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¿Por qué se vienen a morir los pájaros?
Trinaje, Carmen Martin.
Editorial Cuneta, 2013.
Por Ítalo Rivera
Publicado en
https://quinuayana.wordpress.com/ 20 de Marzo de 2016
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“Todo nacimiento es una forma de extrema resistencia”
Carmen Martin
Encontrarme con este poemario fue un juego de “casualidades”, que más bien desde mi escepticismo llamaría causalidades del todo. Mientras en una librería amiga revisaba el sector de “editoriales independientes” tomo Trinaje, rasgo el plástico (se encontraba cerrado al vacío) y lo ojeo a la rápida mientras noto que entran turistas argentinos. Le digo al dueño: “tiene un aire a Pizarnik”, (una idea vaga, construida desde la fotografía que presenta a Carmen Martin y una especie de burla, aludiendo a quienes llegaron apresurados por comprar) ante aquello saltan todos los visitantes extasiados por el apellido mencionado y por la llamativa portada a la cual nos acostumbra esta editorial. Me piden leerlo, algunos intentan comprarlo, pero al ser el último no transo, les hablo de otros autores, junto al dueño de la librería les vendemos algo de Vicente Huidobro, Elvira Hernández y Armando Uribe. Sé que con aquellas ventas gano descuento en mi compra, lo pago y me voy.
Ahora viene la causalidad: leo y siento ciertos atisbos a la argentina mencionada, luego recuerdo y encuentro un punto de unión entre ambas: La carencia, poema de Alejandra Pizarnik: “Yo no sé de pájaros,/ no conozco la historia del fuego./ Pero creo que mi soledad debería tener alas.”
Trinaje es el sonido de la autora ante un proceso de (re)descubrimiento, creación y composición de sí misma, aunque a diferencia de Pizarnik, la soledad y evolución del estado de Martin no necesita de alas, pues el movimiento es otorgado por el ritmo de las aves, su trinar y la danza que en algún punto la llega a fracturar.
El ambiente le es difuso, pues quizás se originan a la par, mutan en conjunto y lo único reconocible en el paisaje es el canto de los pájaros. Carmen Martin da con lujos de detalles las aristas del proceso mismo, de “niña” hasta “mujer” y viceversa. Es Tomás Harris quien declara: “Es, apenas niña, bruja, sacerdotisa, puta sagrada, hija violada, súcubo condenado desde su condición” y son estos los estados en los que encontramos a la autora desenvolverse cabalmente durante el desarrollo de sus poemas, obviamente en pos de la transmutación.
El libro se divide en tres partes, Contradanza: compuesto de nueve poemas que vislumbran un curso y trayecto indefinido pero que busca ser observado, Sisalia, catorce poemas que relatan sin necesariamente narrar lo sucedido y Niñas rotas, un juego de situación e instrucciones que destaca en demasía.
Podríamos pensar que Carmen Martin en este poemario, sin miedo a ser polluelo y no saber aletear aún, se lanza del árbol al vacío y emprende vuelo de manera magnánima. Pero no, en realidad ella siempre tuvo al ave en sus manos, esperando a permitirle el vuelvo a su gusto y controlando su trinar, o quizás, no lo suelta debido al miedo a ver morir a ese pájaro, sentirse perdida y desaparecer. Cierro con lo que ella menciona:
“y el pájaro cae
como una tijera se cierra
o una piedra en la cama así cae
y yo
me diluyo.”