LOCUELA
Carlos Labbé. Periférica. Cáceres, 2009. 249 págs.
Por Arturo García Ramos
Según Borges, Anthony Berkeley
agotó los argumentos más ingeniosos
en el género policial. En realidad,
cometió el mismo pecado del que
acusó a Ortega, quien había opinado
que en su tiempo no era posible
escribir ya argumentos interesantes
y que la novela futura prescindiría
de ellos. Nabokov, Bardin, Cortázar,
Bolaño y otros demostraron que la
invención de tramas inteligentes es
tan inagotable como cualquier otra
actividad emprendida por el ingenio
humano y que lo único que se termina
es nuestra paciencia de desocupados
lectores cervantinos. A esa
tradición quiere incorporarse Locuela, una novela «metamorfoseante»
en la que lo aparentemente policial
se va combinando con experiencias
narrativas más propias de una escritura
de vanguardia. La composición
de la obra va trenzando un texto que
se denomina La novela con un diario
escrito por El destinatario y otro por
La remitente. Una triple ficción en
la que cada texto contiene y refleja
al otro en un complicado laberinto
que ilustra los proliferantes desdoblamientos
entre ficción y realidad
con métodos tan radicales como
los de El Museo de la Novela de la
Eterna.