Proyecto Patrimonio - 2020 | index | Cristian Geisse |
Cristóbal Gaete | Autores |







 



Cristian Geisse: La voz del diablo

Por Cristóbal Gaete
Publicado en Suplemento de literatura Grado Cero. Noviembre de 2018



.. .. .. .. ..

A los editores independientes está bueno para mandarlos a buscar la muerte. Se demoran más que la chucha. No siempre ha sido así, pero yo lo entendí sobre todo en mis primeras experiencias. Había una demora cuando uno recién estaba entrando en el sistema, a mí me nunca me llegó a desesperar, pero daba la impresión de que en cualquier momento se caía el proyecto. Y yo he publicado harto en independientes, pagando y sin pagar. Ni menciones en la entrevista "Calabriadas", huevón maricón; contigo Perro de puerto, Inubicalistas, Altazor, Cinosargo, Bordelibre y Hebra. Han sido experiencias súper positivas, uno veía escritores detrás de los editores, gente que estaba interviniendo de una manera no necesariamente precaria, a veces bien combativa y con dificultades el campo literario y cultural; en cada editor hay una posición sobre el sistema. Por otra parte eran los únicos que se arriesgaban conmigo, nadie me conocía, había algunos que se arriesgaron porque pagué, pero fue la minoría.

Sobre los apócrifos, alguien tendría que ofrecerme a ordenar esa parte de mi obra, pero no hay nadie que quiera hacerlo porque no está mi nombre ahí. Me han llegado a decir tú ya tenis un nombre y tenis que dejar de hacer el proyecto de la forma que lo estás haciendo; me parece horrible. Yo tengo dos libros en preparación en la misma línea. Hice un taller y salió la raja, con muy buenas ideas, es un formato que permite crear cánones alternativos, deslizar críticas sobre cómo funciona la cosa, al mismo tiempo dar una percepción sobre de qué manera está viva la literatura, practicar esto de la realidad ficción de manera reflexiva, porque te apoyas en paratextos. En algún momento, en algún programa de literatura creativa, o reuniéndome en un laboratorio con personas específicas, se podría hacer un esfuerzo coordinado que incluyera crítica apócrifa, entrevistas apócrifas, genealogías si tú querís, hasta cierto punto intervenir desde un punto de vista insólito; todo un mundo literario apócrifo en lo que llamo el descuartizamiento del autor, porque se hace colectivamente. Hubo escasos textos críticos de esos libros que hice, pero fueron cómplices, entendieron el proyecto, jugaron en la misma sintonía.

Me interesa que escribir no sea una carga, que ayude hasta donde se pueda, ahora yo entendí que lo más seguro es que no llegue a vivir de esto quizá nunca, cada vez he tenido más posibilidades económicas alrededor de esto, pero nunca al punto de que me ha permitido sobrevivir. Igual he recibido harta ayuda y tiempo, mientras más tenga mejor, pero siempre he tenido que mantener un trabajo alternativo que me permita tener cierta dignidad, para que no anden preocupados de ti, que tú mismo no andes pasando rabia, que no andís a la pecha, que después no haya que hacerte una colecta para que te compren el ataúd. Hay grandes próceres que han estado en esa situación, pero no es lo que me gustaría para mí. ¿A vos te gustaría?

A mí me gusta tener compromisos serios de trabajo, soy capaz de responderlos en la mayoría de los casos, tener un plazo y tener un compromiso real. Soy, en ese sentido, cumplidor, me ayuda a sentarme a trabajar y estoy pidiendo hace rato algo o alguien que me ponga en esa situación. Aparecen cosas. Lo malo de los Fondos del libro es que no está ese huevón ahí diciéndote cumple, a mí me gustaría algo que me diera todavía más constancia.

No me imaginaba que iba a llegar hasta aquí. Yo tengo rasgos de personalidad de lo que llamo el síndrome del impostor, de una persona que siente que le dicen cosas y piensa que no corresponden necesariamente a lo que está haciendo realmente. No tiene que ver con interpretaciones, sino con creer en esto. A pesar de que hay muchas cosas que me confirman que quizá voy bien encaminado, no termino por convencerme, pero creo que se va acercando el momento: "Nunca es suficiente hasta que es más que suficiente", dice Blake.

Busco no saber nada, no estoy en las redes sociales, me sorprende cuando la gente me dice que tengo seguidores, me parece raro. Me parece saludable no creerme el cuento de esa manera. Todavía quizá sea bueno pensar que no hay nada parecido a un camino, a una consolidación, para seguir trabajando fuerte, también es bueno saber qué está ocurriendo para que no haya frustración. Porque un rato hubo frustración, yo me sentí como Alfonso Alcalde en mayo -estoy seguro que en mayo le daba la cuestión: nadie me quiere, nadie me lee y he gastado mi vida en esto-, en un momento llegué a sentirlo con tanta intensidad que casi dejo todo botado. Yo no estaba consiguiendo nada. No había críticas positivas, nunca me invitaban a alguna parte, me estaba costando sobrevivir. Como dice Mario Verdugo, a veces esto funciona en medio de una incertidumbre total. Aun cuando triunfís y tengas un relativo éxito, eso no quiere decir que tu obra sea necesariamente buena. Y aun cuando nadie te pesque y estís trabajando de una forma subterránea y apenas percibida, en una de esas estai haciendo una obra realmente buena. Puede ser que el mismo campo cultural necesite de vos y te convertís en un pararrayo de ciertas perspectivas. Yo odiaría pensar que se recoge lo mio para tratar de diferenciarlo de lo que a ellos no les gusta, como una alternativa; no lo hago para contraponerme a ellos, en los escritores jóvenes sucede, sucede que los campos culturales los necesitan, de repente los ensalzan y llega un momento en que los dejan a la deriva, y el tipo de repente se creyó el cuento.

En Vicuña me puedo sentir cómodo, porque yo soy de allá, nací allá, me críe allá, parte de la realidad más cruda, profunda y brillante la conocí allá, pero nunca mi intención fue quedarme para siempre y a veces me siento medio encerrado. No es porque lo halle penca, es porque el trabajo que hago lo haría desde cualquier. lugar. Está esa mezcla, un refugio, también una prisión. Está ahí una parte importante de mi mundo, pero me da susto que ese sea todo mi mundo, y me agrada vivir allá, pero al mismo tiempo quisiera que nadie me leyera allá, que nadie me viera como un escritor. Uno tiene que escribir de lo que conoce, recomienda Chejov; Vicuña no es lo único que conozco, pero hay experiencias profundas, con las que tengo más sintonía.

Estoy tratando de hacer novelas. Quiero variar, experimentar, jugar con formas, estructuras, sigo trabajando en que lo que escriba no sea difícil de leer. Comprendí en "Catechi" que la fragmentación podía ser más amable con los lectores, menos agotadora. Era originalmente una larga oración, sin puntos ni comas; deformando llegué a esto. El fragmento breve de cierta forma da agilidad y vuelve menos pesado el acercamiento al texto, sobre todo para que los jóvenes puedan acercarse con mayor facilidad. No estoy desesperado buscando lectores, pero espero que se entienda. Una de las estrategias es escribir un libro que a uno le habría gustado leer, no siempre se consigue. Hay ciertos libros densos a los que a mi personalmente me cuesta acceder, disfruto mucho cuando encuentro libros que no son simplones, me atrapan, me llevan y me hacen desear estar leyendo. Hasta Faulkner, ¿has leído algunas partes donde él es gracioso? Es súper ambivalente, porque hay partes donde uno no entiende nada, pero hay partes donde estás disfrutando. Fiódor Dostoyevsky y Walt Whitman valoraban muchísimo la literatura popular de sus épocas, ellos no necesariamente producían ese tipo de literatura pero encontraron recursos allí, que hacen de sus textos también disfrutables. Dostoyevsky no fue un gran experimentador formal, pero la profundidad con que se acercó a la realidad es de máxima intensidad; he vuelto a leer hace algunos años atrás "Los demonios", que fue un libro que durante la adolescencia me pegó una patada gigante y ahora lo hallé medio pechoño, contrapone desnudo un punto de vista sin sentirlo propio, solo para que dialogue con otro con una honestidad brutal, media suicida. Intensidad, es algo que puede ser destacado. Gabriela Mistral es la que dice que el arte no soporta la mentira, y a veces uno detecta de forma casi inmediata cuando hay verdad en algunas propuestas, eso tarde o temprano trae recompensas.

Los poemas son para eunucos, jajaja. Me dan ganas de desarrollar proyectos poéticos. A mí me pasa con la poesía que yo puedo entrar en un trance de trabajo y pasar horas hueviando, y con la prosa no, me cuesta, me tortura; para avanzar tengo que esperar a tener un montón de material, decir «acá hay algo» para comenzar a trabajarlo. Con la poesía es lo contrario, yo puedo avanzar rápidamente, llegar a ese bloque antes. Ese placer me acerca a veces a querer escribir poesía, pero sin mucho convencimiento; de todas formas tengo ahí unos proyectos, y volvería a realizar un libro colectivo. Y si esto prospera, se me ocurren tantas cosas.

No he podido terminar una novela. Todas esas antologías apócrifas son novelas, esta es la de un viejo de 86 años que hace traducciones de canciones de la misma forma que Alcalde hace sus traducciones libres, este viejo se enamora de una forma desesperada porque la mujer es mucho menor. El libro parte con un suicidio, el compilador es Fernando Navarro Geisse, y no he podido terminarlo, tengo todos los poemas hechos. Publiqué con una transnacional para conocer el sistema de adentro, lo escuchaba en las entrevistas no más, fue un poco eso. Lo que pasa es que con las editoriales independientes es un público cautivo, específico, son lectores dedicados, con cierta formación. Yo creo que con Emecé el público se amplía un poco.

Lo de los Pueblos Abandonados estaba en el aire, varias personas lo intentaron hacer con resultados distintos. Marcelo Mellado y Óscar Barrientos lo articularon, nosotros trabajábamos desde la provincia, también Mario Verdugo y Daniel Rojas Pachas. Yo intervengo menos en los campos culturales, no me gusta hacer encuentros, es poco productivo, riesgoso, pero bien urdido se abren posibilidades, como lo que pasó en los Pueblos Abandonados.

Todos se acuerdan de las muertes que ha producido el alcohol, nadie se acuerda de todas las vidas que ha producido el alcohol. Hay cosas que no conocería, espacios a los que nunca hubiera ingresado, gente que no hubiera conocido, a la que nunca me hubiera atrevido a hablar y una literatura a la que nunca hubiera llegado si no fuera por el alcohol. En la relación del alcohol y la literatura, me quedo con la tradición del carnaval: Rabelais, Petronio, Henry Miller, una relación sana y vital, que no necesariamente los hunde sino que los exalta.



 

Proyecto Patrimonio Año 2020
A Página Principal
| A Archivo Cristian Geisse | A Archivo Cristóbal Gaete | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Cristian Geisse: La voz del diablo
Por Cristóbal Gaete
Publicado en Suplemento de literatura Grado Cero. Noviembre de 2018