Bien podría este libro llamarse “cosas”, pero en nuestro mundo la distancia con ellas se ha hecho imposible. Nos miran mal, nos molestan el sueño, y tenemos que comprarlas y venderlas para darles un lugar en esa mala copia del existir que llaman “propiedad”.
Fuentealba encuentra esa distancia, esa opacidad, y hace surgir de sí la afirmación de su inquietud. Su poética desea ser, en efecto, como querría el temprano romanticismo caro a los surrealistas, la revelación de lo total en el fragmento, de lo invisible en lo visible, de lo pasado en lo que se mantiene enfrente. Esto genera la intensidad afectiva de su melancolía, que es un movimiento hacia esas “cosas” que les hace entregar su aspecto de relaciones, mónadas en que la memoria ha puesto algo que trasciende la imaginación del sujeto que escribe: Fuentealba encuentra, revelada, una parte de su ser en esa oscuridad de las cosas que el niño ha proyectado en el mundo para lograr comprenderlo desde la luz de la mirada siempre infantil, asombrada, de la poesía.
Felipe Fuentealba Rivas
El tiempo, entonces, no solo está en las cosas: su conjunto deviene en sí mismo el tiempo. Desde ellas nos mira como una amenaza permanente que solo el poeta, en la inutilidad -lo inofensivo- de su acción, puede conjurar. La conciencia de ser sujeto, súbdito, del trance temporal, es la conciencia de una mirada que bien podría ser aniquiladora al momento de hacer entrar la práctica de la valoración de las cosas en el juego. Fuentealba nos sugiere que la contemplación activa, el movimiento afectivo hacia el mundo, debe saber desechar cualquier teoría o práctica del valor, buscando un desinterés radical en su paso adelante:
Aunque en toda simetría laten pizcas de absurda belleza.
Desde esa absurda belleza es desde donde se puede advertir el fantasma: la acción de lo pasado en lo actual, lo muerto que no muere y se instala en lo oscuro, queriendo ser leído de manera íntima e intensa. La única forma de que estos pragmata se retiren del mundo es quedándose en él, proyectando su sombra como una magia que persiste en el mundo, no obstante la evidencia de lo contrario. Los cotidianos compañeros de la vida, observando desde la superficie de la materia fragmentada, son signos que mantienen la vibración de aquellos seres queridos que, al irse, han sabido trascender lo banal de los días.
El libro de Felipe Fuentealba tiene la fuerza de una reflexión pregnada de una melancolía que se adhiere al mundo que existe habiendo dejado de creer en otros posibles, de verse en el reflejo cristalino que las cosas que nos acompañan nos ofrecen cuando las vemos sin querer adquirirlas o anularlas, cuando nos acercamos con el especial temor sacro de estar ante lo Otro aun al interior de la habitación de cada día. En el reconocimiento de la finitud, del tempus fugit como baluarte indispensable de toda experiencia plena, afirma a la poesía como una investigación radical no solo sobre lo que se puede escribir o cómo escribirlo, sino sobre cómo ser uno—y dejar de ser uno— al instante que se escribe.
El espíritu de las cosas
Contigo se ha cumplido el espíritu de las cosas
Nada se ha perdido, todo ha encontrado su lugar
Ahora puedes desvanecerte
En las ventanas que permiten la luz que te traspasa
O en los muebles que reiteran las formas
O en las cosas que pueblan la despensa
O en el suelo que sin prisa desgasta tus pisadas
Permitiendo que el afán de tus rutinas
Sea igual al despliegue de tus sueños
(Ahora puedes desvanecerte)
Para ti se abrirán todos los pasillos
Porque la puerta que hoy reconoces
Será siempre otra y la misma
Y eternamente recorrerás habitaciones
y dormirás en camas hechas para otros,
pero adaptadas para ti
Voces dirán tu nombre a lo lejos,
Y nombrarás las cosas sin pensar en ellas
Que así es como se hace la felicidad.
Y quizás entonces, no en la brizna de los recuerdos
Ni en el desfile de los sueños
Sino en el instante de tus gestos,
Y en el rayo de la mirada
Y como si nunca te hubiera abandonado:
Por fin, el amor vendrá a ti.
www.letras.mysite.com: Página chilena al servicio de la cultura
dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Una poética del Afecto
Prólogo al libro "Pragmata", de Felipe Fuentealba
(Concepción: Libros de Nébula, 2024)
Por Carlos Henrickson