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Piezas secretas contra el mundo, de Carlos Labbé
Periférica, Cáceres, 2014, 224 páginas
Por Beatríz García-Huidobro
Revista Mensaje, Julio de 2014
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¿Cuáles son las fronteras entre quien escribe y quien lee? ¿De qué manera se arma una historia? ¿Y es, acaso, la historia explícita o implícita fundamental para la existencia de un libro? ¿Tiene límites una novela? ¿Son inocentes las palabras del escritor? Estas y muchas otras interrogantes surgen de la lectura de esta potente publicación de Carlos Labbé.
Usando la estrategia de los célebres libros de Bantam Books en que los jóvenes escogían cómo armar la aventura, el autor sugiere saltos y decisiones que apelan a una real participación del lector, no solo por el desarme de la estructura lineal sino también por lo que implica asumir un rol activo dentro de la pasividad de la lectura. Las decisiones están entonces cargadas de significados que apelan al conocimiento de sí mismo en cuanto lector y sujeto social. ¿Qué hay detrás de las propias deserciones? ¿Cómo afectan al corpus literario? Si cada acto físico tiene consecuencias, ¿por qué no habría de haberlas también en los planos virtuales o intelectuales?
Labbé arma el texto en diferentes planos y en capas diversas: una mujer se refugia en Aysén y escribe retazos furiosos y desolados a su antiguo amor. A la vez, diseña el recorrido de un videojuego en el cual el paisaje se halla en riesgo de incendio o devastación por las salmoneras. El contraste entre la crudeza de lo descrito y el lenguaje seco y funcional de la descripción es estremecedor, así como entre la frialdad de la pantalla plana y la humedad de los bosques bajo la lluvia. Hay unos asesinatos y muertes en la región. Una niña abusada que experimenta la violencia. Los sujetos sociales son intervenidos por el capital de los inversionistas, capital que atraviesa la región. El sistema se ha alterado; nada de lo que sucede en ese universo es inocuo para los otros. Si el mundo, según Heráclito, es un flujo constante en el que nada permanece idéntico a sí mismo y donde la verdad no es más que dialéctica -pues las palabras dicen las cosas en su eterna transformación y los sentidos engañan al percibir inamovilidad-, solo el pensamiento podrá captar la inestabilidad de estos seres humanos que nunca entrarán dos veces en el mismo río.
Las descripciones del territorio resultan literariamente notables y en ellas se engarzan pensamientos altamente intelectualizados, lo que traza un recorrido inevitable entre la tierra y el individuo. Elevadas reflexiones heredadas y validadas en el tiempo, puestas en choque con el estrago a las aguas y a los bosques, la depredación como expresión cierta de una falta de depuración intelectual que subyace en seres humanos atentando contra el territorio y contra sí mismos. Nada menos lúdico que la guerra y la destrucción, de ahí que el videojuego sea un recurso dramático en un texto cuyo tema ineludible tiene que ver con opciones éticas: las del escritor que propone y las del lector que ha de buscar las suyas en este escenario múltiple.
