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Memorándum

Por  Carlos Labbé J.
Publicado en EL MOSTRADOR, 4 de enero 2006


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Carlos Labbé, 28 años. Tiene una novela publicada, Libro de Plumas (Ediciones B), y en términos literarios, se declara seguidor de Roberto Bolaño, aunque también reconoce en Chile la importancia de Germán Marín.
Es licenciado y magister en literatura de la Universidad Católica.


 

De: José Segovia, guardia de Seguridad Ciudadana Roja nº 46, Municipalidad de Santiago.

A: Dirección de Seguridad e Información, Municipalidad de Santiago.

Aproximadamente a las 10:00 (diez) horas de la mañana de 10-7-2001 (diez de julio de dos mil uno), un sujeto de comportamiento dudoso salió del inmueble público Biblioteca Nacional, caminó hasta la esquina de las calles Huérfanos y Estado, y se detuvo. Vestía como estudiante de educación superior, pero su rostro y gestos no correspondían a aquella tipificación, ya que no poseía barba ni cabello largo. No fumaba ni hablaba en voz alta. No portaba mochila, bolso ni reloj, sin embargo llevaba consigo un cuaderno, un libro y un lápiz. Me comuniqué con Carabineros, quienes confirmaron mi alarma.

De inmediato me dispuse a vigilar su accionar, que paso a describir a continuación:

1. El sujeto caminaba con pausa inadecuada, tratándose de un día hábil en el centro cívico, durante horas de oficina.

2. En ocasiones miraba de manera peligrosa a algunas personas que realizaban actividades normales. Incluso uno o dos individuos se detuvieron y lo increparon verbalmente por su actitud.

3. Posteriormente, a la altura de Huérfanos con Miraflores, el sujeto permaneció quieto durante 15 (quince) minutos, alternando su mirada entre los vehículos que transitaban y las luces del semáforo. Desde mi posición tuve que pedir el apoyo del guardia Azul nº 21 (veintiuno) Miguel Espinosa cuando constaté que el individuo sospechoso llevaba 13 (trece) minutos sin moverse delante de la señalética de la calle Estado donde se indica “Antigua Calle del Rey”.

4. El sujeto posiblemente forma parte de las redes ilegales de la Plaza de Armas, pues tocó con la palma de la mano la cabeza de una niña de aproximadamente 5 (cinco) años que caminaba por calle Victoria Subercaseaux con su madre.

5. Al mediodía, el individuo se sentó en una banca de la calle Lastarria y comenzó a hacer notas en su cuaderno. Adjunto a usted fotocopia de la página que el sujeto escribía en el momento en que procedí al arresto, y cuyo original se encuentra en tribunales.

“Voy a recorrer dos caminos para intentar encontrar eso que está en Santiago pero que no puedo ver. Esos dos caminos fueron las dos líneas que se cruzaban en el sueño que tuve anoche, cuando por fin pude dormirme tras pensar y pensar cómo escribiría sobre el alma de una ciudad. Son dos los caminos, las calles por las que voy a caminar hasta llegar al centro de mi búsqueda.

“La primera calle es la línea del tiempo. En la Biblioteca Nacional revisé algunos cuentos de la historia de Santiago: Santiago fue fundado el 12 de febrero de 1541; Santiago fue otro después que Michimalonco la arrasó; Santiago era una plaza marchita por donde caminaban las familias incompletas de los españoles que en el sur vivían con los Mapuches; ninguna de las pequeñas batallas de ese acuerdo comercial que se llamó la Independencia ocurrió en Santiago; en Santiago nunca ha habido una lucha armada, sólo las represalias de Ibáñez y Pinochet; en Santiago primero mataron a los jóvenes nazis, luego a los comunistas y finalmente a los pobres; el salitre sólo trajo palacios y miseria a Santiago. Yo no sé nada de la ciudad donde nací, la línea del tiempo se me termina cuando entiendo que la historia no es una línea, sino varias espirales sin forma que se alejan y vuelven cuando uno las cree perdidas.

“El sueño de anoche era así: yo caminaba por diferentes épocas de Santiago en una misma calle, hasta que me topaba con un graffiti de la actual calle Lastarria. Era un dibujo de dos líneas, una horizontal y otra vertical, que se cruzaban en un punto y luego seguían. La segunda línea, la vertical, es la línea del espacio. Lo que se dice una línea sincrónica: pararme en una esquina para concluir algo a partir de todo lo que observo ahí, como el ideal descriptivo, la utopía materialista. Por eso traje el libro de George Perec que no he leído, Tentativa de agotar un lugar parisino, donde el perecquiano narrador se sienta en un barucho a anotar en su libreta cada cuerpo que cruza la calle y vereda de enfrente. Por supuesto —creo— al final el narrador debe reconocer su fracaso: las variaciones de un lugar nunca se van a agotar.

“Estoy sentado en un banco de Lastarria. Acaba de pasar frente a mí un anciano que pasea a su perro. Cada mediodía lo hace. Pasa un tipo pedaleando en un carro de frutas y verduras, este debe ser el camino que hace todos los días rumbo a la Vega Central. Cae una gota de óleo color crema en uno de los adoquines de la calle, proveniente de la fachada del edificio que están remodelando. El trazo de carbón sobre el papel de la muchacha que dibuja el frontis de la iglesia del Opus Dei. Es hermosa, tiene el pelo corto, oscuro, y sus ojos me miraron un segundo por encima de los anteojos de marco cuadrado. Pasan tres oficinistas. Uno de ellos se mete al cine. Un tipo pisa una hoja que está en el suelo y la hoja cruje. El cartel del restaurante. Los adoquines de la calle. El auto que se estaciona. Así tampoco voy a llegar al punto negro que estaba en la intersección de las dos líneas de mi sueño, por eso Perec fracasó en su intento. Necesitaría una vida, paciencia y mucho más que dos ojos para describirlo todo. Siempre voy a ver una sola cara (la mía), y el resto de las personas pasarán a mi lado sin que las pueda describir. Y el silencio. Y el esmog.

“En el sueño el punto negro resultaba ser de súbito un punto luminoso. El punto de encuentro de las dos líneas de la ciudad de Santiago se salía del tiempo y el espacio. Alma y cuerpo, pero Santiago es una ciudad, no un ser humano; está formada de innumerables cuerpos y almas. Mi pregunta –y por eso no dejo de parlotear como una vieja– es por la esencia. Una mujer y un hombre se besan frente a mí, en Santiago y no en Berlín ni en Cabo Verde: ¿por qué? El pequeñito punto negro se expande y ahora todo parece estar oscuro, contaminado, aunque es la esencia, y es una esencia que todos los santiaguinos queremos cambiar. Entonces lo que está fuera de la ciudad es lo que anhelamos, el campo, la playa, Buenos Aires, sin tener que irnos de Santiago. ¿Por qué? En mi sueño, cuando entraba en ese punto negro central yo me disolvía en un lugar fuera del tiempo y del espacio, en Dios, en lo que está fuera de nosotros y a la vez en todas partes, inclusive acá adentro. El punto se hacía blanco, tan blanco como la nieve.

“Ahora entiendo: puede que se trate de la nieve de la cordillera allá arriba, de una presencia efectivamente ubicua donde sea que me ubique yo en Santiago. Un francés que vino de visita donde una prima mía me dijo que para él Santiago era un punto rodeado de cerros. Me dijo que en Francia, cuando le preguntaran por nuestra ciudad, él iba a decir: ahí todo tiende a ir hacia arriba. Entonces, ¿por qué me siento tan cercano al asqueroso suelo de pavimento? Vamos por parte.”

El sospechoso dejó de escribir y permaneció 5 (cinco) horas sentado sin realizar ninguna actividad conocida, evidenciando la anormalidad de su comportamiento. No comió ni habló con nadie por aproximadamente 8 (ocho) horas. Invadió la privacidad de los peatones en repetidas ocasiones, en las que siguió con la mirada por toda la cuadra a quienes a esa hora ejecutaban sus actividades normales. Un individuo de actividad cuidador de autos lo insultó y el sujeto sólo se cambió de banco, para seguir intimidando a los transeúntes. Antes de que se consumara la figura delictiva, pedí apoyo de Carabineros, Investigaciones y Seguridad Ciudadana Azul, Roja y Especial. El potencial agresor descubrió mi presencia, dejó de observar hacia el cielo y me miró. No tuve necesidad de utilizar el arma, puesto que de inmediato se constituyeron a mi lado quince efectivos, junto a los cuales procedimos al arresto preventivo.

En horas posteriores, mientras el individuo sin identificación era trasladado a un recinto policial, el vehículo que lo trasladaba sufrió una colisión con un vehículo de actividad comercial vendedor de frutas y verduras. Aprovechando la confusión, el sujeto se dio a la fuga. A estas horas de la noche su búsqueda continúa siendo infructuosa.


 

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Cuento de  Carlos Labbé J.
Publicado en EL MOSTRADOR, 4 de enero 2006