... Hasta ahora había
sido un pintor -extraordinariamente bueno-, profesor de la Escuela de
Bellas Artes y dedicado de lleno a su oficio. De repente apareció un
libro bajo su firma. Un pequeño volumen con dieciseís "escritos",
como los llama él, que lo revelaron como escritor. Con su cara de ángel
un poco maligno, una pequeña barba de profeta y unos ojos azules que
miran hasta el fondo de las cosas, Adolfo Couve es todo un personaje. A
los 30 años, descubrió -definitivamente- que es un gran artista. Y lo
dice. "Estoy convencido que tengo mucho talento y que tengo algo que
decir". Su libro lo tituló "En los desórdenes de Junio"
porque muchos de los cuentos los escribió en junio de 1968 cuando se
discutía la reforma de la Universidad, en medio de las asambleas "donde
se consultaba a las bases" y donde todos gritaban por su
lado.
... Vive frente a la
casa de Salvador Allende y desde el 4 de septiembre ya no prende la
televisión. Según él, le basta con mirar por la ventana de su cocina
para enterarse de todo. Al principio tenía que pedir permiso para llegar
a su casa pero ahora todos los carabineros y detectives encargados de la
vigilancia del presidente lo conocen y le hacen grandes saludos. "De
repente pienso que a lo mejor yo soy el presidente, con toda esa gente
en la puerta de mi casa (allí pusieron un escaño para que se
sentaran) que me saluda con tanta deferencia", dice muy
serio.
... Pero la política no
es lo que más le interesa. Según él, el poder y la verdad están
disociados. Por lo tanto él no quiere poder. Solamente que lo dejen
vivir tranquilo. Y crear. Instalado en el living-comedor-escritorio-sala
de estar de su preciosa casa blanca, se dispone a conversar "pero no
de cosas frívolas porque yo no soy frívolo". Encuentra una
frivolidad que le pregunte, por ejemplo, qué hace para representar la
mitad de la edad que tiene. Pero de todos modos contesta así a esta
pregunta:
--Lo que pasa es que hago una vida latosa. No me gusta
pecar.
--¿Qué es pecar?
--Un hombre casado sabe lo que es
pecar.
... El está casado con
Martita Carrasco, también una gran artista, y tienen una hija de siete
años, Camila.
... Le digo que me parece un
ángel caído. Una persona que fue buena pero que se puso mala. Entorna
los ojos y dice:
--Sin duda es más entretenido ser malo que bueno. Pero
yo no me considero malo sino h.... Y además -se enoja- ¡Esto no
es una entrevista!
--¿Piensas tener más hijos?
--No, de ninguna manera. Porque
yo soy artista. Y tengo que dedicarme a muchas cosas. Un hijo necesita
mucha dedicación y yo necesito tiempo, calma y concentración porque
tengo algo que decir.
... No hay caso. El
quiere una entrevista como artista. Así es que me resigno a no ser
frívola y a hablar sólo de literatura y de arte.
ARTE NO
COMPROMETIDO
... El libro de Couve,
que es el segundo que publica (el primero fue "Alamiro", en 1965), tiene
apenas 60 páginas; sin embargo le significó a su autor varios años de
trabajo. "Es un libro muy denso. Hay muchas cosas que no publiqué
para no engrosarlo más. Para que no cansara. Para que fuera posible
leerlo en este mundo de hoy. Creo que el nuevo tiempo hay que tenerlo
presente. Un gran escrito no se puede leer, por eso hay que decir sólo
las cosas "posibles" para que sea realmente útil".
--¿Util para qué?
--Util para la
literatura. Para la gente que le gustaleer. No pretendo transmitir
ningún mensaje, ninguna profecía. Nada. Es un libro en sí mismo.
Pretende decir todo lo que la literatura siempre ha dicho: la vida misma
nomás. La literatura como arte es la gran denuncia y la gran conciencia.
Y yo creo en el arte. Pienso que no es inútil. Un arte que funciona es
un arma formidable para poner los valores del hombre en su verdadero
lugar.
--¿No cree que el artista debe estar comprometido con una
ideología?
--No. La
política es un esquema. Y una buena obra de arte es siempre una buena
obra política. No necesita comprometerse políticamente. En cambio a
veces lo necesitan los hombres. E incluso algunos artistas porque creen
que el mensaje político tiene que ser evidente. Son artistas más
aprehensivos que necesitan del compromiso político para definir ciertas
cosas que ya el arte de por sí lleva implicitas.
... Para
entender mejor lo que Couve trata de decir sería interesante conocer
también su trayectoria de pintor. Actualmente es profesor de Forma y
Color en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile y como
pintor tiene una fama bien cimentada. Todas sus exposiciones han
recibido el apoyo de la crítica y del público (probablemente sea uno de
los pintores que más venden en Chile) que se sienten mara villados
delante de sus diáfanos paisajes. Su tema era la naturaleza. Una
naturaleza muy poética. Discipulo -y uno de los más aventajados- de don
Pablo Burchard, Couve explica que siempre le gustó el paisaje. La
soledad de la naturaleza. "La naturaleza es
muy sola. No necesita de los hombres. Se basta a sí misma. Por eso me he
alejado de ella porque creo que los hombres tienen que ver con los
hombres. Los hombres conocen lo que es el compromiso, el amor, la
entrega, el trabajo. La naturaleza es el kindergarten del hombre. Y
después es muy difícil volver a ella porque eso aleja nuevamente de los
hombres. Sin embargo, tengo nostalgia de ella.
... Pintor de éxito,
ganador de varios premios (Salón Oficial, Primer Premio CAP 1967),
Adolfo Couve ve en la literatura otro camino para su alma de
artista. "Lo que pasa es que
yo me eduqué como pintor. Me formé en la Escuela de Bellas Artes pero da
lo mismo formarse ahí, en el Pedagógico o en Ingeniería. En cualquier
oficio un artista se forma, madura, crece. Siempre que lo haga en forma
seria.
LOS PERSONAJES DE
SUS ESCRITOS
... Para
acercarse al hombre, Couve se ha metido en la literatura sin dejar por
eso la pintura. Pero su acercamiento es muy relativo.
--También he
guardado una distancia con respecto a los personajes que describo. Para
no intervenir yo personalmente. No me interesa que a través de mi obra
se sepa quién es el artista. Admiro a los ARTISTAS que han dejado obras
maravillosas y que sin embargo no se sabe nada de ellos. Me asquean las
confesiones personales.
... En
verdad sus escritos son extrañamente impersonales. Como si hubieran
nacido solos. Los personajes existen por sí mismos, como el insólito
Ministro Blumer, "cuyo sentido de responsabilidad terminó por
exacerbar al Parlamento... Sus iniciativas llenaban de estupor a los
senadores ya que estaban revestidas de tales subterfugios que descubrir
la real intención del ministro era como deshacer elástico por elástico
una pelota de golf..."
--¿Por qué llama
"escritos" a sus cuentos?
--Porque no son cuentos. Son
simplemente literatura. No creo en los géneros literarios, que por lo
demás están cambiando. Los géneros limitan la literatura. La novela, por
ejemplo, no siempre tiene interés literario. La poesía está sometida a
reglas muy estrictas. En cambio, el escrito es todo. Cuando es bueno es
entretenido (porque es vivo, es universal, está despersonificado, es
objetivo) y también es poesía. Prosa poética. Lo difícil es mantener
esta síntesis. Capear un poco los géneros y no caer en una cosa
híbrida.
--La importancia de
la despersonificación la explica diciendo que un solo hombre no tiene
importancia. Un artista sí. "Tiene que hablar con la misma intensidad
a través de todos sus personajes".
--¿Cómo puede
separarse el artista del hombre?
--Porque el verdadero artista tiene
siempre una doble vida. Esta es una posición porfiada que yo tengo y que
muchos no comparten. Yo escribo con la tercera mano. Para mí es un hecho
que el hombre está disociado del artista aunque se alimentan uno del
otro. Esa dicotomía es la que produce el arte. Además es la única manera
que uno puede convivir con su mujer, con el jardín, con los hijos. De
que se puedan tener defectos. El arte no puede tener defectos o no sería
arte. Tiene limitaciones pero no defectos. Una obra de arte mala no
cuenta. No es arte.
... De su libro piensa
que tiene muchos defectos. Que es disparejo. Pero que hay escritos
excelentes. Por esta división hombre-artista, Couve
dice:
--Yo soy el primer lector de mis escritos. Puedo leerlos y no
leerme. también a mí ellos me cuentan una historia.
--¿Cómo los
escribe?
--Corrijo mucho. Los
trabajo durante largo tiempo. Primero hago la historia, sin pensar en la
extensión. Treinta o cuarenta páginas. Luego la guardo. Después de un
tiempo la vuelvo a escribir, sin mirar lo que escribí antes. Y sólo
entonces comienza el trabajo. Saco todo lo que no es y dejo sólo lo
esencial. Voy juntando las cosas, no como un collage porque cuando las
cosas SON se juntan solas. Voy componiendo como se compone
música.
--¿Por qué elige especialmente temas del
pasado?
--Porque soy un
americanista y creo en América. Tengo mucho sentido histórico y también
de familia. Me gusta mirar para atrás a través de mi familia porque
pienso que es tan inmensa la realidad americana que un hombre solo no
puede relacionarse con ella. Tiene que buscar raíces. Pienso además que
el artista americano va a tener que buscar sus mitos, sus leyendas. Va a
tener que recurrir a su historia, que es el abrazo entre lo
americano-indígena y lo europeo. Lo americano por sí solo no se
sostiene. Tampoco lo europeo. La fuerza nace de la unión. Somos un
pueblo lleno de entrelazamientos entre lo autóctono y lo importado. No
podemos estar sometidos a lo que viene de afuera ni tampoco a lo que
había. Porque lo que había está unido ya con lo que vino. Estamos en la
época del resultado. La época del fruto de América. Y yo creo que mi
libro, con sus personajes de todos los tiempos, contribuye a la nueva
cultura americana.
--¿No es eso un poco
sofisticado?
--He tenido
opositores. Porque confunden mi intención con una actitud esteticista y
aristocratizante. Que va al pasado por no afrontar el presente. Pero no
es así. Creo que éste es nuestro mundo y que hay que sacarlo a flote.
Hay que mostrarlo. A todos nos hace falta un pirata propio, un
gobernador, un ministro.
--¿Cree que el gran
público entenderá su libro?
--No sé. Pero la
cultura no retrocede y yo no puedo bajar ni un centimetro la calidad.
Este es un libro fácil. Dice lo que dice. Los que no lo entienden quiere
decir que están pervertidos. Pervertidos por el Pato Donald y por los
malos escritores.