Proyecto Patrimonio - 2020 | index | Claudio Guerrero Valenzuela |
Marco López Aballay | Autores |





 



PEQUEÑOS MIGRATORIOS
De Claudio Guerrero Valenzuela

Por Marco López Aballay
—Escritor



.. .. .. .. ..

Al abrir las páginas de Pequeños migratorios (Ediciones Inubicalistas, 2015) del poeta Claudio Guerrero Valenzuela (Santiago, 1975) nos encontramos ante una panorámica de múltiples retratos que cobran vida desde hace cuarenta -o más- años. Podríamos pensar entonces en un baúl de recuerdos, en donde innumerables protagonistas depositaron su experiencia de vida, o, mejor dicho, lo que les marcó para siempre; el dolor, abandono, violencia, llanto y muerte.

El primer capítulo Los exterminadores se construye de voces violentas y autoritarias. En donde la fuerza se impone sobre la razón y toda persona que piense diferente debe ser castigada por medio de la tortura, o bien, pagar con su muerte si fuese necesario. El discurso entonces apunta a un claro objetivo; acallar la voz, extinguir la memoria, construir una sociedad en base al orden, disciplina y obediencia.

En Villa de las ánimas se nos presentan -como en una especie de álbum fotográfico- varios personajes víctimas de una historia de terror. Una tras otra las imágenes muestran la tortura en su más amplio espectro; violación, parrilla eléctrica, golpes, oscuridad, llanto, locura, miembros sexuales expuestos como escondite de ratones. Cuyo telón de fondo es una casa cubierta de paredes frías, oscuras y malolientes, donde conviven seres vivientes y otros a la espera de su muerte.

En el capítulo Casa abandonada oímos la voz de fantasmas sobre un escenario de atmósfera densa, cuyo aire a ratos se torna asfixiante e irrespirable, lo cual nos obliga a salir un instante y así reflexionar sobre lo que vemos -o creemos ver- frente a nuestras narices. Pero en esa casa abandonada cohabitan la víctima (niños e hijos de los protagonistas) y el victimario (adultos pertenecientes a una institución de poder) como energías que se entrecruzan fluyendo a la vez en tiempos y dimensiones distintas. Donde cada cual bifurca su sendero en busca de la verdad; alegría, violencia, convivencia familiar, muerte, contemplación o pesadilla. Cada uno de ellos busca su espacio, lo alimenta y lo eterniza en flashes fotográficos en blanco y negro.

En el Hilo de las horas el tiempo presente se nutre de fantasmas y voces del pasado. Las heridas están cicatrizadas y el recuerdo doloroso no se altera con la emoción. Aquí los niños continúan en su rol protagónico (una especie de monólogo en busca de respuestas sin que nadie les ayude). Ellos buscan -en un espejo difuso y lleno de niebla- la mano del padre o la madre quien les diera la vida. Sin embargo, al otro lado lo único que queda es la muerte inevitable.

Lo que nos queda entonces es una mezcla de versos que apuntan a visibilizar lo acontecido en la época de tortura en nuestro país, pero siempre en un círculo cerrado, donde los hablantes parecieran estar a miles de kilómetros de quienes sufren similar situación.

Para finalizar dejamos un poema que representa a grandes rasgos el contenido de este libro:

Despierta asustado al alba
por un carruaje que atraviesa su guarida
-ese jardín ahogado y trémulo bajo la lluvia y
respira el alma de sus padres muertos
que traen al niño que reclama
la leche de la loba.

En instantes
siente miedo de los pechos mutilados de su madre
que sangran sobre una bandeja
su boca zurcida
y seca.

A continuación
se espanta del silencio prolongado de la noche
-ningún bebé llora-

Finalmente
ve a su madre que llora en un rincón
su ceniciento fuego interior
siente que el frío del amanecer consume
con intensidad
la incierta locura que modera sus acciones.



 

 

Proyecto Patrimonio Año 2020
A Página Principal
| A Archivo Claudio Guerrero Valenzuela | A Archivo Marco López Aballay | A Archivo de Autores |

www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza.
e-mail: letras.s5.com@gmail.com
Pequeños migratorios (Ediciones Inubicalistas, 2015) del poeta Claudio Guerrero Valenzuela.
Por Marco López Aballay