Cuando tantas personas tenemos que salir a protestar a las calles sólo para
poder decir que acribillar a miles de niños con bombas de alto calibre es
crueldad sin justificación, significa que nuestra naturaleza humana está
siendo puesta en duda y no toleraremos eso de ustedes, viejos
sinvergüenzas, que simulan gobernar en todas partes y no lo hacen, nada
más toman las peores decisiones posibles en su propio beneficio individual
sin importar las consecuencias, porque viven en un infierno ciego de poder
y dinero.
Si me preguntas por esa guerra tuya que siempre quieres comenzar en
los asentamientos, si me preguntas por el poder policiaco de tus gobiernos
estado-nacionales, si me preguntas por tus campos de concentración de
personas inmigrantes, si me preguntas por tu cultura punitiva, tu fábrica de
cárceles, tus películas y libros bélicos y tus constructoras de muros, mi
respuesta es que tu negocio de las armas tiene que caer porque, como el
intercambio capitalista más grande del mundo que es, sostiene a tu
patriarcado occidental extractivo que esclaviza a personas trabajadoras,
mata mujeres, elimina diferencias sexuales, destruye pueblos enteros,
mutila infancias, quema selvas, asola bosques, extingue animales y a quien
sea que se oponga a tu empresa de hacer explotar los cuerpos que no
quieran prestarse para lavarte la riqueza con tu discurso de pertenencia, tu
literatura, tus artes, tu deporte, y por eso debemos oponernos a cualquier
uso de las armas, aun si por hacerlo nos quitas la vida de a poco o con una
sola de esas cápsulas de muerte que cruzan las nubes y de repente lo
convierten todo en mar.
Y que el mar de arriba, te exijo, oh Presidente de los Ángeles
Exterminadores, no sea de ahora en más un privilegio reservado para
quienes quedamos al alero de uno u otro imperio cuando conseguimos
escaparnos del descampado, y que los cielos azules con todas sus
metamorfosis dejen ya y de una vez por todas de ser espacio de aviones que
bombardean la vida que ha crecido hermosa sin techo ni imperio, te
imploro, te exijo, te reto a que por cada crimen tuyo cada respirar y cada
suspiro nuestro busque el cese al fuego, el final de todas tus armas capitales
de manera que tu generación de dirigentes decrépitos que ha construido un
simulacro de realidad al que denominamos orden mundial —y tú y yo
sabemos en lengua angélica ustedes llaman necrópolis— sean las únicas
víctimas de su propia aniquilación, desde nuestros ríos interiores hasta el
mar de allá arriba y mucho más.
Porque así como en los tiempos originales del patriarcado, espadas de
fuego en mano y tronos ardientes, templos y volcanes, caían de a treinta mil
y por cada lado se peleaban un arca donde, decías, moraba el dios que era el
único, y se colgaban entre sí nombres horribles como hebreo y filisteo
cuando era nomás una cuestión de mala vecindad la tuya, hoy es el
momento de que te leamos a la cara la palabra flamígera que te quitamos,
Prometeo Demente y Viracocha sin Sentido, para denunciar frente a quien
sea que nos escuche el genocidio del pueblo palestino por parte del aparato
estatal teocrático de Estados Unidos a través del gobierno corrupto de
Israel y te juro, son of a Biden, que jamás conseguirás convencerme de que
no soy humano, de que no tengo cuerpo mortal, de que mi propia vida tiene
más valor y riqueza que la de esa persona cualquiera al frente sólo porque
me cayó un rayo de sol sobre la cara esta mañana para convertirme desde la
religión del poder a la religión de la muerte.
Porque aquí en este suelo viven seres humanos, Mr. Bidet.
Porque muy pronto estaremos junto a ti en tu lecho de muerte, anciano
y enfermo Josafat, tan poderoso tú, y te preguntaremos: Are you still
confident that an aircraft is stronger than the death sentence of a poem?
Y te preguntaremos: una niña y un niño sonríen. Al fondo, detrás de
ellos, ¿qué elegiste? ¿Una playa o los escombros?
Y te preguntaremos: cuando dejemos en masa y de una sola vez de
pagar impuestos, ¿quién te dará de comer?
Porque, Señor Ángel Exterminador, no nos hemos conformamos con
que mates en nuestro nombre. No abandonaremos nuestro endónimo, sea
heredado o sea elegido, sólo porque tú has cambiado de apodo según cada
momento político en la historia de la aniquilación.
Así yo escribo para que no te olvides de cuando gritaron por todas las
esquinas que para abolir tu presencia castigadora debíamos irnos a la
guerra contra las primas y los primos del sur, quienes para ustedes no
sabían usar las palabras porque no pagaban sus impuestos, vinimos desde
el agua a proponerles que si nos enseñaban a usar así esas palabras de
ustedes nos iríamos con ellos a la guerra, pues no sabíamos que significaba
la palabra guerra.
Entonces nos respondieron que si les proponíamos eso significaba que
ya sabíamos usar las palabras, pero luego se enfurecieron cuando nos
reímos a carcajadas del chiste. Ahora que ya saben de qué hablamos,
aprendan su sentido velado, dijeron: por cada uso bien hecho, y se sonreían
ahora, un impuesto. Así que a partir de la semana siguiente, sin señal
alguna, dejamos de pagar todo tipo de impuestos. Éramos millones quienes
a través de todos los barrios de la ciudad habíamos recibido el aviso, la
contraseña, en forma de una botella que traía algo inusitado adentro.
Un huevo.
No sería fácil para aquellas personas que, como yo, vivían la mayoría
del tiempo en la calle y en el tren, encontrar el mapa sonoro, cantado,
esculpido, bailado, jamás impreso ni digitalizado para evitar la captura, por
parte de la inteligencia de tu régimen, de los lugares de acopio y de los
mercados de trueque que nos ofrecíamos en determinadas esquinas
siempre cercanas a la línea costera de la ciudad. Porque otro tipo de
embotellamiento se asomaba desde el mar, ya no tan distante, nunca más
impenetrable como la desesperación de no poder asirlo sino en su música.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com Carta al Ángel Recaudador de Impuestos Mortales
Por Carlos Labbé