Una granada en su mano abierta, los dedos rojos.
Una granada y todos sus pedazos.
Que Adén o Edén.
Que haya sido el fruto del conocimiento y siga goteando.
El sabor de estas líneas dependerá de si lees esto en Yazd, en Vicuña, en Zaozhuang o en Central Valley.
Que crezcan granadas —y no las dejemos caer— en la Franja.