Dignatura
(veinte años de Pentagonal: incluidos tú y yo)
Por Carlos Labbé Publicado en Cartografía crítica de la literatura digital latinoamericana
Carolina Gainza, Nohelia Meza, Rejane Rocha Editoras.
Editorial de la Universidad Federal de S. Carlos (EdUFSCar), 2023
La literatura es una interfaz por la que las agencias acceden a ciertas formas de placer o afectos que no pueden representarse por vía de la originalidad, la obra y la autoría.
(M.R.R)
La unidad del texto no está en su origen, sino en su destino.
(R.B.)
Las innumerables pantallas, interfases y servidores que llevaban décadas encendidos sin sosiego de súbito se apagaron. El silencio atronador. La electricidad no volvería, sólo los elementos, las dimensiones todas de lo que está vivo a pesar de la dificultad extrema. Me pasaste una vela para que se derritiera en mi mano. La apagaste. ¿Y sólo entonces me pediste que abriera los ojos en plena noche? . . . . . .Así comienza el texto. . . . . . .El texto tuyo. . . . . . .Te lo envío. . . . . . .Es texto cuando son palabras en búsqueda constante de su soporte, incluso si parecieran no tener apuro en encontrarlo; es texto cuando su existencia se debe primero a una sonoridad ineludible, en la cual parece conocer la razón misteriosa de la pervivencia de sus palabras tras innumerables extinciones humanas y no humanas; es texto cuando se trata de un sistema en sí mismo, independiente de ti y de mí, y empieza a circular con energía cada vez que alguna inteligencia lo recorre. . . . . . .Así termina el texto que recibo desde un pasado que sigue parpadeando a través de tres versos que creía yo perdidos entre la obsolescencia de computadores y teléfonos. “Me pasaste una vela para que se derritiera en mi mano/ La apagaste/ ¿Y sólo entonces me pediste que abriera los ojos en plena noche?” Así comienzo este texto sobre Pentagonal: incluidos tú y yo: con el resto de un poema escrito, reescrito, borrado, reemplazado obsesivamente en la memoria de quien era yo mientras caminaba y me subía a la micro amarilla en la Alameda, luego en Providencia, luego en Los Leones, luego en Diagonal Oriente, entonces me bajaba para seguir a pie hacia el taller del penúltimo año de la licenciatura en la Católica, casi un lustro antes de esta, la primera novela que conseguiría publicar en 2001 y que —no es casual ni anecdótica tal ceguera— nunca ha visto el papel. . . . . . .Así se abre el texto. . . . . . .No es un mensaje. No puede ser otra cosa que un mensaje. . . . . . .Como sea, lo recibo. . . . . . .Lo leo como si fuera alguien que nada más acostumbra enfrentarse a novelas y ensayos, a veces artículos, porque su trabajo sería transformar todo tipo de discurso en mensaje, como si no importara la persona destinataria de esos mensajes, su individualidad y su colectivo, sino la dirección que me llevaría a ella. . . . . . .Resulta que ese alguien publicó una novela hipertextual hace veinte años. . . . . . .Resulta que en veinte años el hipertexto se volvió no solo una herramienta tan invisible y ubicua como la bisagra, el botón, la cerradura con su llave, la encuadernación, la rueda y la moneda, sino que también pasó por términos que fueron cayendo en rápido desuso: multimedia, hipermedia, cibermedia, comunidad virtual, red semántica, teletrabajo. La novela, sin embargo, sigue ahí hasta que no haya más electricidad para las pantallas, las interfases y los servidores de la Universidad Complutense de Madrid, que la aloja con completa indiferencia ante la posibilidad de que cientos de personas la lean al mismo tiempo o nadie o de que no quede rastro alguno de organismos sobre la Tierra. . . . . . .Entonces, una vez más, Pentagonal: incluidos tú y yo no es texto, sino hipertexto: el exceso de palabras que el excedente de una búsqueda constantemente excepcional de un soporte excede. Es hipertexto cuando su existencia va más allá de cualquier sonoridad posible, de cualquier materialidad orgánica con la cual asegurara de manera misteriosa e irracional la pervivencia de sus palabras tras innumerables extinciones humanas y no humanas; hipertexto cuando su sistema fuera tan evidentemente excesivo que perdiera toda sistematicidad posible de ser percibida y razonada, porque ya es completamente independiente de ti y de mí, y para circular su energía no necesita de inteligencia alguna que lo recorra, mas sólo del flujo constante de unos cuantos electrones. . . . . . .Recibo ese exceso de texto de hace veinte años y sí, lo híper sistematizo. . . . . . .Lo híper sistematizo, igual que a la mayoría de mis libros hasta ahora, por miedo a que la muerte —la mía y la tuya y la de cualquiera— se imponga sobre aquello que nunca debería dejar de circular en cualquier mundo: lo escribo como una híper novela, código sobre código sobre código y tal vez —pienso hace veinte años, inocente— así el ángel exterminador se perderá por los pasadizos de eso múltiple ininteligible. La hipernovela se titula Pentagonal dada la forma de aquella estrella única, monopólica, unívoca, que ocupa el firmamento de una enseña que desde el origen del proyecto oligárquico llamado república chilena estuvo ahí, a la espera de sumirse en la noche de una bandera imperial que se consumiera en una cincuentena de estrellas para luego consumir el infinito todo de la oscuridad. . . . . . .Es esa estrella una de las cinco vidas titilantes que enlazan entre sí sus babas de luz durante cada recorrido ideal —el del ángel exterminador— que no va a leer completa la hipernovela. . . . . . .Otra es la de la mujer que es desaparecida. . . . . . .Otra es la del animal mutilado por la máquina. . . . . . .Otra es la de quien trabaja hasta la muerte. . . . . . .Otra es la voz de la ciencia y de la religión, que se extinguen porque fallan en su cometido de no detener a alguno de estos finales. . . . . . .Pero por qué habríamos de oponernos a la muerte, a qué sabe la vida si no es porque nos vamos a morir. Para qué sirve la vela encendida —la electricidad, la pantalla, el texto literario que se disemina— si no fuera oscura la noche. ¿Y si no fuera yo ni tú ni nadie quien apagara la vela, sino el viento? . . . . . .Una persona le envía un mensaje a otra. . . . . . .El viento es el mensaje. Lo toca todo a la vez pero, secuela inconclusa de un híper texto, no integra cuerpo alguno.
[2003] El cibertexto da respuesta a una búsqueda actual, ligada a la forma en que las artes se interrelacionan hoy. Este nuevo paradigma artístico, caracterizado por el carácter fragmentario, envolvente, sinestésico e interactivo de los nuevos medios, ya se encontraba problematizado en el trabajo de Vicente Huidobro, concretamente en sus novelas de 1934 Papá o el diario de Alicia Mir y Cagliostro. Aunque han sido suficientemente estudiadas sus innovaciones en el ámbito de la poesía y, últimamente, de las artes visuales, hace falta una investigación creativa que aborde los postulados de integración artística que se encuentran en estos textos narrativos. Una relectura de este aspecto del trabajo de Huidobro, cruce mediático que ha fructificado en plástica y poesía en casos posteriores como Violeta Parra con Nicanor y Catalina Parra, Juan Luis Martínez, Cecilia Vicuña, o la dupla de Diamela Eltit y Lotty Rosenfeld, entre tantas otras autorías, nos permite acceder a aspectos complejos de nuestra cultura contemporánea desde referentes chilenos, para acoger una tradición transmediática cercana, necesaria entre tantas imágenes de identidad global que nos ofrecen los diversos medios actuales. Siguiendo los postulados temáticos, argumentales y formales recogidos por Huidobro desde el arco europeo que va del Romanticismo a las Vanguardias, podemos encontrar un empalme entre los grandes discursos occidentales, como la ciencia, la economía o últimamente la comunicación de masas, y los enunciados íntimos, como el diario de vida, el email personal y los mensajes de foros virtuales. A partir del análisis de las mencionadas novelas de Huidobro se diseñarán y programarán tres cibertextos, hipervinculados e introducidos por un cuarto cibertexto que presentará las proposiciones de esta investigación. La estructura narrativa utilizada, de carácter multilineal, será previamente establecida por escrito a manera de guión. Cada uno de los cibertextos estará constituido por aproximadamente 110 lexias o fragmentos transmediales, al cabo de un proceso de adaptación verbal, auditiva y musical que trasladará a imágenes y sonidos originales los referentes identitarios descritos en las lexias.
Ninguna de estas dos personas puede salir de donde está y sin embargo el viento, transformado en aire imperceptible, las toca. Encerradas por las mortales consecuencias sanitarias, económicas y ecológicas del excesivo desarrollo material que es excedente de la expansión humana durante los últimos siglos, de manera paradójica y modesta estas dos personas entre tantas millones de otras proveen con su reclusión —con su urgencia mortal de dar y recibir algún tipo de intercambio que las haga confirmar su existencia— la energía suficiente con que la hipernovela hecha para ser leída en pantallas electrónicas pervivirá y y al mismo tiempo será ilegible. . . . . . .Porque fue el viento, el viento que junto al agua y el fuego arrasó finalmente todo vestigio de construcción material humana sobre la Tierra; porque fue el viento, no puede ser leído. . . . . . .Su mensaje es el siguiente: . . . . . .Para qué buscar la pervivencia—la corporalidad palpitante del texto literario— en un soporte físico —la electricidad— que existe a costa de nuestras propias condiciones corporales de existencia. . . . . . .Pentagonal: incluidos tú y yoes también esa vela apagada y no fui yo quien la apagó, sino el viento. . . . . . .Pentagonal: incluidos tú y yo a lo mejor dura lo que otra vela que se consume sobre el papel de una biblioteca antigua. . . . . . .Pentagonal: incluidos tú y yo acaso vive en ese vislumbre: vivía yo en calle Merced a la altura del 380, en un departamento que compartía con la Andrea, también con la Paula, que tenía su taller ahí, y con una gata que se llamaba Greta, así que de cuando en cuando venían amistades o familia de alguien a tomarse una cerveza, un vino o un tecito con marraqueta y palta; a veces celebramos algo, algún cumpleaños, la redacción a siete manos de lo que cuando gané se llamó Navidad y Matanza o algún otro hito de estudiantes; entonces bailábamos por docena hasta la madrugada del día siguiente, además de llevarnos ahí a aquellas personas con quienes queríamos compartir pieza a puerta cerrada aunque fuera unas horas, por favor, todo el fin de semana en el mejor de los casos y no más encierro, por favor, te cuento esto no por exceso de autor privilegiado, ni por un interés desmedido en la vida pasada —no solamente por todo eso—, sino para evidenciar lo que ahora, en este claustro obligado por la catástrofe sanitaria de la pandemia del coronavirus, se me hace fundamental: porque era aquel un espacio abierto se volvía posible el exceso de textualidad.
[2003-2016] Estoy con una hipernovela en curso llamada Hipermetropía. Llevo escritos algunos fragmentos detectivescos. Tiene que ver con la distancia en la mirada, con la distancia que tú tomas de la materia que te está afectando y que, en este caso, se trata del texto de una pesquisa. Una de las cosas que pienso de la estética digital es que implica perder el espacio que está entre el cuerpo que lee y lo que está siendo leído. ¿Cómo lograr ver el cadáver y al perpetrador del crimen si la propia mirada consiste en un error de refracción común, donde sólo los objetos distantes se perciben y no los objetos cercanos? ¿Y si, como en mi Locuela, el cadáver, el perpetrador y quien los pilla son el mismo cuerpo? ¿Y si, como en mi Piezas secretas contra el mundo, el cadáver, el perpetrador y quien los pilla son miles de cuerpos idénticos, intercambiables entre sí?
Lo que discutíamos bastante por entonces, a finales de los años noventa, a principios del milenio, es que el papel de los libros tradicionales también desaparecería. No nos planteábamos seriamente la materialidad de ese papel más que como hipérbole, hipertexto, hype del metatexto, lengua teórico-narrativa que podría desaparecer abrasada por el fuego, sumergida en agua, arrasada por el viento, desintegrada en el humus y seguiríamos de todos modos hablando así, porque lo que nos importaba era poder decir tú y poder decir yo sobre un fondo brillante, eléctrico; pasarnos mensajes que llegaran —era lo nuevo— de manera inmediata. . . . . . .Ahora, le diría esa persona recluida a la otra persona que le escribe sin ninguna distancia hace muchos años, ¿por qué te interesaba tanto incluirme? Me ofreciste leer. ¿Y sólo entonces me dijiste que lo que querías no era escribir, sino que escribieran por ti, a través de ti, contigo y sobre ti? . . . . . .En veinte años la recepción de mi Pentagonal: incluidos tú y yo parece lentamente ir en aumento, mientras el debate sobre la literatura digital que la originó desaparece de las conversaciones. Es porque hoy toda literatura es digital: toda literatura debe estar híper consciente de su formato; toda literatura debe brillar, apantallada; toda literatura expone que su condición de existencia se debe a la extinción de algo más. Al poner en perspectiva los tiempos de esta hipernovela mía según el contexto de todas mis novelas y en el de la mutación constantemente arruinada de las circulaciones literarias que le han sucedido, brillan también en la página los restos digitales que podrían haber continuado, expandido, dinamitado o eliminado el primer párrafo de este híper texto. . . . . . .Por qué dices que tú y yo, agregaría esa persona recluida al interior de esa otra que camina de manera abierta —inocente— hacia 2001. . . . . . .Tú y yo tal vez; eso sólo depende de qué lengua sea la nuestra.
[2016]
The Game of the Unnamableis an electronic book about the fragile experience of the immigrant, and the sacred nature of human traces that survive a massive displacement. My project will develop a publication that actively integrates the reader into a playful fiction, thus entrusting strategies of critical digital humanities to a wide literary audience.For practical and ideological reasons, spirituality, identity politics, fiction, and digital humanities are conceived of as separate realms in our daily life. Furthermore, the public perception is that there is a rhetorical war between them: spirituality on the right, identity politics on the left, fiction and the digital experience in the middle, as fields on which to play “capture the flag”. The truth is, every single aesthetic experience dissolves those preconceptions and rearranges them in fruitful ways.The Game of the Unnamable will consist of an e-book as well as an audiobook, an app for smartphones and tablets, and a website. It will resemble the surviving archive of a minority culture, offering subtle advice for everyday life in parable form. It will be a creative rendition of The Irk Bitig, the sacred text of an unidentified and lost Turkic nation, a book found in the Mogao caves in China and now held at the British Library. I learned about this inaccessible text while doing research for my novelCoreografías espirituales, and it came to serve as a link between my current themes and the ones I explored in my first book,Libro de plumas. The first three months of the project will be a research on archive theory, lost books, and their textualities. Next, the writing process, in Spanish and English, will take place in conjunction with the development of a reading algorithm and the design of the book, app, and website, along with a programmer and a data specialist.All collaborators have committedto The Game of the Unnamablebecause they believe the combined e-book, app, and website form will efficiently and strategically speak in a non-appropriationist way about the vibrant indigenous spiritualities of the Americas. This project is an experiment in the political possibilities of indirect language, the fable, and the sacred text; it is also an experiment in the trascendental possibilities of the pamphlet, the manifesto, and the political text.The Game of the Unnamableaspires to be a meditation and a call to action on behalf of our extinct languages, our disappeared nations, our cities conquered and renamed. Via electronic dissemination, it aims to overcomethe problem of the one-copy archived book as the only point of access to traditions threatened with extinction. It will use critical and creative tools to build a collective experience of empathy with groups of people who are being forcibly subsumed by broader ethnicities and renamed with exonyms, turned into “disposable bodies” for the sake of immigration policies and political expediency. Considering ancient notions related to mythical “disposable bodies,”—e.g. the two-spirit, the tulpa, the golem, the doppelganger, the imbunche—what kind of identity politics should the contemporary unnamable claim, as in the following excerpt? . . . . Now open your bag. . . . . After all this time running from policemen, doubleagents, priests, businessmen, even from your own story, you are safe tosit down and takea deep breath. . . . . The sun is rising. . . . . That was the last star. . . . . Listen. It is the first bird singing. What kind of bird was that? Was itan eagle? . . . . The only important thing is that the last manuscript of the Irk Bitig will never be in the Library Cave again. . . . . You will burn it, for every living soul deserves to use its omens. . . . . You will read it until these decaying folios reveal what shallbe the new form of the sacred. . . . . An eagle could be the daughter of heaven or thespirit of the road. . . . . An eagle with golden wings catches and eats whatever it wants. . . . . Heaven had a daughter. The daughter can not go back to heaven, nobody is its own parent. . . . . The daughter is earth. The daughter sits in a golden throne, starts playing. . . . . There was a deity. The deity decided to be movement.Now it is the spirit of the road riding on a dappled horse. . . . . The movement bestows his favor on two travelers.
De verdad crees que con sólo enunciar que tú y yo somos parte del mismo texto vamos a encontrar finalmente un sentido a todo en conjunto, le preguntaría hoy esa persona reclusa a las otras que pedían que las incluyera en su texto hace años. . . . . . .Dime por qué quieres crear una lámpara sólo para apagarla y, en ese momento, pedirme que camine hacia ti, le responden.
Diferentes direcciones coexisten en un mismo texto porque está siendo escrito y leído en simultaneidad. En un sentido da igual qué materia y qué soporte tiene: en el hecho cierto de que coexistimos. De que existimos. De que aún estamos viviendo. . . . . . .Y por qué la vela sería una única vela. . . . . . .Vela.
[2019] A mediados de año hablábamos con Carolina Gaínza y con Carolina Zúñiga sobre la posibilidad de llevar a cabo un taller de creación de literatura digital como parte de su proyecto de largo aliento al respecto. Tomé notas sobre un eBook colectivo con un/a narrador/a en segunda persona plural y en tiempo futuro; fantaseé —justamente a propósito de esa constricción creativa— con una expansión de mi novela La parvá a diferentes hitos deportivos y musicales de Chile, e incluso proyecté por enésima vez el goce de disolver mi propia autoría en un movimiento literario. Cuando volví a hablar con Carolina y con Carolina, en diciembre de este año que se va, ya había sucedido la revuelta popular de octubre. La literatura hipertextual, aventuraba yo, esa antigua práctica mía del 2000, podía ser más contingente que nunca si se prestaba como obra abierta para crear un La noche de Tlatelolco digital para el Chile que nacía. Si incluíamos la mayor cantidad posible de voces de la revuelta, todo tipo de voces —la estudiante que saltó valientemente el torniquete y así encendió el movimiento que exige evadir los cobros existenciales del capitalismo y recuperar la dignidad animal humana; la primera línea de las tías de Plaza Dignidad, claro, pero también el oficinista que se escapa del obligatorio after corporativo para caminar hasta la masiva protesta de cada viernes en la tarde; las voces prominentes de lxs 150 presxs políticxs, y así—, cada estudiante que participara del taller cumpliría con creces un ejercicio riveragarceno de desapropiación para vencer la necroescritura del periodismo y así vincular el rosario de discursos de millones de manifestantes que demandan dignidad, incluidxs tú y yo. Pero quienes consideran que la revuelta es un estallido firmaron un “acuerdo de paz”; aun peor, llaman a esto “crisis social” porque en su doctrina del shock toda crisis es una enorme oportunidad económica, de modo que cortarán los presupuestos, aumentarán sus ganancias y probablemente se movilicen para superponernos —porque son ellos dueños de los medios de producción— cualquier otra realidad todavía más crítica mediante la cual desviar la atención del coro: un terremoto, una epidemia, una guerra. Una nueva religión. Sea lo que sea, no habrá plata para tal taller.
Si para quien escribe es fácil la intuición de seguir adelante a tientas, merced a la seguridad de la corrección futura, para quien lee eso sin embargo se trata de andar por completo en el riesgo de lo impenetrable nada más que con el pálpito de que alguien le alumbrará algo. . . . . . .Una vela es suficiente. . . . . . .Una sola vela sirve para quemarlo todo. . . . . . .Una persona da una respuesta que llega a todas las demás que son únicamente esa persona ante su único futuro posible y la vela.
[2029] ¿Cómo conseguir algún salvoconducto sanitario para montar de modo espectacular mi doble novela coreográfica Viaje a Partagua/Libro de espuma? Pienso en 三体 y en cómo Cixin Liu perdió la oportunidad —al vender los derechos audiovisuales de ese libro suyo a la televisión y no a la industria holográfica en su república popular— de incorporar a tres millones de soldados a esa danza compleja que habría puesto en marcha un sistema informático para analizar de manera orgánica, sin las falencias y límites de la pantalla digital, de forma majestuosa y modo sustentable, la duración de esta era caótica nuestra, la de las catástrofes climáticas, y ojalá así conseguir la predicción de una era estable donde algunas personas humanas pudiéramos hacer otra cosa que sobrevivir. Si el texto literario solía ser un sistema en sí mismo, todo sistema —incluso el más simple aparato celular— podría volver a ser un texto literario, es decir un mensaje infinito que sigue y sigue sonando en busca de otros destinos diferentes a nuestra sobrevivencia como especie. ¿No fue también un enorme proceso computacional, energético, aquel inspirador movimiento coordinado de decenas de millones de cuerpos que protestaron al mismo tiempo en todas las capitales de Chile contra la violencia estructural del gobierno oligárquico discriminatorio de siglos, para poner en jaque a esos presidentes ilegítimos y forzar el comienzo de aquella serie de cálculos que devinieron en el reemplazo de la larguísima constitución de Pinochet por esta compleja escritura nueva donde vivimos? Contra la ciudad necroescrituraria de los siglos pasados, ¿cómo apuntalaremos una nueva interpretación corporal, colectiva, danzante, sudorosa —tan fija como mutable según improvise cada grupo— y en permanente cambio para la dignatura de nuestra propia república popular?
Me pasaste una vela para que se derritiera en mi mano. Yo hice lo propio con la persona que estaba a mi lado y ella a su vez con la siguiente. ¿Sólo entonces, cuando se hallaba encendida la totalidad del valle y los cerros y la costa, abrió cada cual los ojos en plena noche? Las innumerables pantallas, interfases y servidores que llevaban décadas apagados en desasosiego súbitamente perdieron importancia. El respiro atronador. La electricidad volvería sólo al contacto mutuo entre todo lo que está vivo a pesar de la dificultad extrema. . . . . . .Así comienza el mensaje.
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(veinte años de Pentagonal: incluidos tú y yo)
Por Carlos Labbé
Publicado en Cartografía crítica de la literatura digital latinoamericana
Carolina Gainza, Nohelia Meza, Rejane Rocha Editoras.
Editorial de la Universidad Federal de S. Carlos (EdUFSCar), 2023