaboración de un sujeto enunciador con características heroicas, acorde con el propuesto por su modelo. Otros poemas de este conjunto, donde el lenguaje poético relajado y no convencional, la presencia de lo narrativo y el centralismo psicológico y egolátrico que encontramos en ellos es una constante, parecen tener fuente en la irradiación de los textos de Whitman sobre ellos.

Son sin duda textos que todavía se enmarcan en la transición hacia la antipoesía, aunque es innegable que en ellos emerge desde ya determinados procedimientos que lo llevarían tiempo más tarde a consolidar el tipo de estrategia textual que caracteriza hoy a la producción de este autor. Elementos como la soltura en el lenguaje y en la métrica, los elementos urbanos y lo narrativo en ellos, revelan cómo la irradiación de Whitman contribuyó de forma constructiva en su formación; sin embargo, de acuerdo a lo demostrado, la resistencia ante elementos la visión sacralizante de la poesía, la solemnidad y grandilocuencia del sujeto enunciador whitmaniano, parecen haber posibilitado de manera más definitiva en la posterior constitución de los textos antipoéticos propiamente tales, cuyo surgimiento podemos datar en 1954 con la publicación de Poemas y antipoemas, y de manera más específica, con la última de sus tres secciones.

Finalmente debemos hacer notar la aparición en 1985 de Hojas de Parra, un libro de antipoemas “hechos y derechos”, cuyo título parece ser una deformación satírica de Leaves of grass de Whitman. Si tomamos en cuenta que, según se manifiesta en este primer tomo de sus obras completas, uno de los títulos que se barajaban antes de el que prevaleció definitivamente era Ejercicios respiratorios (Obras completas1019), nos encontraríamos ante una confirmación de que las pretensiones de parodización de modelos discursivos propuestos por el norteamericano se encuentran en el centro de los procedimientos antipoéticos, no sin antes aceptar que no son los únicos parodizados, ya que a tales alturas la antipoesía no es excluyente en la elección de modelos a ser homologados, invertidos y deformados.

 

 

 



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Los "Ejercicios Respiratorios" de Nicanor Parra y la presencia de la poesía de Walt Whitman
en el proceso de consolidación de los textos antipoéticos.
Cristian Geisse Navarro
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile.
Publicado en PosLit N°2, primavera 2007
Revista Electrónica de Literaturas y pensamientos latinoamericanos
Universidad Católica de Valparaíso