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Una prosa poética ralentizada por la historia negra de su libro. A 5 años de la edición
de Bate Vate, de Carmen Parés

Por Gloria Fuentes

 




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En medio de la orfandad libresca y la orfandad editorial del objeto unos poemas prosísticos para marcar el calendario y el hito. Mas no hay orfandad poética, esa resurge flamígera como el cliché del Ave Fénix. Sobre EL LIBRO en referencia y en tribuna compartida escribió Germán Carrasco una reseña titulada Contra la Identidad, con la que la autora se identifica y que puede llamarse también Ramone, Rivas, Parés.

 

BATE VATE
Carmen Parés, 2010, UL Ediciones

Mi oficio no era éste sino el de caminar con arrogancia y emprender sueños a raja pela’, con la risotada vehemente y rota, aunque mis noches fueran un mar tullido de lechuzas y yo misma una mujer suma y técnicamente equivocada.

 

Parafraseando al Tonto de Capirote

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A  (don)  León Ocqueteaux

Se acabó el mamarracho trágico
Desde ahora entre otra cosas soy
espía, bailarina, empastadora
medidora de agua
pintora de tulipanes
madre a la distancia
desvergonzada soñadora
comedora indiscreta
bebedora imprudente
candidata de la burguesía, la que aquí
aúlla de ausencia
representante de Sodoma y Gomorra
cuando haga falta
inquisidora de inconsecuentes e
indulgente con los valientes débiles y
las cobardes fuertes
peleadora, agresiva por encanto
disimuladora de dolores e incorrespondencias.

Buscadora de paraísos humanos.
Observante apasionada de Dios
muy cuadrada de Dios.
Ambiciosa de lo bueno y de lo malo.
Amante extraña.
Contradictoria.
De preferencia vulgar y popular.

 

 

El  como

Como un solo soplo de desintegración
han sido años de devenir áspero y pegote y negro en el placer

escribir la suerte artista en cualquier parte
Decimos: una les da lo mejor y te miran como un tarro de piedras
con todo tu pasar de suntuosa ansiedad de mundo
 entregar el corazón como un becerro a su tribu
Occidente historia  Dios y las garrapatas del cuero  y los palos
Yo amo Coyhaique como un colibrí a su dulcecito
como a una caverna que sus muros deslumbran continuamente
y  a Ema como a la luz
y mi delirio es moral como el de un antiguo héroe cuya heroína ya tengo el gusto de conocer

Además de palabras, DUELE

Entonces  fui al segundo llamado de Valparaíso donde  fue muriendo mi madre,
a  quien buscaré como los ojos en un barquito de papel de color naranjo
y una carroza del Gólgota que me saque
(me falta tu dolor para creer en el mío)

Es verdad  trágica, mujeres
La poesía nos santigua de nuestro dolor propio
ese que se crea y se recrea en nosotras mismas
el más atávico, el más duro.

En el círculo blanco del domingo de los últimos días la música coronó en todo
como una gatubela saciada de ratas y ratones
como una hermafrodita, un androide, un golem

me eximo de la Santa Babilonia y me culpa en la tierra no santa
el arrebol  dogma del cristianismo y me castiga la fiereza, la barbaridad.

No compré el cuento ni a temprana ni a tarde edad
No me enrolé en el ejército de la salvación cristiana y sus feroces controles aduaneros
No comunión, no matrimonio no confesión alguna
Y no reconozco el bautizo como hicieron mis arrepentidos padres en la onceava puerta del infierno

Entonces literatura
que me salve el agua o el gusano, la arqueología o un buen recuerdo en globo aerostático
o burbuja de pensamiento o goterón de lágrima en 100 años más.

 

 

Julio

Ha reventado mi corazón opaco
y el hielo de todas las muertes juntas
se introdujo, insomne, por las alcantarillas
                                  de nuestras ventajas
y el paso agrario se llenó de frío
y la comba del ceniciento de cenizas
la sombra de los cerros señaló el día
el contorno gastado del tiempo de
amarillo pálido con que atardece esta extraña
tarde de invierno
hace señales de humo
como siempre en julio
y como siempre en julio las niñas juegan tranquilas
en medio de la leña y la nieve y hacen sus monitos
entibiándonos la nostalgia y las ganas de gritar
que no hay nada al otro lado que me guste más
que estar aquí, por eso yo no quiero la muerte
cerca de mi leña y no quiero la vida bajo el fuego
por eso, tal vez, yo no quiero nada...
nada por ahora, más que mirarte a ti, pequeña y dulce cría.

 

 

Carmen y Lihn

La sirvienta divertida escondió las plumas blancas.
Tranquila espera la fama. El anonimato mata.
Pundonorosa, regocijante de baba se acuesta en la cuna adulta
se mece en los años apáticos
jactando con voz poderosa su tormento lacayo.

Los dioses vuelven en la tarde y besan el rabo de la amada.
Por varias como ella vive todavía el cardumen religioso.
La apátrida, la colorada, lee y respira hombres.
En su acolchado Enrique Lihn le cuenta el destierro unipersonal de sus líneas.
Ella se sabe cómplice de las matanzas.

Inextinguible la fragancia de días tuertos pasea su columna cantando prisas.
Los bosquejos del amanecer superponen tardes de angosto valle.
Polvo enmudecido con el viento silábico
¡cubre la noche de mil vértebras vaciadas!
Lihn, el domador de sentimientos pusilánimes
El viajero blanco de la obscenidad emocional.

En dos tiempos imperfectos se mueve la misma dama, DESBALANCEADA

 

 

OTERO DEL PUERTO,
SANTA RITA

A dónde los públicos, es decir, cuál será el público, a quién contarle la historia completa sin devuelta, quién la contará en nombre del nombre que trajimos a esta vida, a este trajín…

Unas pocas notas musicales sencillas al final del día que ya es sencillo, de tierra a mar, de mar con los pies en la tierra tan naranja como el añil del cielo negro y el cielo amarillo, sencilla la caminata al lado del burro viendo una lancha pasar entre grandes barcos,  lejos  de todo lo que está afuera, los ojos en cientos de upas,  alta altura mirando navegar con la visión completa de un puerto y una ciudad y la espesura neblinosa de un pueblo pituco  y otro industrial, más allá presentir un faro y una manufactura, mientras se hace la gran mirada de algunos segundos, arriba de mi cabeza y arriba de la del burro pasan unas gaviotas y pasan otras de vuelta y así todo el rato desde temprano hasta oscurecer y caer la noche como blanqueada en el día que la trajo nunca en vano, la noche con su suave humedad de otoño, entonces parece que los árboles hablaran, como ancianos que se van, el tiempo es un murmullo dicen las árboles, mis hojas caerán a tierra, a la tierra roja de los cerros humanos que bajan como faldas de modista al mar, los cerros pobladísimos de miles de casas como botones en el aire, un mantel desde la cota. Es un mantel desde la cota este puerto, suban, suban a ver a la gente que vive en la punta de los cerros, pero no a la gente, suban a ver cómo se ven ustedes desde la elevación. Otero, altillo, colina, sinuosa búsqueda de la vida,  huero  intento en los papeles de mascarle al rey, al dueño, al fisco, un pedacito de tierra frente al mar. Mas nada de insustancial la búsqueda del sueño terrícola, más cerca del cielo, mejor imposible.  Todo Valparaíso parece desde el mar y cada vez más hacia lo alto, una sola colina de sueños. Un crepúsculo permanente. Una visión traída de otra vida. Y desde arriba ¡es verdad, es verdad, es  verdad que es y existe y no es que navegue ciertas noches como Caleuche! Suban a ver, suban a verse en pantalla gigante desde los oteros del puerto. Si quieren. Las micros son las venas de este cuero salado. Subid por las venas, o por las tuyas propias, pon tus venas en la tierra roja. Añiles en los ojos del mar y del cielo y roja la tierra. La soledad de los arribas y sus vientos que cantan. Unos pocos ladridos sencillos en la madrugada de una noche que ya es sencilla. Y las espesuras moviéndose en los insectos que croan. Y el rocío que bufa emocionado. Y la noche quieta que descansa en la punta de los cerros del trajín portuario. Déjenme dormir, dice. Mañana será otro día.

 

 

Luz Natural

Luz natural como un archipiélago grande y redondo sin gente, sin yo

sin amarguras de grande o pequeña heroína ni placa marsupial en la frente.

Dejar en algún momento o varios el ni y el no como complemento del habla

El sol es 29 de abril, siempre un mes otoñal en América del sur y bello como todas y con todas sus plantas.

Desde la ventana puerta de la pequeñísima casa en la ladera se ve parte del puerto, se ve lo poblacional arriba de pinos donde águilas vuelan, ese frescor de otoño entrando en mayo y ese buscar el bosque más que el mar que puede concretarse en una mirada agotadora, el encantador genio de Mahler en Titán hace de las suyas esta tierra en la mañana que se escribe y retrata entre los rayos de un sol más sombrío y helado poco antes de las 10. Es la hermosa tierra dueña de la poesía  El cuarto con servilletas de luz japonesa, para pasar primavera ,verano, otoño, invierno,  como en esa película tan bella, vivir su aguacero de agua, piedra y disciplina.

Entrar la luz natural. Sacar la otra de los ojos, de las manos, de la cabeza.  Hay que salvar la tierra con  hombres como mujeres y la conciencia animal y vegetal, dejar de ser mineros e hidroeléctricos y modelos y objetos sexuales del hombre materialista y una prototipo mujer peor, volver a ser como el animal y la planta, lo justo y necesario. El capitalismo al cementerio de la historia después de su histeria colectiva. Vestirse  tanto y tan variado no y dejar de ser persona y su celular. Tú y tu celular, un cuerpo y una mente que se carga con electricidad y redes. Despedirse de la red, de la luz artificial y de los trenes. Volver a las cartas y a caminar.  Plantar alimentos para tu casa, cualquiera que sea, y mejorar tu casa en su relación con el espacio natural, lo que había justo antes de que llegara la población humana, no se trata de ser paleontólogo ni Jesús. Bastaría con que sobrecarguemos de árboles y plantas, no de basura plástica e industrial. Tirarle la caca a la tierra, abonarla en vez de siempre solo extraer.

Entra luz natural a la casa del film mío.  Tercera estación: otoño.

El cuello se activa, las piernas y brazos dejan de digerir el letargo del calor, y se forman un poco de alas en el fresco neblinoso de la mañana. La luna esta semana ha dado suficiente luz, para beberla a boca abierta cada noche, si no diera miedo, o frío, o hubiera tiempo. Como en el cuento El LEÑADOR ,de Iván, donde deja el protagonista de alimentar a otros con tu trabajo y de alimentarse él con el trabajo que hace en el día otro, un ambiente un poco como en Utopía, muy tranquilos y vecinos, muy judío con Samuel y Tomás, dos amigos obreros, y el leñador que es Samuel dice en medio de la contemplación de la naturaleza sin detenerse ya por nada: no más, no volveré a cortar árboles, a hacer leña y se alimenta de la luz natural, del rocío y de la tormenta.

Nadie se hace cargo ya de los efectos del capitalismo que finalmente dominó el mundo entero. Un imperio enorme, el más grande, y como el terror en Roma, en Rusia y en Europa post revolución francesa,  fue combatido para pasar las décadas siempre más gordo e hinchado. Ahora hay que hacerlo reventar, pero sin la tierra como rehén.

No es tan difícil de creer o de entender. Es de tan obvio y dicho, esquivado. Las escrituras de todos los tiempos, la boca de boca en boca lo dice. Deja entrar luz natural a tu casa, a tus ojos, a tu cabeza. Prefiérela. Oh Sana. Las esencias de la vida no tienen precio y veto de adquisición. Solo están, no discriminan, no necesitan que des dinero por ellas. De lo otro, es poco lo que se necesita. La pobreza está distorsionada para que la riqueza se legitime y pase inadvertido  el robo. El Saqueo al PLANETA es violento. Se necesita un ejército de mujeres y hombres para salvar la tierra. Para salvar la Patagonia.

Deja entrar luz natural. Renuncia a la Industria, a Occidente, a la noticia de la historia, a la civilización, vuelve a vivir como antes de la luz artificial e inventa tus sistemas de supervivencia en tierra. No tengas tantos hijos e hijas, aunque tengas mucho que darle de comer. No hay suficiente para tantos y por ello la hambruna abunda a la par que el egoísmo del tener.



 



 

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