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Reeditan la novela “El rincón de los niños” de Cristián Huneeus
Libro macuco y libertino vuelve desde el olvido absoluto
Por Leonardo Sanhueza
Las Últimas Noticias, 16 de Agosto de 2008
El lugar de Cristián Huneeus en la literatura chilena es marginal como ninguno. Fue autor de libros raros y al filo de lo que soporta el lenguaje, pero a la vez cronista de la cotidianidad más llana y convencional. Aunque hijo de burgueses, se situaba en la burguesía de manera poco clara e incluso desafiante, con excursiones hacia terrenos tan peludos como la pornografía o la crítica de su clase. Académico sesudo, fue sin embargo un amable conversador, lo que en su escritura a menudo se tradujo en buen humor y mejor tino. Y, como redondeando su figura de escritor secreto, una muerte prematura lo borró del mapa literario nacional durante un par de décadas, hasta estos últimos años, en que sus libros parecen estar de vuelta.
Una de sus obras más singulares, por su arriesgada apuesta literaria, pero también por su carácter oculto y por la desgraciada recepción que tuvo en su época, es sin duda la novela El rincón de los niños , que fue publicada en 1980 y que, tras este largo período de olvido absoluto, acaba de ser reeditada por el naciente sello Sangría Editora.
“Como la inusitada intensidad de un sueño hace que uno se despierte, es igualmente sugerente e inexplicable que una novela libertina como El rincón de los niños fuera publicada durante 1980, leída por un puñado de escritores y académicos, y acto seguido guardada en bibliotecas, tras recibir dos comentarios que hablaban de una novela ‘experimental, hermética, pretensiosa, ilegible’”, señala el narrador Carlos Labbé en su prólogo a este sorprendente rescate libresco, que refresca otro nombre del siempre abandonado museo de los autores exploratorios como Juan Emar o Mauricio Wacquez.
Protagonizada por Gaspar Ruiz (que nada tiene que ver, no al menos de manera evidente, con el otro Gaspar Ruiz, el famoso personaje de Joseph Conrad), la novela es un alambicado experimento formal, en el que la estructura –las notas de un libro autobiográfico que ese hombre va acumulando en el tiempo– está en el primer plano del relato, postergando incluso a sus personajes y modificando la escritura de manera dramática a medida que el ámbito del protagonista va cambiando.
Para el escritor Roberto Merino, una de las características más notables de Cristián Huneeus es haber usado el lenguaje “de una manera que podría denominarse natural”. “Eso sucede incluso en un libro como El rincón de los niños , donde hay una intención de alterar los modos convencionales del relato en favor de una escritura vuelta sobre sí misma. Se trata, en el caso de esta novela, del lenguaje de las sucesivas tribus a las que un individuo puede pertenecer parcialmente en su vida: la tribu barrial, la de la clase social, la literaria, la académica, la de la abandonada juventud e incluso la psicoanalítica”, explica.
Esas variantes del lenguaje hacen que el libro tenga a menudo un efecto paródico, sobre todo cuando emula la jerga academicista o un estilo narrativo convencional, y que cumpla el doble rol de narrar y ser una mordaz reflexión sobre la literatura. Como señala Adriana Valdés en el epílogo del volumen, “este es un texto ladino, macuco, hecho para poner en ridículo otros textos y la misma actividad de la escritura”.