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Synco de Jorge Baradit: ¿reflexión política o mercancía?

Por Carlos Hernández Tello

 


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En 1982, Francisco Simón Rivas realizaba en El Informe Mancini el primer ejercicio ucrónico de la dictadura militar, en el que Cubresuelo, un movimiento internacional de larga data que ha sido el principal impulsor de las dictaduras latinoamericanas, ostenta la pretensión de instalar en el continente el arcaico proyecto bolivariano, pero con inclinaciones extrañamente fascistas. Dos años más tarde, el mismo autor ejecutaba un experimento similar en su novela Los mapas secretos de América Latina, relato en el que despliega imaginativamente la existencia de MAPA (Manifestación Paralela), organismo paramilitar que empieza a operar antes de la dictadura pero que sigue cumpliendo funciones durante el régimen de El General, y respecto del cual no se tiene certeza cabal sobre el rol que asume como entidad secreta.  Más allá de las diferencias entre ambas obras, Rivas pergeñó a través de estas novelas dos lecturas originales sobre la situación histórica de Chile, las cuales surgen como posibilidades acordes a las condiciones de producción del momento. Por los mismos años y en otro ámbito reflexivo, Fredric Jameson se preguntaba en “El posmodernismo como Lógica cultural del capitalismo tardío” (1984) “cuáles son las posibilidades de un arte crítico o político en el período posmoderno del capitalismo tardío” (Jameson 26), entendiendo el carácter de mercancía que adquiere cualquier objeto cultural en la época del capitalismo multinacional. Valga este interrogante para ingresar al territorio exegético que nos interesa sistematizar en estas notas, y que recaerá en la novela Synco (2008) de Jorge Baradit. Desde nuestra óptica, sostendremos a partir de ahora que la novela propone, por una parte, que en Chile, sin importar mayormente las fuerzas que ejerzan el poder sobre la ciudadanía (democracia o dictadura), subyace una imposibilidad de ejecución de lo político, la política y la politización, lo que tras la mascarada de la utopía esconde el discurso subrepticio de la distopía, inherente a cualquier enunciado literario que relate hechos de violencia que recaigan sobre la población. Por otra parte, pero imbricado fuertemente a lo anterior, la mercancía literaria que es el enunciado novelesco, Synco en este caso, se instala como discurso crítico y político usufructuando los mecanismos estratégicos de la industria capitalista, materializando de forma efectiva la inquietud de Jameson. Como veremos, la novela articula, tanto textual como paratextualemente, los dispositivos discursivos que tornan plausible la hipótesis de que en el nivel argumental del enunciado literario se niega la existencia de lo político, la política y la politización, a la vez que paradójicamente en el producto final persiste la postura “crítica o política” de un discurso que tiene toda la apariencia de una mercancía con fines comerciales.

Para poder ingresar al examen de la obra en cuanto al primer nivel, se vuelve perentorio esclarecer los términos clave de la fase inicial de esta discusión. Para ello nos limitaremos a lo que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (en adelante PNUD), en su versión del año 2015, ha consignado en la sección “La política, lo político, la politización”, la que ya en el título anuncia las categorías primarias que nos permiten abordar la novela Synco como un enunciado en el que tales matrices conceptuales aparecen subyugadas a un poder solapado que inicialmente se muestra con la careta utópica de la consolidación de un paraíso socialista en Chile, pero que a medida que se despliegan los acontecimientos revela un régimen en extremo violento que no dista en lo absoluto de la dictadura pinochetista que efectivamente experimentó el país en el plano factual. En otros términos, de lo utópico espurio viramos a lo diastópico consumado. En este marco, el PNUD define lo político como aquello que “tiene que ver con el campo de autodeterminación de la sociedad (…). [C]orresponde a aquello que en una sociedad se establece como susceptible de ser decidido colectivamente; ello incluye la definición de quiénes deben participar de las decisiones y cuáles son los mecanismos legítimos para llevarlas a cabo. Lo político, entonces, define aquello que puede ser objeto de deliberación social” (PNUD 53). Resulta interesante cotejar esta primera aclaración con el devenir que observamos en la novela de Baradit, pues poco tiempo después de que arriba al país Martina Aguablanca, tras su prolongado exilio en Venezuela, al lector se le permite acceder a una ausencia de deliberación de la colectividad sobre lo que es relevante para ella. En efecto, el sistema Synco opera en Chile sin actores sociales, nadie cuestiona su validez como mecanismo de control y poder. Es más, el pueblo se muestra en un perenne estado de satisfacción ante los hilos que rigen hasta los espacios más privados de su existencia cotidiana: “Significa [la t-Syn] ‘terminal Synco’ y es parte del equipo obligatorio de todo taxista en Chile – agregó el hombre con cierto orgullo -. No se preocupe si no lo entiende; la verdad yo tampoco entiendo mucho, pero es parte de lo que el gobierno del pueblo hace por nosotros, para que seamos personas bien informadas y mejores socialistas – concluyó, con el convencimiento que dan las frases aprendidas de memoria” (Baradit 21). Como puede constatarse, el sistema Synco opera públicamente en lo arcano, valga el oxímoron. El taxista del fragmento citado entiende que la t-Syn es un mecanismo asociado a la consumación del proyecto socialista, no se molesta en comprenderlo, de lo que se deduce naturalmente una pasividad derivada de su inercia como agente político. Lo que Martina corrobora a un nivel local (“¿Una terminal en un taxi?”) posteriormente se transmuta en un mecanismo omnímodo: “Martina sonrió mirando las primeras casas que aparecían por los costados de la carretera, todas rematadas con el mismo equipo negro lleno de antenas. Se veían fantasmales” (21). Observamos en ambos fragmentos, en definitiva, una anulación de lo político en la sociedad chilena ucrónica, no distante, insistimos, de lo que experimentó el país en dictadura, como comprobará posteriormente el lector a medida que avanza en la novela.  

La anulación del poder deliberativo en el plano de lo político trae como consecuencia un desmantelamiento en el orden de la política. Así se puede colegir al menos de lo que consigna el PNUD cuando define aquel término, el cual entiende como “la expresión institucional de lo que en una sociedad determinada, en un momento determinado, se define como parte de lo que puede ser socialmente decidido. La política es, entonces, la cara institucional de lo político” (PNUD 53). Si en los fragmentos citados anteriormente percibíamos abiertamente una ausencia de deliberación de la colectividad en lo que le atenía a materias sociales, en el ámbito de una institucionalización de lo político la novela articula en este estadio dos sistemas operacionales paralelos, uno visible y otro invisible. En relación al primero, el discurso que legitima públicamente la existencia y necesidad para el pueblo del sistema Synco es el Compañero Presidente, mientras que los sujetos que se desplazan furtivamente en las tinieblas del poder son Fernando Flores, Ricardo Lagos y Miguel Serrano. Podemos, una vez establecido el modus operandi de los sujetos que administran el poder, rastrear en sus discursos el accionar artero de Synco y a la vez visualizar la red de control absoluto que recae sobre los sujetos. Observemos brevemente dicho accionar. En la visita que Martina realiza a las instalaciones de Synco localizadas bajo el Palacio de La Moneda (periplo que emula, dicho sea de paso, el descensus ad inferos dantesco y cuyo Virgilio, Ricardo Lagos en este caso, resulta ser una versión funcional a la empresa ciberbolivariana del gobierno popular), la emisaria venezolana es el receptáculo de una verdad que paulatinamente se le va revelando en la medida en que establece canales de comunicación con personeros de la oficialidad. En este marco, Lagos no escatima en darle a conocer a Martina ciertos datos:

Desde la cabina, Martina miró de reojo hacia la sala que acababa de dejar atrás y se llevó una sorpresa. Unos operarios retiraban la cubierta de tela del sillón donde se había sentado y la guardaban en un gran frasco etiquetado.
- Por si algún día necesitamos encontrarte – dijo Lagos sin mirarla mientras se cerraban las puertas del ascensor -. Éstas son instalaciones altamente confidenciales y… ya sabes, siempre puede ocurrir algo. Tenemos perros entrenados que te podrían encontrar en cualquier parte; para protegerte, por supuesto (Baradit 101).

Al examinar este fragmento, y retomando la categoría de política que definiéramos previamente, se torna evidente que en la novela hay una institucionalidad que se posiciona frente a los sujetos, que rige sus destinos a través de un conocimiento pormenorizado de cada uno de sus desplazamientos. Acá no hay convenio, entre los representantes del poder y los individuos que son el receptáculo final de aquél, de lo que puede ser socialmente deliberado en beneficio de la comunidad. Como puede extraerse de lo que señalara Lagos, la confidencialidad de Synco es esencial para la existencia del proyecto. De modo paradójico, la invisibilidad es el requisito primario para la “protección” del pueblo, entendiendo esta expresión como un eufemismo de totalitarismo no declarado. El pueblo, siguiendo esta lógica, sabe de la existencia de Synco, pero no su modo de operar. Conoce una versión oficial que estratégicamente lo resta de la deliberación política: “Coordinar los esfuerzos en tiempo real, ése es el objetivo que subyace a todo esto. Synco es el sistema neurovegetativo de Chile. Le hemos dado un sistema nervioso a la patria para que cada caloría gastada por un trabajador sea un esfuerzo puesto en el lugar correcto en el momento preciso” (105). Bajo esta lógica operacional, en consecuencia, no hay posibilidad ni necesidad de deliberación política porque la institucionalidad se encarga de modo unilateral de dicha deliberación.

Valgan las dos intervenciones de Lagos para introducir el tercer concepto de este primer nivel reflexivo: la idea de “politización”. En esta línea de pensamiento, el PNUD aseverará que la politización se entenderá como “un proceso en el cual se disputan los límites de lo que las sociedades pueden decidir; esto es, un proceso de disputa por la delimitación de lo político (…). [De este modo], la politización opera como un proceso de construcción de límites que puede ampliar o restringir el campo de autodeterminación de la sociedad. A través de ella la sociedad define su propia imagen, aquello que establece como posible e imposible y cuáles son los motores y los agentes que movilizan el mundo” (PNUD 53). Y en breve agregará: “Aplicadas a campos diversos, las pugnas de politización, más allá de sus resultados, tienen el valor de volver posible la reinterpretación y reconstrucción de la estructura y el sentido del orden social dado. La politización es, entonces, una discusión sobre la estructura y las relaciones de poder al interior de la sociedad, y un cuestionamiento de los criterios de distinción y exclusión sobre los que se fundan” (53) (La cursiva es nuestra). Resulta interesante establecer un cotejo entre lo que consigna el concepto de politización y lo que puede localizarse a lo largo de la novela de Baradit. Como hemos insinuado ya, Synco es una ucronía cuyo primer vislumbramiento utópico revela paulatinamente ocultar un funcionamiento distópico. Bajo esta perspectiva, lo que va desentrañando Martina no es otra cosa que las bases de un sistema completamente corrompido, que al igual que la más neoliberal de las modalidades, está llevando al país a un descalabro energético porque precisamente semejante vigilancia requiere de todos los medios que estén a su alcance. En otros términos, en el Chile que nos presenta Synco no hay disputa sobre lo que la sociedad puede decidir, no hay construcción de límites, no se percibe autodeterminación de la sociedad, menos una discusión participativa sobre los soportes que estructuran el sistema político ni un cuestionamiento del mismo. En definitiva, la utopía de Synco sería una versión diferente pero análoga a la vez de la dictadura que el país ya experimentó.

La pregunta que da título a este trabajo se interroga, tomando como referencia el problema planteado por Jameson, por la naturaleza de Synco en términos de si ésta puede ser considerada una obra que despliegue un examen crítico sobre la sociedad chilena, o bien, una mercancía con meros intereses comerciales. La hipótesis que hemos postulado es que el producto literario final emplea los recursos de la industria capitalista para construir un artefacto cultural que, a través de la careta del mercado, propone una lectura crítica de los sistemas políticos que se han perpetuado en el país. Ahora bien, la discusión sobre los atributos mercantiles de Synco no es propiamente nuestra y sobre ella se han enunciado algunos comentarios. Víctor Quezada, verbigracia, ha sostenido una reflexión sobre el rol de la novela de Baradit en la literatura de masas, la cual visualiza “ya no como una degradación de la literatura, sino que como una nueva forma de entenderla y de situarla dentro de la sociedad humana” (Quezada s.p.). Más certero es, probablemente, el examen de Juan Manuel Silva, quien instala directamente la novela en las estrategias del mercado editorial:

Identificar la materia de una novela con el conflicto más importante de los últimos años en Chile, es a todas luces una estrategia de mercadeo. Esto, no porque suponga que Jorge Baradit eligió este momento para escribir otra novela sobre el golpe militar y la dictadura, sino porque la campaña que acompañó a Synco giraba en torno a dicho evento y no a la materia real de la novela. Si bien es cierto que Synco se apoya como ucronía del 11 de septiembre de 1973, la construcción del mundo, los personajes, el tiempo y la acción están cifrados en otros aspectos, distintos a los propuestos en un primer momento por el masificado advenimiento de la novela. Digo esto, pues el ámbito creado en torno a Synco, previo a su lanzamiento, se funda en la revisión de agentes clave en el desarrollo trágico y reciente de la política chilena. Tales desaciertos, propios de la propaganda y la publicidad, me dejan ver bajo la óptica de la anticipación, que se han comenzado a explorar declaradamente otros valores literarios, extratextuales, que pueden enriquecer o sepultar la producción literaria. El autor como productor, pasará a ser el productor como vendedor argumental, o como decimos en Chile, vendedor de pescada. Sin una negativa percepción, atesoro y temo el valor pecuniario del trabajo literario (Silva s.p.). 

La hesitación de Silva se torna comprensible si se atienden las instancias de difusión publicitaria de la novela, sumadas al hecho de que la misma aborda como referente un hecho traumático de la historia nacional. Este carácter escéptico puede, no obstante, adquirir otro cariz al examinar los paratextos que forman parte del producto cultural y que operan, como hemos venido advirtiendo, en clave de crítica política o reflexión sobre el poder. El “gancho” que tales insumos paratextuales comportan constituye, insistimos, un recurso de persuasión notoriamente perlocutivo. Silva ha reparado en la biografía de Baradit que aparece en la solapa de la primera edición de Ediciones B, así como la calificación de Synco como “novela retrofuturista” consignada en la contraportada. Nos permitiremos agregar acá, no obstante, dos elementos más[1]. El primero de ellos es la bajada incluida en la portada de la novela: “Chile, 1973: Pinochet detiene el golpe y Allende crea el primer Estado cibernético de la historia…”. Resulta de particular interés este subtítulo pues es lo que en definitiva termina por captar la atención del consumidor / lector. En estricto rigor, el término “Synco” no designa nada específico para el lector no familiarizado con este proyecto cibernético. Sin embargo, como anotábamos, es la bajada la que adelanta el proyecto que despliega la novela en sus páginas. El consumidor / lector, habituado a enfrentar múltiples perspectivas sobre los crímenes de la dictadura pinochetista, experimenta al menos curiosidad por la propuesta literaria, atrayente en un primer momento, del producto que tiene en sus manos. En ello residiría entonces la estrategia comercial de Synco, estrategia que a medida que enfrentamos el enunciado nos revela una compleja reflexión sobre el poder y el rol de la ciudadanía en este sistema fuertemente represivo.

El segundo de los elementos paratextuales al que nos parece pertinente aludir es el dossier fotográfico que se incluye en dos secciones de la novela. Estas imágenes cumplen el rol de reforzar la bajada de la portada y dotar de un carácter de verdad a la sistematización de acontecimientos que se enmarcan en el proyecto Synco. Una de las fotografías significativas en términos estratégicos es la “Portada del diario Clarín, 11 de septiembre de 1973”, en la que aparece el titular del desbaratamiento del Golpe de Estado: “¡chitas que es pulento el general Pinochet! ¡Cagó el Golpe! ¡Merino y toda la marina golpista derechito al paredón del pueblo!” (Baradit 14). De igual manera, la alteración de las imágenes que aparecen en la segunda sección (páginas 159 a la 163) contribuye a fortalecer el tono veritativo de lo expuesto en la novela en el plano argumental. Tal es el caso de la fotografía “Salvador Allende escoltado por un GAP durante ejercicios de seguridad en La Moneda, mayo de 1977” (159), conocida imagen del Golpe de Estado que en el contexto de la novela sufre un viraje semántico hacia el mentado “ejercicio de seguridad”; o bien, la fotografía “El general Augusto Pinochet Ugarte durante la ceremonia de traspaso del mando de la Comandancia en Jefe del Ejército. Septiembre de 1976” (163), en la que se evidencian las secuelas físicas del atentado del que es víctima en la novela. Es preciso destacar, sin embargo, que las imágenes de esta segunda sección no tienen necesariamente el mismo carácter publicitario de las de la primera. A pesar de ello, permiten ser decodificadas como elementos paratextuales complementarios a la reflexión que articula la novela respecto de las modalidades del poder y la represión.

La propuesta que hemos esbozado ha pretendido indagar en dos niveles de lectura de la novela Synco de Jorge Baradit que, en suma, pueden dar luces sobre las posibilidades de producción de objetos culturales de carácter crítico que interroguen el pasado histórico reciente desde el presente, concretamente dentro de la primera década del siglo XXI y en el marco del capitalismo tardío. La aproximación a la obra arroja como conclusión plausible que Synco es, en primera instancia, un ejercicio que ratifica la factibilidad de producción de objetos culturales que instalen la politización en el ámbito literario, entendida aquélla como el espacio de discusión social respecto de las estructuras de poder que rigen nuestra sociedad pasada y actual, a la vez que incorpora, como se desprende de lo hasta acá argumentado, una disquisición sobre lo político y la política en relación a ambos espacios temporales. 

 

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Bibliografía

 

Baradit, Jorge. Synco. Santiago: Ediciones B, 2015.

Jameson, Fredric. “El posmodernismo como Lógica cultural del capitalismo tardío”. Ensayos sobre el Posmodernismo. Trad. Esther Pérez, Christian Ferrer y Sonia Mazzco. Buenos Aires: Ediciones Imago Mundi, 1991.

PNUD. “La política, lo político, la politización”. Desarrollo humano en Chile 2015. Los tiempos de la politización. Santiago: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2015.

Quezada, Víctor. “Synco de Jorge Baradit. Una novela retrofuturista que sólo podría escribirse en esta época”. AtlasCF conTEXTOS, 2011. Documento extraído del sitio web
http://www.puerto-de-escape.cl/2011/synco-de-jorge-baradit-una-novela-retrofuturista-que-solo-podria-escribirse-en-esta-epoca/.

Silva, Juan Manuel. “Sobre SYNCO de Jorge Baradit: El país que nunca existió”. 14 de noviembre de 2008. Documento extraído del sitio web
http://lacallepassy061.blogspot.cl/2008/11/synco-de-jorge-baradit-el-pas-que-nunca.html

 

 

.[1] En un estudio más completo de los elementos paratextuales de la novela, consideramos relevante también incluir el “Dossier SYNCO-anexo”, un glosario que proporciona datos significativos para una aproximación más acuciosa a la obra.




 


 

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