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Lo que ocurrió y sigue ocurriendo
El futuro es un lugar extraño, novela de Cynthia Rimsky
Literatura
Random House,
Santiago 2016,
178 páginas
Por Camilo Marks
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio.
Domingo 05 de marzo de 2017
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El futuro es un lugar extraño, último libro de Cynthia Rimsky, tiene, de partida, un título engañoso y como pasa con sus otras obras, nada de lo que aquí sucede se puede interpretar en blanco y negro, nada es como se ve a primera vista, ningún hecho transcurre en forma lineal; de manera que, como acontece siempre con esta autora tan inteligente, sensible, cuidadosa en extremo en su estilo, tenemos ante nosotros un desafío y, a la vez, una lectura que produce genuino desasosiego e incluso deseos de que la narración hubiese sido más extensa. El aspecto cronológico es importante, porque el porvenir al que se alude es inexistente y tenemos en cambio un presente inestable y sin visos de realidades concretas a las que asirse, o bien un pasado muy largo, medido en decenas de años y que irrumpe sin cesar en la vida de cada uno de los personajes, sobre todo la protagonista.
Rimsky la llama la Caldini y muy hacia el final sabremos que su nombre de pila es Carla. Creció durante la dictadura y habría participado en grupos opositores, pero por motivos que nunca quedan en claro, tomó parte en la revolución sandinista y permaneció durante 21 años en Nicaragua. El futuro... comienza con los trámites de divorcio que ella entabla para separarse de Rocha, su marido, para lo cual contrata a una abogada extravagante y poco motivada, quien, desde el principio, le aclara que sus esperanzas de salir bien parada del juicio son, en la práctica, inexistentes. La jueza del caso siempre favorece a los hombres, le dice. No obstante, el tema del proceso es un mero telón de fondo, una suerte de hilo conductor que nos lleva a la situación presente de la Caldini, la cual es, por decir lo menos, muy precaria. Sus desplazamientos en la ciudad son limitados: el edificio de los tribunales, la desangelada casa en que vive, en el norte de Santiago, los cafés de mala muerte que frecuenta, las calles pobretonas por las que circula, el sector de El Salto y, en última instancia, las personas con las que se encuentra, todas ellas parte fundamental en la trayectoria de la heroína. También son, sin excepción, ex militantes de movimientos políticos fenecidos, que en la actualidad se enfrentan a una juventud anárquica, violenta, al menos en las palabras, sin posibilidades de prosperar y, curiosamente, atados a consignas antiguas que tienen que ver con Víctor Jara, Allende, eso que se llamó poder popular y tantos otros lemas que hoy parecen prehistóricos, si bien proliferaron en la década de los 80, de la cual Rimsky hace una sofisticada evocación.
Con lo dicho, queda en claro que El futuro... es una narración de corte político, aunque este aspecto más bien se desprende del relato, puesto que nadie que toma parte en él tiene en claro cómo enfrentar el día a día ni tampoco es miembro de alguna organización de tipo protestatario. Rimsky es deliberadamente arbitraria en esta parte de la historia: así, no hay partidos conocidos, dirigentes de cierto renombre o al menos algo que nos haga vincular la acción de El futuro... con quienes hoy llevan la batuta y todas las agrupaciones que cita presentan vagos nombres alusivos a la rebeldía, a lo revoltoso, a lo sedicioso, de forma que el conjunto de la trama, presidida por una ironía feroz, nos entrega a una Caldini paralizada entre lo que fueron sus aspiraciones juveniles y un desolador panorama del Chile contemporáneo. Lo anterior, en lugar de proporcionar una visión que pudo ser confusa y deshilvanada, produce todo lo contrario, ya que la prosa de Rimsky, con gran fuerza descriptiva, con su deliberado tono atemporal, genera inquietud, incertidumbre, deseos de saber más sobre una multitud de gente que entra y sale del texto sin que sepamos mucho de ellas, salvo un desconsolador fracaso. Entre ellos, destacan Loayza, la chapa que utilizó quien realmente se llama Zanelli, sufrió los rigores de la prisión y en la actualidad es poco menos que un vago menesteroso que desea establecer una relación con la Caldini; o Nilda, antigua amiga y camarada de la Caldini, ocupada en llevarle la contra y recordarle su anterior militancia o lo que pudo haber sido tal.
Con todo, El futuro... no se agota en la multitud de incidentes que retrata, ya que Rimsky, con pluma segura y sin recurrir a los clichés habituales, construye una especie de balance de lo que ocurrió y sigue ocurriendo, un caleidoscopio de acontecimientos y seres humanos desorientados y sin muchas posibilidades de redención, un fresco en miniatura de un país sin conciencia colectiva, en síntesis, un paisaje de derrota.