“Éxtasis colectivo”:
el fútbol y la reinvención de la historia en The Murmuration de Carlos Labbé Traducido del español por Will Vanderhyden (Open Letter Books, 2024) Por Benjamin Woodard publicada en Words Without Borders y traducida automáticamente
Ambientada durante la Copa Mundial de la FIFA 1962 en Chile, The Murmuration de Carlos Labbé es una obra experimental que usa el fútbol para comentar sobre las batallas de género y clase, así como del consumismo creciente en la nación. En tres capítulos, Labbé, conocido por sus narrativas asincrónicas y coqueteos con géneros en novelas tales como Navidad y Matanza y Coreografías espirituales, entre muchas otras, desafía las expectativas narrativas tradicionales mediante paradojas, cambios de perspectiva y tiempos verbales, y oraciones laberínticas. Los detalles específicos permanecen intencionalmente oscuros, resultando en una historia que se siente como el relato de un sueño. Sin embargo, Labbé, canalizado por el brillante traductor Will Vanderhyden, guía a la audiencia con una locura tan segura que la delgada novela, a pesar de algunos momentos de calma, es difícil de dejar.
La historia comienza en un tren entre Temuco y Santiago en la víspera de las ceremonias de inauguración del Mundial. La única dirigenta mujer del equipo nacional chileno, quien se percibe discriminada por sus colegas hombres, se sienta en el vagón comedor con un comentarista de fútbol retirado. El comentarista posee la habilidad de influir en seres y situaciones con su voz, lo cual demuestra al controlar el patrón de un enjambre de luciérnagas afuera del tren. La dirigenta intenta convencerlo de salir del retiro y narrar los partidos de Chile. Al ser interrogada sobre el motivo, la dirigenta habla de solidificar la identidad nacional y la conciencia obrera, así como de llamar la atención sobre sus propios desafíos como mujer en un mar de hombres poderosos, antes de agregar:
“Con su relato el seleccionado llevará esa idea de que existe algo como Chile a la inminencia que alcanzaron los hermanos trasandinos hace una década casi, a ese estado donde supieron llegar los prusianos con su idea de Alemania. Y cuando esos aficionados hayan visto por fin ese borde, esa orilla, en vez de indicarles el camino que sigue subiendo usted los empujará para que caigan. Necesitamos perder justo cuando vamos a lograrlo, que quede como impronta de
nuestro pueblo la certeza de que tuvo al alcance de la mano su realización y la dejó ir. ”
Con la oferta de la dirigenta sobre la mesa, el segundo capítulo va directo a la ronda de semifinales del torneo, con Chile enfrentando a Brasil, el campeón vigente. En esta sección, la más larga de la novela, la prosa se presenta como la transmisión directa del comentarista, de vuelta al relato deportivo para un último trabajo. Habla en un futuro simple plural, controlando al equipo chileno y a la multitud con el uso colectivo “vamos a” mientras también observa desde el palco de lujo del estadio, anotando las interacciones entre directores de equipo y grandes figuras de la FIFA. Entre la élite en el palco, el comentarista se dirige a una “tú” femenina, que se asume es la dirigenta del primer capítulo, aunque nunca se confirma, ya que su rostro permanece oculto desde la caseta del relator. Ella rechaza los avances de varios colegas masculinos, recibe una misteriosa llamada telefónica y desliza una sustancia en las bebidas de los que la rodean, causando que colapsen y sangren. Esto es seguido por un breve capítulo final, ambientado después de que Brasil ha ganado el torneo y Chile ha quedado en tercer lugar, mientras el comentarista aborda un tren para regresar a su localidad.
Desde el principio, las elecciones de lenguaje de Labbé, junto con la aguda traducción de Vanderhyden, buscan provocar mediante contradicciones y paradojas. Cuando la dirigenta sube al tren, Labbé escribe que “su brazo sube o, más bien, cae mientras sube las escaleras.” En el vagón dormitorio de su compartimento, la dirigenta “no toca las lámparas, no se sienta en el sofá ni usa los ceniceros, y sin embargo, las lámparas brillan, el sofá es suave y acogedor, y los ceniceros humean para alguien, quienquiera que sea, que pueda estar durmiendo en ese compartimento, bajo su nombre”. Tales inconsistencias continúan y, cuando la narración finalmente revela que la dirigenta habla palabras que todos en el tren “olvidan de inmediato” y que nadie “recordará siquiera que una mujer había estado en el vagón comedor”, la niebla que rodea sus acciones comienza a disiparse. Estas múltiples acciones posibles reflejan la eliminación física de la dirigenta del lugar en los ojos de todos los hombres excepto del comentarista. Quizás hizo algo u otra cosa, pero nadie puede estar seguro. Esto se refuerza concretamente cuando le dice al comentarista, “… a pesar de que soy dirigenta, sigo siendo mujer, no hombre… mi nombre ya está siendo borrado de los registros de este Mundial”. En cuanto al comentarista, gracias a sus dones manipulativos, él también puede imaginar variaciones de cada encuentro y el lenguaje astuto de Labbé en las primeras páginas sugiere que ve el mundo no de manera lineal, sino como un enredo de rutas potenciales que esperan su influencia.
En una entrevista de 2015, Labbé declaró su desconfianza hacia la historia oficial que documenta el partido de eliminación Chile-Brasil, alegando que muchos de los que estaban detrás de escena en el poder hicieron todo lo posible para echar un velo sobre lo que no querían que el público viera. Sin embargo, durante casi ochenta páginas reconstruye toda la primera mitad del histórico partido de fútbol con gran detalle, mediante la voz del comentarista, que rebota entre “nosotros” y “tú” en tiempo futuro simple, así como los ocasionales “queridos oyentes” dirigidos a la audiencia de radio, mientras controla el vaivén en el campo y los eventos en el palco de lujo. Labbé puede haber tomado libertades al describir jugadas individuales, aunque en una obra de ficción esto realmente no importa.
Como era de esperarse, Labbé deja que los dos escenarios dialoguen como hechos de batalla entre desvalidos y superpotencias, ya que nadie en 1962 esperaba que Chile superara a Brasil y la “tú” femenina en el palco de lujo es tratada más como un objeto sexual que como colega por los hombres que la rodean. Pero el autor también introduce diferencias de clase en estas páginas mediante tratamientos visuales. Los fanáticos se empujan y gritan obscenidades en las gradas, mientras que arriba los valets preparan mesas adornadas con “manteles bordados de seda”, “tres tipos de tenedor, cuatro cuchillos diferentes y dos cucharas en cada puesto, utensilios para servir ensaladas, mariscos y carnes, sacacorchos, servilletas de lino y papel, coladores de té, cafeteras individuales, palillos”. Además, los dirigentes visten trajes, llevan “pañuelos no de fieltro sino de seda y pañuelos de bolsillo no de yute rojo sino de satén”, así como “peinados bien mantenidos y largavistas… maletines y plumas estilográficas”. Estos son hombres con influencia y, como le dice el comentarista a la dirigenta cuando se conocen:
“Quieren borrar la palabra "team" y reemplazarla por el genérico castellano "equipo". Los adictos y aficionados se volverán seguidores y espectadores que asumirán al principio el plural implícito en la palabra equipo, aunque luego se acostumbrarán a que equipo se refiere a las partes singulares de una maquinaria. Eliminan en este mundial el team como lo están haciendo con los sindicatos, los colectivos pesqueros, las cooperativas agrícolas, la pequeña minería, los grupos obreros, los movimientos literarios, las ligas estudiantiles. Ahora importarán los primeros planos del player, de la estrella”
A lo largo del partido, mientras el comentarista manipula a la enorme multitud para que apoye al equipo nacional e insulte al árbitro, la mayoría de los dirigentes no presta atención a la acción, sino que saludan a diplomáticos y cierran acuerdos comerciales para beneficiar a sus familias. Como el enjambre de luciérnagas que el comentarista controla al principio de la novela, estos hombres se agrupan, pero lo hacen para beneficiarse a sí mismos, utilizando el fútbol simplemente como un conducto hacia la riqueza.
Esta imagen de enjambres se extiende más allá de dirigentes codiciosos e insectos. Cuando se publicó originalmente hace casi una década, The Murmuration se tituló La parvá—una bandada de pájaros— y, cuando comienza el partido de fútbol, el equipo chileno, según el comentarista, quiere “establecerse en una forma que hemos vislumbrado en partidos anteriores pero que aún no hemos encontrado aquí”, mientras sus oponentes toman una forma triangular, luego la de un rectángulo. Chile contraataca con una forma de líneas paralelas, luego en forma de V, un embudo y una flecha. El partido se desarrolla como una parvada cambiante, con jugadores siguiendo las instrucciones del comentarista, los aficionados cantando al unísono y los dirigentes ricos del equipo maquinando como uno solo. Esta bandada también infiltra el entorno, como menciona el autor: “un paisaje incesante, sombra tras sombra, hoja tras hoja, árbol tras árbol, rama tras rama, palo tras palo, ramitas, astillas, papeles, fuego, humo”.
Labbé iguala este caos arremolinado con oraciones largas y complicadas, a veces de hasta una página. Sin embargo, en muchas de estas oraciones prolijas el único actor, libre de las multitudes en la página, es el "tú" sin rostro, que aprovecha el desorden para ejecutar cuidadosamente su plan. Y una vez que el plan está casi completo, el comentarista, en otra oración larga, deja el tiempo futuro momentáneamente, porque “la pausa colectiva termina cuando nos permitimos ser interrumpidos y rotos, cuando te dejamos tomar las decisiones: que así sea, déjanos perdernos para no perder”. El equipo chileno finalmente marca un gol cuando se libera del “nosotros”, aunque la historia muestra que no será suficiente para vencer a Brasil. Y al concluir el capítulo, el comentarista adopta el tiempo futuro una vez más, prometiendo que, para Chile, “todo es posible, porque con los pies de nuestro equipo haremos historia como un solo pueblo, una nación y un país de ganadores”.
The Murmuration no está exenta de defectos. La dedicación de Labbé a recapitular cada jugada en el campo se vuelve repetitiva a pesar de su ritmo frenético y, en ocasiones, me atrevo a decir, aburrida. Otras decisiones, como la negativa a confirmar la identidad de la “tú” femenina, parecen innecesarias también, porque colocan capas adicionales de gasa sobre una narrativa ya complicada. Sin embargo, incluso cuando la novela tropieza, Carlos Labbé escribe con confianza en su experimentación y esto es más que suficiente para que las páginas sigan pasando, aunque sea solamente para ver cómo el autor podría reescribir la historia en su versión de la Copa Mundial de Chile de 1962.
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dirigida por Luis Martinez Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com “Éxtasis colectivo”: el fútbol y la reinvención de la historia en "The Murmuration" de Carlos Labbé.
Traducido del español por Will Vanderhyden. Open Letter Books, 2024.
Por Benjamin Woodard.
Publicada en Words Without Borders.