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Wenuan Escalona | Carlos Henrickson | Autores |

 

 

 








Una traición leal a la memoria:
Preguntas al Sur de Fantasía, de Wenuan Escalona

[Ediciones del Archivo, Concepción, 2021. 76 páginas]

Por Carlos Henrickson


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Estamos en medio de una densa, forzada convocatoria a los “ejércitos del arte” hacia el laberinto de las identidades, en la renovada guerra de posición post-proceso constituyente. El imperativo de estar “al lado correcto de la historia” se ha impuesto especialmente a cierta área de la escritura nacional que desea situarse al Sur, dada la presencia geográfica tanto de una cultura prehispánica viva y en un proceso incesante de desarrollo cultural, como de una naturaleza menos intervenida y en que aún se encuentran especies endémicas. La mirada desde cierta institucionalidad cultural hace el enlace fácil entre poesía y naturaleza, conceptos que saben atraer a su órbita a la autenticidad, la pureza y lo “originario”.

Para cualquier viejo habitante de estas estancias literarias, no se revela como obvia tan solo la capacidad operativa de lo anterior dentro del ámbito de la administración cultural, sino que también la cuidadosa y casi coordinada puesta en escena de este posicionamiento táctico de la cultura. Y por ello corresponde recuperar y explicar el valor de la posición que asume Wenuán Escalona (Temuco, 1977) en su último libro, Preguntas al Sur de Fantasía (Concepción: delarchivo, 2021), al plantearse desde condiciones de autonomía en que la conciencia creadora intenta ponerse a la altura de los desafíos de la época.

Uno de estos desafíos es, sin duda, saber desarrollar una forma enriquecida y actualizada de memoria histórica, superando una visión de la identidad que tan solo pueda ser eficaz en la táctica contingente. Por cierto, esto implica asumir el paso problemático de ver a la tradición y lo mítico como entes en construcción permanente, lo que no puede sino forzar a comprender a la(s) literatura(s) -la propia y la de otros- como posible(s) creadora(s) de mitos nuevos. En un salto inaudito, Escalona ha elegido como eje constructivo de Preguntas... a la novela fantástica Die unendliche Geschichte (1979) del escritor alemán Michael Ende.

Esta elección no tiene nada de azarosa, desde el momento en que el libro aparece signado por la figura y biografía real del autor. Preguntas... es, en su aspecto más obvio, un homenaje al mundo fantástico creado por Ende, registrando como voces centrales del poemario a una serie de personajes del libro. Resulta inevitable constatar la marca biográfica del fenómeno de masas que constituyeron, tanto el libro como la película realizada en 1984 por Wolfgang Petersen, sobre Escalona, lo que sugiere en primera instancia una huella emocional, pero yendo más profundamente, la presencia del mundo imaginado por Ende funciona acá a un nivel más profundo y orgánico. El hablante de Preguntas... se ve obligado a encarar una realidad en que el orden de la memoria y, por tanto, la propia identidad, están en juego, tal como Bastian, el personaje central de la narración de Ende. Esta realidad se da a través de un desdoblamiento fantástico, la aparición de un mundo al que el personaje central es arrastrado, y que al tiempo que le permite una libertad de movimiento y exploración, se revela como un horizonte en que se ve forzado a tomar decisiones que ponen en riesgo extremo la construcción de la propia identidad.

La identidad en riesgo (la apuesta en juego en este mundo desdoblado) trasciende a la personal, revelándose progresivamente que se refiere a la identidad de persona/escritor mapuche y militante del hablante/autor del libro. Desde los mismos títulos de cada sección del libro, saltan las preguntas:


MEMORIA / INCERTIDUMBRE
¿cuál es la voluntad de tu palabra?

MEMORIA / NODRIZA
¿no reconoces a tus crías fuera de la lengua
y la tierra?

MEMORIA / SEXO
¿animal doméstico?

MEMORIA / MÁSCARA
¿podrán ver mi rostro
cuando escriba este poema?          

MEMORIA / NIÑA
¿cuál es la pregunta que te salvará de La Nada?


El reconocimiento mutuo de sí mismo y de lo(s) otro(s), fundamentado en la posibilidad de una memoria colectiva, se hacen entonces los motores de la escritura. No obstante, este reconocimiento impone al hablante/autor buscar una vía distinta a la reconciliación plena con lo ancestral, al evitar el salto de fe abstracto que le uniría idealmente a un mundo que ya se le revela quebrado, un mundo sin mito fundante, incapaz de proveer un sentido universalmente válido. El necesario movimiento de abstracción de sí mismo, difícil, gradual, se da hacia una memoria personal que debe integrar una experiencia de vida e imaginación activa que tiene a la multiplicidad y a la voluntad personal de creación como caracteres esenciales:


Que si uno imagina una sola forma siempre
se cae en la estupidez y en la mentira (con uno y con el resto).
Por ello [Wenuan] se puso a jugar con la greda del tiempo, muy niño
y sentimos que con ella nos hizo patas, colas y alas.
Mientras nos modelaba, repetía cosas como:
Serán los aventureros de este mundo quebrado.
Nunca deben quedar inmóviles.
Otros serán sus nombres. Cambiar es necesario
para que guarden al misterio.
Y cuando ya estuvimos hechos
nos dejó en libertad en este libro de gente seria
en estas calles al Sur de Fantasía
para que hablemos con el niño
que estás olvidando ser.

(p. 26)


Vale decir, no se trata acá de rescatar una memoria ancestral, sino de imaginarla, ficcionalizarla incluso (dado su habitar el Sur de Fantasía), y esto engendra el doble juego, reflejo del personaje de Bastian: inscribirse a sí mismo en la historia -como heredero de lo pasado, tanto como ancestro de lo que viene; ser eslabón de la cadena de existencia, así como personaje de la narración- obliga a caer bajo el poder de un régimen de abstracciones, en que al tiempo de tratar de hacerse cargo de la propia vida y de la escritura, se pasa a perder el control sobre ellas y a asumir una deriva bajo su poder. Esta contradicción entre deseo (personal, íntimo, voluntario) y el llamado de una memoria potencialmente colectiva (en cuanto inscripción dentro de una comunidad, algo que está más allá de la propia voluntad: el propio origen y su posible mandato), genera una poética paradojalmente situada, forzada a estar permanentemente alerta para elaborar su lugar, fijar constructivamente desde dónde habla, construir sobre lo abstracto una posibilidad de existencia plena para el discurso propio, elaborado desde la propia experiencia, reflejo de una posible existencia plena (histórica, situada, consciente y hasta militante) de quien lo enuncia.

Esta integración de aspectos disímiles, genera un imaginario que sabe expresar su carácter múltiple. Escalona tensiona la escena de su texto, al pasar desde el paisaje y la convivencia con lo natural, en que expresa una compleja codificación emocional, hasta la trivialidad de la convivencia entre poetas o los ritos domésticos urbanos. La poderosa musicalidad, la entonación del verso, produce que el esperable contraste entre estos elementos de su imaginario, no se deje escuchar. Así, en la experiencia lectora, esta conciliación de imágenes disímiles es vivida más que racionalizada, como si se identificase de inmediato el punto de partida de la mirada, lo que puede ofrecer sentido a la composición, dar cuenta de la situación de escritura a partir de la melopea.

Como resultado, Escalona no puede sino llevar la provocación de su texto al límite. La sección MEMORIA / MÁSCARA emprende el asalto frontal contra cualquier reconciliación plena y no dialéctica, que se proponga como identitaria:


Para traicionar tu máscara, escribe

Te cansó la palabra territorio. Te agotó la palabra ciudad.
El terruño es insufrible, no lo digas.
No más comarcas, no más provincias, no más frontera,
ni el siútico far west, sin antes abordar tu decadencia
y confrontarlos con estos años, con la materia,
la comodidad del auto, el puesto de trabajo, la casa de dos pisos
y el césped que cada tarde riegas.
(...)
Y tu fastidio contra el mundo persiste
pero tu fastidio persiste aun más agudo contra ti
que también eres un mundo
No, memoria, ahora no.
(...)
Pero en nombre propio, Wenuan.
Habla en nombre propio.

(p. 63)


Significativamente, al fin de los fragmentos de esta sección en la página 64 y 65, se repetirá el verso final Tú, compañero. Tú, mapuche. Tú, poeta, como acentuando la capacidad convocante de las identidades más simples de enunciar -y por lo mismo, más asimilables dentro del campo cultural de nuestro país. Esta no asimilación es la sola condición de una real voluntad propia en la escritura que abarque estas determinantes sobre la propia identidad como impulsos creativos y no convocatorias sordas; y solo desde ahí, Escalona puede al fin, responder a la provocación de la historia con su propia provocación, una que se dirige al corazón de su propia actividad como militante, mapuche y creador:


Ay, arte indígena
te han dado la responsabilidad de la resistencia
y al girar en esa órbita, te has vuelto monótono, predecible.
(...)
Corre, arte indígena
huye de lo espurio y abreva en la sorpresa
para seguir andando. Si no hay deslumbramiento
nos pudriremos en la certeza, en la madurez.
Hay una máscara sobre tu memoria, Wenuan,
pero escribe en nombre propio para traicionarte,
para traicionarlas. Ve con tus preguntas al
Sur de Fantasía.

(p. 70)


La traición a la tradición parece ser la única forma de volver a esta viva y actuante, deslumbrante.

Me parece interesante leer Preguntas... en el marco de la reflexión sobre una Suralidad, concepto utilizado como una herramienta bastante útil de lectura a partir del trabajo de la poeta y antropóloga Claudia Arellano Hermosilla y el poeta Clemente Riedemann desde hace ya casi una decena de años. El libro de Escalona puede entenderse, desde el mismo título, como una crítica activa al corazón de las determinaciones de la Suralidad, una crítica que las pone en tensión para probar, precisamente, su adaptabilidad a contextos de vida y escritura en plena metamorfosis, y especialmente en lo que se refiere a autores de raíz mapuche, cuyo lugar y situación en el campo literario nacional ya trasciende con mucho una zona geográfica específica: una violencia necesaria sobre el concepto para que sea menos fiel a sí mismo, y más leal a horizontes de creación y pensamiento que no paran de ampliarse.  


suralidad: territorio – orígenes étnicos y culturales diferenciados (memoria, modernidad) - ruralidad

quiebre de la voluntad de una comunidad
interrupción del mito

la singularidad del poeta puede restablecer la posibilidad de comunidad, dar la señal de lo mítico

La interrupción vierte a la comunidad por todas partes hacia afuera, en lugar de reunirla hacia un centro —o bien, su centro es el lugar geométrico de una exposición indefinidamente multiplicada. Los seres singulares comparecen: esta comparcencia hace el ser de ellos, los comunica los unos con los otros. Pero la interrupción de la comunidad, la interrupción de una totalidad que la realizaría, es la ley misma de la comparecencia. El ser singular aparece a otros seres singulares; les es comunicado singular. Es un contacto, es un contagio: un tocar: la www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS 75 transmisión de un temblor al borde del ser, la comunicación de una pasión que nos hace ser semejantes, o de la pasión de ser semejantes, de ser en común.

No sólo la literatura es la heredera (o el eco) del mito, sino que sin duda la literatura ha sido y debe ser pensada, en un sentido, ella misma como mito —y como el mito de la sociedad sin mitos

Pero esta voz, u otra, siempre comenzará a interrumpir el mito —enviándonos al límite. En este límite, quien se expone y a quien —si escuchamos, si leemos, si nuestra condición ética y política es de escucha y de lectura— nos exponemos nosotros mismos, no nos entrega un habla fundadora. Al contrario, la suspende, la interrumpe y dice que la interrumpe.

El comunismo del estar en común y de la escritura (de la escritura del estar en común) no es ni una idea, ni una imagen —ni un mensaje, ni una fábula— ni una fundación, ni una ficción. Consiste, entero —en ello total y no totalitario—, en el gesto inaugural, que cada obra retoma, que cada texto retraza: llegar al límite, dejarlo aparecer como tal, interrumpir el mito.

El don o el derecho de decir (y de decir los dones o los derechos) ya no son el mismo don ni el mismo derecho, y ya no son, acaso, ni un don, ni un derecho. Ya no hay la legitimidad mítica, esa que el propio mito confería a su relator. La escritura se conoce más bien como ilegítima, arriesgada, expuesta al límite, nunca autorizada. Pero no es un anarquismo complaciente. Puesto que así es como la escritura obedece a la ley —de la comunidad.

En la singularidad tiene lugar la experiencia literaria de la comunidad —vale decir la experiencia «comunista» de la escritura, de la voz, del habla dada, representada, jurada, ofrecida, compartida, abandonada. El habla es comunitaria a la medida de su singularidad, y singular a www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS 84 la medida de su verdad de comunidad. Esta propiedad en forma de quiasma no pertenece sino a lo que llamo habla, voz, escritura o literatura —y la literatura en este sentido no posee otra esencia última que esta propiedad.

Cuando la obra está así ofrecida a la comunicación, en absoluto transita en un espacio común. Lo repito: sólo el límite es común, y el límite no es un lugar, sino el reparto de los lugares, su espaciamiento. No hay lugar común

Mundo sin mitos

asumir esto irónicamente

Una comunidad que ya no existe; su mito no es fundador; la literatura podría fundar

 

 

 

 



 

 

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