Yo era pésima para biología, las peores calificaciones las obtenía en ese ramo, nunca pude entender la lógica sistémica de esos conocimientos, algo que tenía por momentos un sentido ahistórico, lo que me impedía poder memorizar o aferrarme a una seña, que me ayudara a llegar algún camino que me condujera a la respuesta correcta, como un montañista rumbo al Everest, pero casi siempre desbarrancaba, terminaba congelada y muerta con una nota regular o roja.
Mis padres trataron de darnos, a mi hermano y a mí, los mejores elementos de los que eran capaces para transitar el periodo escolar lo más aperados que pudiéramos, en mí al menos gastaron una fortuna para ser una familia de clase media trabajadora. En la década del ’90 pagaban uniformes escolares, mensualidad de colegio, furgón escolar y en marzo llegaba la temida “Lista de útiles escolares”, un reguero de dinero y colusión, puesto que en mi época ese listado venía con las marcas “más apropiadas” para los niños y adolescentes. Pero además mis papás se abocaban a iniciativas propias, en este verdadero coaching escolar. Así un día mi madre me comentó: “Ahora que tu hermano está en primero medio les vamos a comprar la Biología de Ville”, para mí hablaba en chino, a los 11 años de edad lo que más me emocionaba eran las guitarras nuevas, y si además eran eléctricas sentía un éxtasis de felicidad con solo verlas en los catálogos, o cuando las miraba en la Casa Amarilla del Mall Plaza Vespucio las veces que teníamos que ir a comprar alguna cosa allí. Estaba bastante difícil que me emocionara con la donación más si consideramos que adelante del título llevaba la palabra “biología”.
Así nos llego la séptima edición del libro que se llama legalmente Biología de Claude A. Villee por la editorial Mc Graw Hill de 1988. De lo que me voy enterando en la actualidad es que el mentado señor Villee no es francés, mi primera pequeña decepción, es un gringo que al parecer nació en Pensilvania y de ahí salto a la universidad. Ahora que vuelvo a ojear el texto al parecer el señor Claude quería hacer un manual lo más divulgativo y didáctico posible, de esta forma, los apartados van desde la célula hasta las teorías de la evolución. La estructura del libro es la siguiente; presentación del tema, preguntas y luego lecturas recomendadas. Veinticuatro años después me cae muy bien el señor Villee, es bastante notorio que amaba la biología y quería que todos nos sumergiéramos en su maravilloso mundo, pero algo no funcionó del todo con su texto al menos en Chile, en mi caso cada vez que tenía que revisar el libro me parecía elefantiásica su dimensión física, por otro lado, las letras eran diminutas al nivel de filas de hormigas sumado a esos sistemas que no podía entender del todo. Fue uno de los pocos libros que aunque tenía abierto no se dejaba leer con claridad, se me hacía un nudo en la cabeza y al final cada vez que lo cerré tenía la sensación que mi cerebro era un teflón que no retenía nada de lo que leía.
Ahora lo vuelvo a ojear como cuando era escolar, quiero entender un poco más cómo funciona el sentido del oído. A la pasada un amigo me dice “Búscalo en Wikipedia”, pero en mi interior yo sé que tengo una nueva cita con el señor Villee, es una conversación que nos debemos, como cuando una se aleja de un amigo o un amor e inevitablemente sabe que debe venir una segunda parte, que en algún otro tiempo de nuestras vidas nos volveremos a ver las caras, este es mi momento, quiero saber más del oído ya que si alguna vez supe quedó borrado de mi memoria a largo plazo.
Lo primero que nos dice biólogo es que en la cavidad del oído no solamente incluye este órgano, sino que además el sentido del equilibrio y que ambos órganos son mecanorreceptores y están ubicados adentro del cráneo por el lado temporal. Mi madre, en un momento de mucho estrés en su trabajo, sufrió un ataque de vértigo, no podía sostenerse en pie, tuvo que descansar durante varios días para reponerse de esa situación. Además, gracias a Claude vuelvo a recordar que tenemos dos oídos: el externo y el medio. Siempre me llamaron la atención los huesitos que hay dentro del oído medio; el martillo, el yunque y el estribo que para mí eran a modo de un sistema de resortes o de relojería, como andar con el mecanismo de un reloj suizo en cada oreja.
A pesar de que ahora me parece fantástica la estructura del libro y como va explicando el gringo cada sistema biológico, hay que decir que el texto en Chile quedó en una especie de limbo metodológico, eso me lo explicó un compañero de medicina una vez en la universidad: “El Villee es un libro muy extraño muy difícil para enseñanza media, pero incompleto para estudios universitarios”. Cuando pienso en los esfuerzos del amigo Villee por divulgar la Biología alrededor del mundo no me deja de dar un poco de nostalgia que al menos en Chile su trabajo no fue del todo fructífero.
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Solorza. e-mail: letras.s5.com@gmail.com De oídas con el señor Villee
Por Carolina Reyes Torres