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'Sujeto' muere atropellado

Carlos Labbé
Babelia, 28 de Julio de 2007

Como durante el sueño que nos obliga a despertar, un libro inolvidable nos enfrenta a personajes de múltiples caras que son una sola: la de uno mismo. O la de alguien desconocido que, sin embargo, no es un extraño. Por ejemplo, El rincón de los niños -la novela con la que Cristián Huneeus le faltó el respeto a la (por entonces) bienhablada narrativa chilena, y que veintisiete años después se vuelve a publicar en Santiago- recoge las múltiples versiones de un libro autobiográfico que Gaspar Ruiz escribe desde su adolescencia, intercambiando sutil y decisivamente los nombres de los personajes a medida que va envejeciendo. Hasta que un día él también desaparece, en el exilio político. Un narrador no identificado reconstruye el relato de esos cuadernos, preguntándose si acaso las páginas de un escritor y las anécdotas que se cuentan sobre su vida no son sino versiones de lo que no se dice, acaso la literatura una metamorfosis permanente de facetas para dejar atrás los apellidos, las familias y las amistades que fundaron Chile, la novela, los personajes, la humanidad.

Gaspar Ruiz se emborracha y orina en vasos de güisqui durante la fiesta de presentación en sociedad de una adolescente libanesa, porque todos sus amigos lo hacen. Gaspar Ruiz golpea a otros niños porque descubre que así la atractiva profesora de primaria lo abrazará y le hará cariño en el pelo. Gaspar Ruiz escribe poemas y lee en voz alta a Neruda y a Parra solamente para seducir a su amiga María, que es sensible, pero ella se va a interesar en su amigo Santiago, quien se dedica a la pintura. El rincón de los niños es una novela nominalista sobre el habla chilena, creativa y desdeñosa en su ignorancia de que todo lo decimos en castellano: Gaspar Ruiz recoge un perro vago, lo adopta y lo llama Sujeto. Pero un bus aparece en el camino, atropella a Sujeto, Sujeto muere. No existen individuos en esta novela, sino apenas rescoldos de tradiciones, es decir, nombres y apellidos; la palabra amor, en boca de tu enemigo, significa odio. Otro Gaspar Ruiz, el de la homónima novela de aventuras de Joseph Conrad, es el mismo tipo vacilante: un soldado independentista chileno que, capturado por los realistas españoles, es obligado a volver donde sus compañeros de armas para traicionarlos. Y hubo un Gaspar Ruiz anterior, histórico, idéntico: un hombre que, enviado al sur por la naciente república de Chile para pactar la paz y colonizar territorio de los mapuches, se quedó a vivir con ellos porque era más cómodo.

Como la inusitada intensidad de un sueño hace que uno se despierte, es igualmente sugerente e inexplicable que una novela libertina como El rincón de los niños fuera publicada en Chile durante 1980, leída por un puñado de escritores y académicos, y acto seguido guardada en las bibliotecas luego de recibir dos comentarios que hablaban de una novela "experimental, hermética, pretensiosa, ilegible". Pero una novela es siempre una novela y nunca una novela; en este caso, el relato de la singladura de Gaspar Ruiz desde la parranda de Santiago hasta la melancolía y el silencio del campo no sólo vuelve a Cristián Huneeus el reverso de Germán Marín y una variante de Mauricio Wacquez -sus coetáneos más célebres- sino una exageración de ese Juan Emar que, olvidado en un fundo y despojado de su seudónimo, escribió hasta sus últimos días las cuatro mil páginas de Umbral, novela que en su forma misma -como 2666, de Roberto Bolaño- es una suma de la literatura que inventó el país de Chile: distintas hablas que construyen realidades, pero que no saben dónde reunirse para parlamentar; la paradoja de ciertas provincias que imaginan un centro, Santiago, al cual sin embargo sólo le preocupa cómo es visto desde el exterior. El anatema de la multiplicidad y la evasión también afectó al agrónomo, académico, erotómano, hípico, ex cadete militar y escritor Huneeus, quien antes de que lo pillara la muerte pudo terminar otras dos novelas para seguir centuplicando a su protagonista Gaspar Ruiz, y también una Autobiografía por encargo, donde anotó: "El proceso de ver y ver de nuevo o ver por primera vez no tiene término".

Carlos Labbé (Santiago de Chile, 1977) es autor de las novelas Libro de plumas (Ediciones B) y Navidad y Matanza (Periférica).

 

 

 

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Babelia, 28 de Julio de 2007.