Proyecto Patrimonio - 2018 | index  | Teresa Wilms Montt    | Carolina Reyes Torres   | Autores |
         
        
          
  
          
          
          
          
          
          
        
          
          
          Teresa Wilms Montt: Diarios íntimos.
Alquimia Ediciones, 2015.
149 páginas.
        Por Carolina Reyes Torres 
 
          Publicado en Revista Lecturas el 14 de Septiembre, 2015 
          
          
        
        
          
            
            .. .. .. .. .. 
        
          Con Diarios íntimos, se nos abre  una ventana para dar de lleno en la tormentosa vida de la poeta Teresa Wilms  Montt (Viña del Mar, 1893). Se debe agradecer a Editorial Alquimia la edición  de este libro. Dividido en cuatro partes, se pueden notar claramente cuatro  periodos fundamentales en la adversa vida de Wilms Montt.
          
          El Diario I es el primer acercamiento con la  escritura de diarios de una niña Teresa. La segunda de siete hermanas, que  rápidamente sobresalió por ser distinta. La preferida de su padre, la llama “mi  Tereso” en alusión a su deseo inicial de que fuera un varón. La joven Wilms  Montt en esa época resaltaba por dos características. La primera su  belleza. La segunda, su fascinación por los libros. Una afición que le costara  maltratos incluso por parte de su madre. En tercera persona habla acerca de  ella y ya podemos vislumbrar los conflictos que tiene con un ambiente familiar  acomodado económicamente pero que no la entiende del todo: “Teresa no es feliz.  No puede serlo” apunta en su diario recién cumplidos los 12 años.
          
          El corazón de este libro es el Diario II, lo  vemos casi como en una película el desarrollo del drama. Teresa está recluida  en un convento por serle infiel a un esposo infiel con el primo de éste.  En el transcurso de sus páginas vemos los críticos estados de ánimo que tiene y  su empecinamiento por el primo de Gustavo Balmaceda, su esposo. Presenciamos la  muerte social que significaba ser mujer y querer divorciarse en la primera  mitad del siglo XX en Chile. La situación de las mujeres en este aspecto era terrible.  La infidelidad y su deseo de divorciarse le acarrean como resultado ser  literalmente omitida dentro de su familia. Sus padres y sus hermanas renegaran  de ella, quedando sólo con ella misma y el amor de su Jean –el apodo que  ella le puso a Vicente Balmaceda, su amante- para contrarrestar de alguna  manera esta difícil situación: “¡Tesoro! ¡Mío! ¡Vicente! Espero y ya no quiero  esperar”.
          
          El Diario III se la ve en transición hacia  Argentina. Recordemos la peripecia final: Huidobro la ayuda a huir de ese  convento y se embarcan a Argentina, donde el poeta iba a dar unas  conferencias. Antes de irse, debe romper su relación con Vicente Balmaceda,   a este dolor se sumará la terrible situación de dejar a sus hijas en  Chile, en manos de la familia de su esposo. Aparece también la figura del poeta  argentino Horacio Ramos Mejía, llamado por ella Anuarí, un joven amante  que al darse cuenta que Teresa no podría darle una formalidad a su relación se  suicida: “(…) cinco meses hoy que para siempre cerró los ojos mi amante, con él  se fue todo el encanto de mi vida”. Finalmente en el Diario IV, Teresa se  entiende ya completamente como escritora –en su paso por Argentina publicó más  de la mitad de su obra- y vemos que el diario se hace más poético: “¡Oh divina  rosa de luz como el cáliz de la boca nazarena!”. Por el destino que tuvo de que  se mecanografiara, se entiende que quizá quería publicarlo, nos explica la  editora. En esa época Teresa se entera que sus hijas están en París con su  abuelo que por motivos de trabajo fue allá. Logró volver a verlas y  durante un año las visitó regularmente dos días a la semana. Luego la familia  paterna de las niñas se devolvió a Santiago con ellas, lo que la sumió en una  profunda crisis ya irrecuperable.
          
  Diarios íntimos es adentrarse en las profundidades de una  artista que a muy corta edad despuntaba ya en genialidad, pero que a la par, la  atormentaba la idea de la muerte, que la rondó gran parte de su vida hasta que  finalmente la llevó a cabo -al verse brutalmente despojada de su maternidad-  suicidándose con una sobredosis de Veronal en Francia. Tenía apenas 28  años.