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Alberto Moreno se me apareció en la Feria
A propósito de la presentación de Pretextos para los días. CRANN, 2015
Por CG. Parés Fuentes
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En la situación en que un “niño” Poeta es franqueado en la mesa de su presentación en FILSA un día cualquiera por tres personas, al parecer todas Poetas, y una de esas personas sea Carmen Berenguer, convengamos desde ya en que el tipo en cuestión, el niño, no pasaría desapercibido. En el acto hablan de él cuanto corresponde a ellos-a hablar o leer, no sin cierta solemnidad en el compromiso; de pronto escuchas que el libro se llama algo de Pretextos y algo más tarde, cuando ya terminan el lanzamiento, que lo regalarán. Partí, estaba casi a una cuadra del escenario que siempre hay para estas cosas, bajo una carpa de libros y comida Hice una breve cola de dos personas anteriores y al llegar le dije al Poeta que quería su firma y que lo había escuchado del Stand del otro lado, lo último casi, de una editorial de Aisén, de Coyhaique, Ñire Negro, carbonizada y proteínica materia a las letras como la miel a la más rica hallulla tibia de la ciudad.
Es bonito el libro de Alberto, una delgada estampa suave que se mueve con gracilidad, sin apretujones de la materia o excesos de gráfica, un libro que intenta imponerse desde la portada con una visualidad algo clásica de primera. Al leerle, un rato después de pasar el estado de curiosidad, te parece ya menos convencional el autor, aunque utiliza todas las armas del convencional lenguaje y es como un caballero abrumado que de pronto saca una rosa con una sensualidad intimidante. Se me apareció Alberto del Albertío, ayer, después de la micro en la que hace una semana me había ido leyendo su libro, Pretextos para los días. Crann Editores, Colección Códices. Todas palabras muy finas, alergia inicial de una buena compostura verbal. Estaba parado frente a mí, pregunto si era tal y le dije que sí, no esperaba verlo de nuevo, llegó hasta el lugar y se me hizo carne el hablante lírico de Moreno alocado por Berenguer. Dijo que así como ella había estado en su presentación, le correspondía a él estar ahora en la de ella, y sin más partió. Luego vi a Carmen Berenguer a pasos del baño, con colores fuertes en su ropa. Una poeta de cabellera.
Foto Presentación en FILSA. Fuente: Facebook de Editorial Crann. Moreno hacia el final,
quizá mirando fantasmas, escuchando sus pretextos.
Esta mañana después del gentil saludo de Alberto he agarrado el libro para olisquearlo y terminar de leer su incipiente armadura griega, filosofía común tintineante en la que encuentro comodidad, gestos cotidianos, pantuflas esperando, palabras comunes como aviones en el cielo: Beckett -y su pobreza, según un crítico inglés, Frank Kermode, reseñado por la buena de Jessica Atal K. La palabra Oxímoron, la palabra Lihn, cierto jazz precursor y trabajado con durmientes de ferrocarril, obsesiones como pensar en Lewis Carroll recurrentemente, despellejar la política como el cuero de un animal tabú, lejano e ido, cerca de un árbol o un computador. También me es cotidiano y relevante el que usemos el mismo papel, él para hacer su libro y yo para hacer los cuadernos que coso con desafío de materia. Un exquisito papel donde finas palabras e ideas como a las que induce Moreno, lucen de un modo particular y merecido. Su fineza no es impuesta ni falsa, se siente natural, como paisaje orgánico. Tiene un paladar quizá de Montecristo.
Títulos de Editorial Crann, el segundo de la izquierda es el texto en referencia, Pretextos para los días,
de Alberto Moreno, Poeta y Antropólogo.
El libro cuenta con varios poemas muy buenos, pero al revisarlo -como una mariposa aleteando en un lugar- tengo patente la sensación de la lectura de Materias de extrañamiento, esa dedicación telonera hacia Lihn me une a su papel ivory, como si fuese un poema frazada para los pies. Mucha cercanía con el joven Moreno, estando claramente distanciados en edad, territorio, experiencia biobibliográfica, género. No he leído el prólogo a este libro en esta ocasión, o sea, aún tengo el prólogo de Berenguer, del que algo escuché esa noche, hacia el final en aquel escenario desde donde se transfería algo de luz en partículas y ondas. Ambas hacen de respuesta a las cuestiones primordiales que propone Alberto Moreno. Una poética despierta, actual, capilarmente dejada en el hoy con trancos de pasado y canales urbanos, con el desasosiego de varios personajes, con los hitos fotográficos de gente estulta, parecida a la caparazón del poeta. Es un incienso penetrante. Una vara alta que se quema lentamente al inducirnos la luz del día. Falta hablar de otros personajes y estados, pero mucho mejor que falte a sobrar en un comentario. Me inclino a recomendar especial atención al leer Santiago no era una fiesta, Sucede y Sobre el paradigma, su fracaso y la sangre prometida, textos muy buenos en notables registros magnéticos.