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La difícil juventud, de Claudio Giaconi
Por S. V.
Publicado en La Gaceta de Chile N°1, septiembre de 1955
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Una muchachita que juega en la calle, que siente rencor contra las primas que se fueron a jugar al frente y la dejaron sola, pequeños gestos, un brillo repentino en los ojos, una mano que hace un ademán inacabado, diálogos reticentes, una sonrisa esbozada. El cuento se llama "En la ventana" y está lleno de estas cosas, no 
es nada más que eso, aéreo, toques imperceptibles para los que Giaconi tiene con bastante frecuencia maestría, que conducen al lector, por lo general sin soltarlo, desde la primera palabra hasta la última.
Nos encontramos ante un escritor, indiscutiblemente. A ratos, ante un gran escritor. La crítica ya lo ha señalado desde casi todos los ángulos. El estilo es grueso, no se detiene en pequeños pulimentos, tiene la particularidad primordial de ir al fondo, de recoger, como una red bien lanzada, el detalle preciso, lo indispensable para que los personajes resulten vivos, seres humanos incontestables.
El registro es amplio y "Desde la ventana" es lo más inocente que se encuentra en él. Por los otros cuentos desfilan las prostitutas, los jubilados moralmente arruinados, jóvenes intelectuales que no saben qué hacer, que van al parque con un libro que no leen, mientras flirtean a la distancia y vagamente hastiados con una señora que vigila el juego de su hija, terminando por irse, cerrando el libro y el vago capítulo del flirt. Un conferenciante joven, nervioso, que se lleva con frecuencia una mano al cuello, que sufre una experiencia kafkiana ante un auditorio compuesto por la joven esposa y cuatro o cinco amigos.
Todo bien captado, a veces el drama, a veces hasta la tragedia y a veces, también, unas medidas gotas de humor. Pero, ¿qué pasa, a pesar de todo?
El libro, desde el título, parece concebido según esta idea negra a priori: todo es aburrido, hostil, desgraciado, triste. En un mundo lleno de conmociones, como el nuestro, en el plano íntimo como en el social. de tantos dolores y, al mismo tiempo, de tantas esperanzas, donde en medio de la más profunda sombra es fácil advertir, cada vez con más frecuencia, los destellos anunciadores, ¿no resulta ligeramente extemporánea la calidad premeditadamente sombría de este libro?
La realidad nuestra, en profundidad, ese torrente de la realidad, al que hay que abrirle todas las puertas, que va mucho más allá, humanamente, del aburrimiento, de la rutina, del pesimismo, de la prostitución (aunque los incluya), no aparece en estos cuentos con toda su riqueza. A esta "dificil juventud", con todas sus cualidades indiscutibles, le falta esa luz. Giaconi muestra que le sobra talento para captarla, para transformarla no sólo en cuentos admirables, como los que aparecen en este libro, sino también en grandes obras.
El hecho fundamental es, sin embargo, que con este libro surge a la literatura chilena un notable escritor de apenas 27 años. Hay que saludarlo.
