Carlos Labbé: “Navidad y Matanza”
Editorial Periférica, España, 2007, 171 págs.
Comienza el juego
En la historia de la literatura hay todo tipo de novelas e innumerables adjetivos para calificar a cada una. En esta vastedad de textos es fácil perderse y difícil encontrar algo que valga la pena, tal empresa parece cosa de suerte. A tal punto, que se ha escuchado a más de un lector decepcionado, expresar sentencias del 
tipo “ya lo he leído todo”. En la actualidad, sin embargo, podría objetársele con el siguiente argumento “no has leído Navidad y Matanza”, justamente el tipo de novela ante la cual los adjetivos se quedan cortos.
El escritor chileno Carlos Labbé es el responsable de esta singular obra, que ha dado que hablar no sólo en Chile, sino también en países como España, donde fue publicada. “Navidad y Matanza” es la segunda novela de este licenciado en Letras y Magíster en Literatura, quien está ligado también a la música, al cine y la televisión, influencias que son palpables en su literatura.
No resulta sencillo comenzar a hablar sobre esta obra, quizás porque efectivamente es mucho lo que se puede decir. Un buen punto de partida para adentrarse en ella es la explicación de la inusual forma en que fue escrita.
El autor la llama “novela juego”, pues junto a un grupo de amigos construyeron un tablero con sus respectivas casillas al estilo de los juegos de mesa. Siguiendo ciertas reglas narrativas y temáticas cada participante lanzaba los dados y escribía un capítulo de acuerdo al lugar que el azar le asignara en el tablero. La persona que consiguiera llegar hasta la última casilla tendría la oportunidad de apropiarse de todas las partes y publicar la novela. Labbé habría reescrito el resultado final y cumplido con la misión de publicar. Resulta inevitable pensar en la ventaja y privilegio de tener amigos tan generosos.
De manera general podría decirse que la trama se desarrolla a través de dos líneas argumentales: en primer lugar está la historia de un grupo de biólogos que viven recluidos en un laboratorio en Estados Unidos, como parte de un experimento científico que prueba los efectos de una droga llamada hadón -del temor y el odio- en los seres humanos. Este grupo encuentra en la creación de una novela el pasatiempo perfecto para sobrellevar su encierro. Cada miembro asume como seudónimo el día de la semana en que le toca escribir su capítulo y enviárselo por correo electrónico al resto de los compañeros.
Surge así la segunda línea argumental, la narración de los científicos, que resultará ser sumamente oscura y confusa. Se cuenta lo acaecido a una acomodada familia chilena que sufre la desaparición de sus dos hijos adolescentes, a poco andar se develarán escabrosos y perversos sucesos que se mantenían encubiertos. El encargado de investigar y dilucidar el misterio de la desaparición será un periodista, quien irá descubriendo una abominable historia familiar.
Las páginas de esta novela son bastante híbridas, conviven en ellas la ciencia ficción, la fantasía, el misterio, lo policial, etc. Sería inadecuado e imposible encasillarla en un género puro. El propio autor comentó en una entrevista que la considera algo así como una novela naturalista de principio de siglo, ha hablado también de alegoría, sátira y burla, y lo cierto es que tiene algo de cada una. Descubrirlas es tarea del lector.
Labbé establece un juego constante entre realidad y ficción, astutamente impone la arbitrariedad como mecanismo esencial y la utiliza a su favor. Incorpora elementos de la vida real: personajes del acontecer público y lugares de la geografía nacional, como los pueblos de Navidad y Matanzas, en los que transcurre gran parte de la trama. Más de un lector se verá tentado a indagar si alguno de los hechos o personajes son efectivamente verdaderos.
Sin duda que esta novela puede resultar desconcertante, pero hay que valorar su arrojo al atreverse con temas como la patología y la desviación en sus distintas expresiones, a través de la ironía y la burla. De aquí derivan sin duda ciertos rasgos de farsa y opereta.
Labbé es capaz de fundar un imaginario y un mundo propio, su Navidad y Matanza están en la línea de la mítica Santa María de Onetti, autor con el que por cierto hay cercanía. Encomiable imaginación la de este autor, se desborda de manera alucinante y delirante. Un verdadero torrente que sin duda provocará perplejidad en el lector y el cuestionamiento sobre lo que se tiene enfrente. Con total validez podrá preguntarse si se le está tomando el pelo.
Es difícil establecer un paralelo con otro autor chileno, probablemente no lo tenga, pero como se ha señalado en otros medios, la influencia de Bolaño es visible. Sin embargo, al menos dentro de las letras nacionales actuales, esta es una novela única.
Atrapa sin más, y no vale la pena oponer mayor resistencia. Su historia intrigante, misteriosa y compleja, es un imán infalible. El lector es apremiado y a la vez burlado, cuando cree haber descubierto y esclarecido algo, se defrauda tal ilusión. Todo es puesto en entredicho, los personajes y situaciones se sustituyen, entrelazan y confunden múltiples veces. Hay más de una versión para un mismo hecho, faltan datos y hay demasiados cabos sueltos, pero ahí justamente radica su atractivo, en la propuesta de crear más dudas que certezas. Por algo en un momento el narrador decidoramente enuncia: “La literatura es una mentira”.
Sólo queda aceptar la falacia y entrar en el juego.
