LIBROS
Trinaje (2013)
La habitación inhabitable (frag)
Es una casa, no, no es una casa, es una puerta que se abre desde el centro, si; abajo del centro se juntan los puntos y se encuentra el centro real de las líneas. La casa se abre como un espejo de tres cuerpos, cuyas dos partes exteriores pueden acercarse al espejo central, y así multiplicar las imágenes hasta el infinito. No. El infinito es una posibilidad.
Para llegar al punto del sueño debe hacerse una construcción de imágenes o fragmentos de imágenes vagamente recordadas. Un pasillo de goma amarilla, una bola metálica del tamaño de la cabeza de un niño, rebotando contra las paredes. Un niño. El niño está dormido. No. Está muerto, azul y envuelto en una manta de colores.
Extinta digo
El agua se curva levemente.
Estoy en un jardín.
Extranjera.
Me insisto e
insistiéndome,
soy
un irreparable
error de traducción
***
Soy un espacio en blanco
tengo treinta años
y me he sobrevivido
***
mis manos palideciendo
por no poder tomar
las cosas
como son
***
y qué es esto
que dice “soy”
con una voz que
no es la mía
me extiendo como
un mapa, como
una carta en tránsito
y pregunto:
***
es el espacio entre
los cuerpos,
no los cuerpos
es fisura que se activa
me pierdo en mí
y extinta
digo
nada responde
nada está
MY MOTHER IS A FISH
A ti te educaron los beatnik, Faulkner
y Capote y Dos Passos y Byron
leídos en voz alta por profesores vivos
vehementes, limpios y satisfechos
duchados luego y vestidos para enseñar
a adolescentes igualmente saludables
a pesar del alcohol ingerido
en la noche inmediatamente interior
huesos sanos, dientes sanos, cuerpos
entrenados y resistentes
producto de una buena alimentación
Mis profesores fueron borrachos, sucios, sin dientes
llegando a la sala de clases directamente desde el bar o el garito
con un montón de hojas manchadas y en desorden metidas
dentro de maletines igualmente viejos y precarios
para dar una clase que seguía el ritmo de la respiración o el jadeo
Hombres que se detenían de golpe en la mitad de una frase
para sentarse en el escritorio y llorar largamente
sin importarles, en absoluto, nuestra presencia.
Y no leímos a los poetas. Nadie quería leer a los poetas.