Navidad y Matanza, de Carlos Labbé
revistateína, número 19. octubre 2008
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Una novela juego; así habría que calificar a este experimental y lúdico artefacto literario. El punto de partida parece ser una suerte de policial donde nadie resuelve nada, sino donde todo siempre encaja a medias y no hay manera de establecer una cronología de los hechos. Además, las historias paralelas, en vez de resolverse, forman bucles infinitos y la novela se cierra constantemente sobre sí misma, como si fuera una cinta de Moebius.
De hecho, la historia importa poco. Es más: no hay; o si la hay resulta tan confusa, y contada en tantos niveles de significación, que resultaría complicado intentar una sinopsis. Los cruces de la realidad con la ficción llegan a tal extremo que, por ejemplo, no hay manera de saber si Boris Real y Patrice Dounn son o no un solo personaje. Ambos aparecen, desaparecen, cambian de nombre, mutan incluso en otros compañeros de reparto... A eso hay que sumarle irrupciones oníricas, alegorías o una buena dosis de metaliteratura. El efecto conjunto es que la lectura avanza hacia la desintegración del texto, en vez de hacia la unidad.
Y es que acá, más que los hechos, importa la prestidigitación. Con esta atrevida apuesta formal, Labbé pone sobre la mesa que toda ficción es una mentira construida con palabras y que la literatura consiste en la ejecución de un encantamiento frente a los ojos del lector; el reto reside en mantener su atención y engañarlo sin que se dé cuenta. De ahí que la gran alegoría de este libro aparezca en la foto de tapa: el lenguaje es un theremin wittgensteniano. ¿Y la literatura? Su melodiosa mentira. Novela no apta para integristas decimonónicos.
NAVIDAD y MATANZA
Carlos Labbé. Periférica, Cáceres 2007, 173 páginas.
L. S.
Las Últimas Noticias, Miércoles 22 de octubre de 2008
Aunque ya había llegado por goteras
a Chile, recién ahora, después
de un año de su publicación en España,
esta elogiada novela de Carlos
Labbé ha comenzado a ser distribuida
normalmente en las librerías
del país. Desde hace varias décadas
ya no son una novedad los libros “para armar”, aquellos en que el
lector reconstituye un todo a partir
de pedazos en aparente desorden, y
es justamente ésa la primera trampa
de esta atrevida propuesta narrativa, que pone en entredicho
la eminencia de las historias en la lectura y eleva a ese primer
plano la posibilidad de que un libro sea simplemente un juego
de estrategia, una estructura, cuyos participantes son todos:
lector, autor, narradores, personajes, historias y lenguaje.
En este libro hay además juegos dentro del juego: siete
tipos que escriben una novela encerrados en una casa, un
periodista que investiga un caso, los protagonistas de ese caso
que a su vez juegan otros juegos. En todo ello, casilla a
casilla del tablero narrativo, van saltando también imágenes
y atmósferas ligadas a la realidad generacional –sensaciones
de miedo, de encierro, de inminencia– junto a escenas provocadoras
que podrían figurar tanto en Alicia en el país de las
maravillas como en Lolita.