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          El rincón de los niños de  Cristián Huneeus
          Santiago: Editorial Nascimento, 1980, 209 pp.
        Por Marjorie Agosin
 
          Wellesley College
          Publicado en Literatura Chilena creación y crítica. Octubre / Diciembre de 1981
          
          
        
        
          
            
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          El título El Rincón de los niños de Cristián Huneeus,  autor de Cuentos de Cámara (1960), Las dos caras de Jano (1962), La  casa en Algarrobo (1967), Historias desiguales (1969), sugiere nítidamente  el contenido del relato. Porque efectivamente El rincón de los niños es  un rincón, cavidad, bovedilla, hueco que encierra un escrito: la historia de  Gaspar Ruiz dentro de otro escrito: la historia-testimonio del narrador que  cuenta y des-cuenta la historia que se propone contar. Caos, tomadura de pelo o  mil maneras de narrar -calificativos que podrían caber dentro de esta narrativa  absolutamente experimental dentro de la narrativa chilena contemporánea. Pero  adentrémonos en los materiales que forman el primer texto de esta novela.  Huneeus utiliza materiales como cartas, “footnotes”, recuerdos. Papeles y  papeles que intentan descifrar y codificar la historia de Gaspar Ruiz;  personaje de la clase media alta chilena, repleto de dudosas historias  amorosas, de un narcisismo patológico y descentrado. El segundo narrador del  segundo texto, es decir el que cuenta, denuncia, organiza, mitifica y  desmitifica las vivencias de Gaspar Ruiz, es el narrador que intenta ordenar  las vivencias de Ruiz y se enreda en el carácter auto-reflexivo de sus propios  escritos:
         “Del hecho originario  solamente ha quedado una suma de testimonios, distanciados o inmediatos pero no  por ello más dignos de crédito unos que otros. El testigo presencial de sí  mismo --- el protagonista en el acto que protagoniza --- se encuentra sumido en  el hecho hasta el cuello, el valor de verdad de su recuerdo será tan ilusorio  como cualquiera de sus versiones posteriores”. (pág. 92)
        En El rincón de los niños, las palabras, el acto de  narrar, de escribir, son cuestionados y actúan como vehículos distorsionadores  de una realidad. La escritura entonces es una mentira. Irónicamente el ordenar  papeles para descifrar o desenmascarar muestra que el narrador no clarifica, al  contrario, se encierra en una multiplicidad de sub-textos contradictorios. Por  ejemplo, dentro de la novela se incrustan escritos que no tienen nada que ver  con la historia de Gaspar. Por eso el narrador se pregunta: “¿Por qué hoy  recuerdo esto y ayer no recordé esto otro”? (pág. 92). La autoreflexión de la  escritura y la ausencia de informantes a través de los textos, la pérdida de  los documentos para contar algunos aspectos de la historia de Gaspar Ruiz  conducen a la abismante y trágica conclusión de que la palabra escrita es un  espejo ilusorio de vidas que son y no son. La realidad se convierte entonces en  un doble sistema de señales pasajeras.
        El rincón de los niños atrae, exalta los sentidos e  invita al lector a la participación activa en un mundo que no propone nada, que  no ordena nada sólo se cuestiona. Cuestiona también el lenguaje. “Un día Gaspar  probó suerte con un poema suyo, escrito el verano anterior. El poema es el  siguiente: ..........  (pág. 163), (la  página está en blanco). Esta página en blanco también sugiere otra vía de la autorreflexión  y la teorización de la función de la estética en la literatura y la función del  lector ante una lectura que exige una reacción. El rincón de los niños merece  varias lecturas, varias interpretaciones, pero hay que atreverse a leer de otra  manera; abandonar la estéril concepción de fondo y forma en la obra literaria e  imaginar  que una novela deja de ser  novela y un rincón de niños deja de ser exclusivamente El rincón de los  niños.