Agrotóxicos
Apoyo la hoja dentada del cuchillo
sobre la piel sintética y lustrosa
de la manzana.
En otros tiempos la hubiera comido así
pero ahora, con cierta destreza y gracia la voy haciendo girar
produciendo un frunce circular de pisos infinitos
como las guirnaldas de antes en papel crepè.
La gracia está en no cortar el hilo rojo.
Mi perra, que para el mundo de los perros
tiene 100 años, acompaña ese ritual
desde que nació y se le hace agua la boca.
No te puedo dar esto le digo
mientras estiro como puedo
sobre el vidrio de la mesa
un repasados azul a cuadrillè
y corto la manzana en varias porciones.
Ojos
El silencio precario
de los asistentes
es algo que incomoda
pero necesitamos.
Cabeza de buey
A medida que cortamos
los pescuezos de las pescadillas
el agua sube y drena, lava y si se quiere
de alguna forma purifica el lugar.
La sangre, las tripas y las escamas
imponiéndose sobre ese vaivén
de la misma forma que las palabras
que no quieren despegarse del verso
deben vérselas con el corte
de la respiración
o algo que acomode.
Faena
Hundir el filo en el pelaje
y tirar para arriba
lo justo para no desgarrar.
Un olor mustio reverbera
sobre la luna que trata
de abombarlo todo.
Meto las manos
como una caricia hueca
abriéndome paso
entre las membranas calientes
y la avena húmeda.
De camino a los pastos
la sangre de a poco
merma su letánico goteo.
Si es necesario hay que frotarse
un poco de grapa entre las manos,
prender un pucho y seguir.
Howl
Un hombre solo
tipeando en calzoncillos
sobre una notebook
que supo de tiempos mejores
y hoy tiene las bisagras pegadas
con cinta scotch.
Cada tanto se detiene
a rezonar la espalda
o prender un pucho
frente al poster del año 96.
Allí Francescoli
levanta en andas
a un joven Crespo
tras clavar un gol de chilena
frente al Sporting Cristal.
Ahora que el tiempo nos arrincona
y Crespo es un técnico que peina canas
no me quedan dudas que la única
posibilidad real para huir de acá
nunca estuvo en mis manos
sino en mis pies.
De Bellavista
ORDEN Y PROGRESO
Con lo que el viejo dejaba en una lata
de leche Nido cuando venía del sur
llegué a unos Fulvence blancos tapones fijos
que usé hasta en la escuela.
Los abuelos suelen recomendar
a sus nietos el uso exclusivo
en los días de partido
una vez ablandado el cuero.
Cada dos semanas
les pasaba pomada cobra negra
con cepillo como Karate Kid:
“Demasiado brillo es ser fifí”
En su época se usaban los tapones de madera,
daban vuelta en el medio de la cancha
una bolsa que contenía todos los botines de la institución
y te ponías lo que encontrabas o te jodías.
Te levantabas antes de caer del cagazo a rasparte.
No existía ni ají spray ni canilleras y el entrenamiento
constaba en subir y bajar las escaleras de la tribuna
que llevaba el nombre del socio fundador “Ignacio Nicolás”.