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Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez:
relato latinoamericano sobre la naturaleza plural de la verdad
Por Carlos Hernández Tello
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Silviano Santiago, en su escrito “El entre-lugar del discurso latinoamericano” (1971), adscribe a la tesis de muchos etnólogos de que “la victoria del blanco en el nuevo mundo se debe menos a razones de carácter cultural que al uso arbitrario de la violencia, a la imposición brutal de una ideología” (Santiago 59). Esta premisa nos permite iniciar una reflexión que remite necesariamente a la idea de verdad, la cual, desde una óptica occidental, y siguiendo las reflexiones de Santiago, se sitúa en el campo de la unidad y la pureza: “La mayor contribución de América Latina a la cultura occidental proviene de la destrucción de los conceptos de unidad y pureza: estos dos conceptos pierden el contorno exacto de su significado, pierden su peso aplastador, su señal de superioridad cultural; a medida que el trabajo de contaminación de los latinoamericanos se afirma, se muestra cada vez más eficaz” (64-5). Valga lo anterior para desplegar un examen sobre la novela Crónica de una muerte anunciada (1981) de Gabriel García Márquez, obra en la que se plasma una perspectiva sobre la naturaleza plural de la verdad, la cual ineludiblemente responde no sólo a los parámetros ideológicos del sujeto que la enuncia, sino también a los rasgos tipológicos del discurso en el que dicho sujeto la conjuga.
Como lo adelanta el título de la novela, el formato discursivo en el que se articula el relato será el de la crónica. Siguiendo a Lucía Invernizzi Santa Cruz, la crónica asume un estatuto discursivo muy similar al de las relaciones o las cartas, las cuales, si se sitúan en el momento en que comienzan a producirse, eran consideradas como parte fundamental del discurso historiográfico. Es más, este tipo de discursos era considerado como “narración verdadera de hechos realmente acontecidos” (Invernizzi 59), omitiendo cualquier vestigio de subjetividad, propia se diría hoy, de todo intento representacional. En este marco, Invernizzi anota que estos textos responden a una estructura constante y regular, en la que se puede evidenciar a “un sujeto que, desde una situación ulterior relativa al tiempo de ocurrencia de los hechos narrados – en los que él fue actor y/o testigo – y además, distanciado del lugar central en que se sitúa el receptor, enuncia un discurso dirigido a entregar a éste información verdadera y a influir en él…” (59-60). Las aclaraciones de Invernizzi delimitan la percepción occidental hegemónica de la crónica, en cuanto se afirma la idea de lo verdadero como algo intrínseco al relato del cronista, el que, dada su situación cognoscitiva, no admite cuestionamientos. Es en este punto donde la novela de García Márquez invierte “los valores de los grupos en oposición” (Santiago 58), e irrumpe con un relato cronístico que se constituye no sólo a partir del testimonio de múltiples sujetos (lo que desestabiliza aquella percepción sobre “lo verdadero”), sino que por sobre todo dialoga permanentemente con un discurso que se ha instalado de modo definitivo como el oficial: el sumario del crimen de Santiago Nasar. En relación al testimonio fragmentario al que aludimos, el narrador anónimo de la novela observa: “…cuando volví a este pueblo olvidado tratando de recomponer con tantas astillas dispersas el espejo roto de la memoria” (García Márquez 12-3), o bien: “Yo conservaba un recuerdo muy confuso de la fiesta antes de que hubiera decidido rescatarla a pedazos de la memoria ajena” (53). En efecto, múltiples son las voces a través de las cuales el narrador se nutre para reconstruir los hechos del crimen de Santiago Nasar: Plácida Linero, Victoria Guzmán, Faustino Santos, Ángela Vicario, Pedro y Pablo Vicario, María Alejandrina Cervantes, entre muchos otros. De este modo, el narrador intenta desentrañar las modalidades causales que propiciaron el asesinato de Santiago Nasar a manos de los gemelos Vicario. No obstante, la indeterminación respecto de la responsabilidad real de Nasar en la deshonra de Ángela ratifica la naturaleza plural de la verdad, pues según se desprende de la novela, el acceso a la verdad sólo se traduce en una aproximación, que sería la modalidad de desestabilizar la noción de unidad y pureza occidental a la que alude Santiago en sus reflexiones.
El otro aspecto que señalábamos como esencial en la conformación del relato cronístico de la novela es el de la pugna entre voz oficial y voces subalternas. En la obra, la voz oficial se materializa en el sumario que redactó un joven abogado recién graduado, sobre el cual los datos son escasísimos. Pero lo que nos parece realmente significativo entre esta pugna de voces es el ya consabido binarismo entre escritura y oralidad, cuya validez epistémica radica por supuesto en la primera en desmedro de la segunda: “Según me dijeron años después, habían empezado por buscarlo [a Santiago Nasar] en la casa de María Alejandrina Cervantes, donde estuvieron con él hasta las dos. Este dato, como muchos otros, no fue registrado en el sumario” (García Márquez 60). Como se evidencia en el extracto, existe un documento oficial que ha registrado por escrito todos los pormenores del caso, y por contraposición, el testimonio oral que ha recopilado el narrador opera en el espacio de lo apócrifo. Así también lo consigna insistentemente dicho narrador: “En el curso de las indagaciones para esta crónica recobré numerosas vivencias marginales…” (53).
En síntesis, Crónica de una muerte anunciada de García Márquez propone una relectura de las nociones de verdad instaladas por el mundo occidental en nuestro circuito cultural, y lo ejecuta a través de una tipología discursiva primaria en el discurso historiográfico europeo. La crónica contribuye así a articular un enunciado literario que promueve la naturaleza plural de la verdad.
C.H.T.
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Bibliografía
García Márquez, Gabriel. Crónica de una muerte anunciada. Buenos Aires: Random House Mondadori, 2014.
Invernizzi Santa Cruz, Lucía. “Antecedentes del discurso testimonial en Chile. Textos historiográficos de los siglos XVI y XVII”. La invención de la memoria (Actas). Ed. Jorge Narváez. Santiago: Pehuén Editores Ltda., 1988.
Santiago, Silviano. “El entre-lugar del discurso latinoamericano”. Una literatura en los trópicos. 1971. Trad. Mary Luz Estupiñán y Raúl Rodríguez Freire. Concepción: Ediciones Escaparate, 2012.