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Entrevista a Carlos Labbé
"Me complacería contribuir a repolitizar la narrativa chilena"
Por Roberto Careaga C.
La Tercera, 7 de Julio de 2014
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Un videojuego esconde algo. Un mensaje, un complot. Algo que se escapa en los márgenes de las acciones posibles de este juego improbable sobre una empresa salmonera noruega que opera en Albur, un pueblo de ficción en la Región de Aysén. Intentar clarificar qué esconde la trama de ese juego es una de las hebras de Piezas secretas contra el mundo, una novela política, ecológica, romántica y, sobre todo, desconcertante, de Carlos Labbé (1977).
Publicado a inicios de año en España por Periférica, el libro llegó hace pocos días a las librerías chilenas. Se trata de otro paso más de Labbé hacia la complejización de su narrativa: desde la claridad de Libro de plumas (2004), avanzó con Navidad y Matanza (2007) y Locuela (2009) hacia relatos fragmentados y estructuras que se alejan de las convenciones. Seleccionado por la revista Granta entre los narradores latinoamericanos más prometedores -el otro chileno fue Alejandro Zambra-, Labbé, además, acaba de liberar como e-book la novela La Parvá, un contingente relato sobre el Mundial de Fútbol en Chile en 1962.
Desde Nueva York, Labbé cuenta que Piezas secretas contra el mundo fue escrita durante varios años. La novela es el análisis del relato de un videojuego, también cierta crisis amorosa vivida a la distancia y, en una sección, una invitación al lector: como si fuera un puzzle, puede elegir hacia qué pagina avanzar. Así: “Una mujer abandonada por su amante -especialista en videojuegos- escribe un guión de videojuego donde cada etapa termina con la muerte de su amante. Si prefiere que al final de cada etapa su amante regrese, debe dirigirse a la página 10. Si le parece justo, puede seguir a la cinco”.
Relato de incomunicación y desamparo, el centro de la novela está en la explotación de la industria salmonera en el sur de Chile. “Me encantaría que esta novela mía fuera leída políticamente, como una intervención concreta a la explotación y la sobreexplotación no sólo de Aysén”, dice Labbé. Y agrega: “Si fuera leída así, me complacería haber contribuido a repolitizar la narrativa chilena y latinoamericana -que estéticamente va reaccionando tan lento, tan atrás con respecto a la contingencia-, y al mismo tiempo a complejizar la textualidad política, que por su inmediatez a veces carece de imaginación”.
Más que otras veces, Labbé pide en Piezas secretas contra el mundo una lectura atenta e interesada, capaz de unir cabos y hasta crear algunos para cerrar círculos. Es tan deliberado, como el cuidado catálogo de Sangría Editora, el sello que dirige junto a su mujer, Mónica Ríos, Joaquín Cociña y Martín Centeno. “Siempre he pensado la narrativa, la literatura, como el espacio discursivo de la complejidad”, dice. “Si estoy en la literatura, en la edición, en la escritura, es porque las pocas reglas que tiene pueden ser destruidas y reemplazadas una y otra vez por un texto que propone algo distinto”, concluye.