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La búsqueda de la memoria familiar convertida en notas sociológicas y memoria colectiva.
Poste restante de Cynthia Rimsky.

Por Marina Cantamutto
Università degli Studi di Siena / CRLA-Archivos, Université de Poitiers
Publicado en revista Escritural, N°7 Diciembre de 2013


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“J’ai plus de souvenirs que si j’avais mille ans”
“Spleen”, Les fleurs du mal. Charles Baudelaire.

“…la vida a un lado y la memoria al otro. Un país
  ¿se parte como una torta, como una naranja,
  como un papel? La frontera, ¿se traza sobre la mesa
  de la cocina, en la mesa de negociaciones, en un bar?
  De quién es el mapa?”
Poste Restante. Cynthia Rimsky.


Abordar el texto de Cinthya Rimsky supone posicionarnos ante la problemática de la novela moderna, es decir, frente a una producción de carácter híbrido, paródico que se expresa mediante el collage como modo de exteriorización de una realidad que se presenta fragmentaria, múltiple, heterogénea. El collage permite al mismo tiempo el despliegue de diferentes posibilidades expresivas, cobijando una suerte de arscombinatoria, mezcla de simultaneidades en donde los elementos más heterogéneos como son los mapas, las descripciones de las fotografías, los fragmentos de diarios que reproducen noticias, la inclusión y transcripción de e-mails, cartas, recetas, ingresan en el texto creando realidades paralelas que afectan al continuum del relato.

Resulta evidente entonces que Poste restante (2001) [1] responde al formato de la novela collage o utilizando la denominación de László Scholz [2] al referirse a La vuelta al día en ochenta mundos de Julio Cortázar, un libro caleidoscópico capaz de incluir y refractar diferentes discursos y elementos intertextuales que al ser incorporados al corpus de la obra cobran un significado especial resementizándose. En la novela de Rimsky, es claro que ya no es posible transmitir la idea de un mundo uniforme y compacto. El collage da lugar a entrecruzamientos, tensiones, presencia de otros códigos, oponiéndose a la arquitectura estética armónica que había presentado la novela decimonónica, en  donde cada parte contribuía al equilibrio del todo. Por el contrario, la utilización del collage convierte al texto en un espacio de migraciones semánticas, de transformaciones simbólicas; sus ensambles hechos de contrastes generan choques, figuras fragmentarias y heterogéneas; implantes incompletos de otros discursos, préstamos que mantienen la doble pertenencia, sea al conjunto de origen como al nuevo; generando conflictos en el interior del nuevo espacio en donde se establecen. De esta manera, el collage se asume como unión y ruptura permanente y pone en evidencia la representación del compromiso asumido entre las partes dentro de este nuevo esquema discordante, pero sobre todo genera un desfase de las posiciones reordenando el mundo de manera nueva con lo cual libera y desencadena una jerarquización innovadora imponiendo a la lectura un ritmo salteado, sinuoso, que pone de manifiesto una estructura poliforme, polifónica y políglota. Este nuevo ordenamiento alude a la posibilidad de ingresar a espacios otros que en el caso de la novela se ve reflejado en las innumerables historias de inmigrantes, comenzando por el de la protagonista —que se auto-configura como “la viajera”— y que va tras los pasos de su historia familiar. El objetivo inicial del desplazamiento del personaje es el de reconstruir el pasado y las aventuras de los distintos miembros de su familia, inmigrados a Chile entre los años 1906 y 1918, pero a medida que el relato avanza este fin se transforma en una especie de 1001 noches o de summa, donde los relatos y los personajes se entrecruzan conformando una suerte de tratado sociológico.


El mercado persa y los objetos, depósitos de memorias

El mercado persa es paragonado a un diván psicoanalista y se conecta con la memoria a partir de la imaginación. Es en el mercado de Arrieta, en Santiago, donde la protagonista hallará la excusa de su pesquisa a partir de un álbum fotográfico “extranjero” que reproduce las vacaciones de una familia “Plitvice in Jezersko/RimskiVrelec/Bled”. Ese álbum será el móvil de una búsqueda por diferentes países tras la reconstrucción de la propia historia que se resume en el epígrafe de Yourcenar comparando la memoria con una cárcel interna presente en cada individuo. El álbum y la supuesta filiación con la familia de la protagonista será cancelada al descubrir en Eslovenia que “Rimski” es el nombre de un sitio turístico, no un error en la transcripción de su apellido. Este error no cancelará la búsqueda y las preguntas genealógicas, por el contrario, darán al viaje otra dimensión: la cultural.  

Así como el mercado es configurado como una fuente de memoria, los objetos también son motores del relato: aros, toalla, bufanda de seda azul, anteojos de sol. Los objetos hablan, cuentan la vida de las personas, en la novela la protagonista se refleja en ellos, ya que son usados, apreciados, presentan además una correspondencia con la persona que los posee: los aros en forma de pájaro, el diccionario, etc. configuran y narran a la protagonista. A medida que los pierde, su alforja adquiere experiencias, anécdotas como una suerte de compensación por lo extraviado: “¿En cuántos años más los encontrarán [los anteojos de sol]? ¿Qué relato construirán sobre mí?” (98).

Los inmigrantes y el sincretismo cultural:
una relación a través del humor, la parodia y la crítica política

Para quien elije cambiar de ciudad, país, continente la historia, como bien lo explicita la novela, es una línea trunca y el viajero deja a su paso huellas de ese recorrido casi como una especie de hilo de Ariadna. El texto presenta un sinnúmero de reflexiones acerca de los diferentes personajes migrantes, buscando comprender los cuestionamientos que se le plantean a toda persona que decide alejarse de su propio espacio: “Seguir de largo, permanecer […] ¿Hay un camino acertado y uno equivocado?” (34). Preguntas que pueden pensarse como fundamentales para todo sujeto inmigrante. 

En el texto, las múltiples historias de los sujetos en movimiento están cargadas de una alta dosis de humorismo y de parodia que permiten ser leídas incluso como notas antropo-sociológicas que hablan de un sincretismo racial capaz de superar las diferencias socio-políticas que en el fondo no son tales, tal como las plantea la autora: “Frontera entre Israel y Egipto […] Atrás quedan las luces de Aquaba (Jordania), Elat (Israel) y Arábia Saudita, la cercanía hace pensar en cuánta intimidad comparten los enemigos” (52).

Son permanentes en esta clave de lectura, las alusiones irónicas a judíos y palestinos, dos pueblos, según el relato mismo, con una misma base común a pesar de las aparentes diferencias ancestrales:

T es una estudiante de antropología israelí que vino a preparar el examen de grado a escondidas de sus padres. “Mi madre diría: por Dios qué haces ahí. Sal de ese lugar de perdición”. La madre de T tiene razón. Este es uno de los pocos lugares donde los israelíes se relacionan con los árabes. Como queda a trasmano Dios solo puede vigilarlos de reojo. Los árabes ríen y dicen que los israelíes se limitan a leer, comer y beber (53).

En clave humorística también se lee la relación establecida entre las mujeres inglesas y los chipriotas del sur y sus intercambios sexuales que sintetiza la hipocresía occidental en cuestiones amatorias y la supuesta supremacía de los países desarrollados frente a los países en vías de desarrollo:

El amante de Lady Chatterly en los años noventa, un producto turístico económico. Mujeres satisfechas por hombres de sangre caliente exigen menos dedicación a maridos que vuelcan su energía al trabajo. La institución del matrimonio continúa vigente, la Iglesia se muestra satisfecha, y la Unión Europea recomienda incorporar a Chipre gracias al desarrollo de su industria turística (64).

Asimismo, a partir de tragicómicos relatos de inmigrantes se pone de manifiesto la desnaturalización de la propia cultura de origen en un espacio otro que genera un distanciamiento de las peculiaridades identitarias correspondiente a todo individuo. “Green Park. Dos amigos entran a un céntrico restaurante griego. El mozo les ofrece su propia comida en inglés con acento griego. Los clientes responden en inglés con igual dificutad. Cuando terminan de cenar los tres se desean Happy Christmas” (23).

Entre los distintos casos citados de inmigrantes, resulta llamativa la distinción que la protagonista establece en relación a  los soldados israelíes a los que define como “no inmigrantes”.

Pudo haber mencionado ante los soldados, las ancianas junto a la piscina del Estadio Israelita, pero siempre odió el Estadio Israelita, en realidad tampoco en el servicio computacional de la colonia chilena está escrito su nombre. Pudo mencionar el mercado persa o Walter Benjamin, a quien Adorno intentó llevar a Palestina sin resultado, el olor del gefeltefish que preparaba su abuela o la cantidad de platos distintos que cocinaba con un solo pollo. Pudo haber enumerado: Joledetz, panitas revueltas con cebolla, consomé con mondalej, cogote relleno (…) pero los soldados no son inmigrantes. Por eso le quitan su computadora, revisan su cuerpo, meten las manos en su mochila, revuelven las fotografías, cuadernos, casetes, y hasta telefonean a un escritor que entrevistó para averiguar quién es ella… (55).

En este punto es importante señalar la doble operación de denuncia, en primer lugar desnudando el  estado de situación en el puerto de Haifa- sitio fronterizo israelita- y en segundo lugar, las reminiscencias dictatoriales en Chile: “Siempre ha temido a los policías y a los militares” (55) que se verá acentuada al hacer referencia a la muerte de su abuelo en 1973 y al clima político imperante en el Chile del pre-golpe militar que acabará en una violencia inusitada: “…Rosa se mudó sola al edificio de la calle Lota. Dos tardes a la semana su hija y su nieta se abrían paso entre los militantes de izquierda y los de Patria y Libertad, que disputaban en el Coppelia, para visitarla”  (124).

Las referencias intertextuales,
¿contradicción a la nota editorial?

La nota editorial resulta sumamente clara en cuanto a las motivaciones de la publicación de una novela como Poste restante: “Ediciones Lastarria inaugura la serie […] dedicada a la publicación de aquellas obras contemporáneas que manifiestan un punto de vista refractario a las corrientes dominantes de la narrativa y se vinculan a cierta tradición paralela a la del canon constituido por la crítica.” Ahora bien, este propósito de inscripción que se podría definir como “en los márgenes” de un canon consolidado se ve contradicho por una serie de elementos que exigen un lector competente para decodificar citas o expresiones en inglés, como así también toda una serie de referencias intertextuales que atraviesan el texto. La sucesión de alusiones a escritores que, como la protagonista, emprendieron la aventura de conocer otros lugares se inscriben en la corriente de una tradición culta, tal el caso de André Gide, Charles Baudelaire,  Walter Benjamin, Guy de Maupassant, Cesare Pavese, Paul Bowles, Jan Potowki (de origen polaco, ucraniano y austríaco), entre otros. Muchos de estos autores están estrechamente ligados a una larga genealogía de literatura de viajes, sea por los desplazamientos concretos como a las alusiones a otros viajes, como en el caso de Baudelaire y sus múltiples evasiones en busca de los paraísos artificiales (alcohol, opio, etc.) magistralmente descritos en Les fleurs du mal (1857/1861/1868). Estas referencias se ven reforzadas en el pasaje en donde la misma protagonista experimenta la magia de viajar a través de los relatos: “Al mediodía camina al pueblo. En cada alojamiento por donde pasa la invitan a beber té. Issa habla de Sudán, Mohamed de la familia beduina que lo dejó en un internado en Egipto y pasaba a verlo cada año con la caravana. A través de los relatos visita Sudán, Chad, El Cairo, Europa. Mientras su mente viaja, su cuerpo se deshace” (53).

El texto plantea un alto nivel de elaboración discursiva y estilística al subordinar en su interior una amplia serie de discursos disímiles provenientes de distintos espacios discursivos. El variado material que compone el  soporte textual de la novela presenta un nuevo grado de relación entre los diferentes géneros: el periodístico, el de literatura de viajes, el epistolar y el relato breve o nouvelle, al que se le suma la inclusión de diálogos que recuperan la tradición oral, poniendo de manifiesto una amplia gama de posibilidades expresivas que reproducen las innumerables idiosincrasias representadas. 

Todos estos recursos enumerados, además del juego de lo no dicho —pero escrito—: “Pudo mencionar el mercado persa o Walter Benjamin…” (56); “…que guarda en el cuaderno donde registra sueños, imágenes, diálogos y apuntes de una novela que no escribe” (70) que se escribe ante la mirada atenta del lector; exigen receptores competentes, con una amplia enciclopedia para decodificar las diferentes alusiones intertextuales que abre las fronteras del espacio textual novelesco a la vez que lo restringe poniendo de manifiesto un mecanismo de circulación acotado que se inscribe en la tradición letrada culta.

Los cambios autorreferenciales:
¿Trasmutación identitaria como metáfora de la inmigración?

Resultan interesantes los cambios que se generan en el interior de la obra en relación a las denominaciones que la protagonista plantea en relación a sí misma ya que utiliza, según la situación, la primera y la tercera persona del singular para referirse a ella. De esta manera se convierte en “la chilena” (23), “la viajera” (34), “la turista chilena” (42), “ha comenzado a olvidar que es una periodista chilena que vino a escribir un reportaje” (54), “la nieta chilena de dos familias emigrantes que entre 1906 y 1918 abordaron un barco que no se detuvo en Palestina” (56). Al utilizar la tercera persona lo que se plantea es una suerte de desdoblamiento, un distanciamiento, que incluso puede ser leído en clave metafórica ya que de esta manera se auto-coloca en el mismo nivel que los otros inmigrantes presentes en el texto, en tanto estos también toman distancia de sus propios países logrando así una objetivación de las propia cultura y de las propias raíces. También es posible relevar la utilización de la primera persona que habilita a una tercera que actúa como una mise en abyme [3] de la primera: “Arriendo un departamento en un pueblo de Chipre del Sur para escribir sobre un viajera que encuentra su álbum de fotografías con su apellido manuscrito en la primera página” (66). Al transferir la acción a un otro, la protagonista de la novela recupera su voz pero no su historia, ya que se la transfiere al personaje masculino quien toma su lugar en el hipotético relato a escribir. Ya no es la periodista chilena que escribe crónicas para diarios chilenos, sino que es la escritora de una novela a escribir en un lugar equivocado como sucede con el malentendido gráfico de su apellido: “Pude haber escogido Rodas o Alejandría, escogí Chipre porque aquí escribió Lawrence Durrell. Ya instalada […] me entero que el escritor inglés vivió en Chipre del Norte” (66).

Retomando la ya mencionada dicotomía establecida entre judíos y palestinos, la protagonista también se asume en 3º persona como hebrea pero la definición racial es vencida al compararse con la joven musulmana y remarcar que ambas comparten un olor, aunque también tienen en común, y sobre todo, otros elementos superadores: ser mujeres, ser viajeras y compartir un espacio de manera pacífica más allá de las creencias y de la raza: “En la cubierta del Sinfonía, a medio camino entre Israel y Chipre, una judía viaja sola por el mundo. En la cabina 167 una musulmana vuelve de Jerusalén. Las dos comparten un olor” (61).

Entre los ejemplos en 1º persona podemos citar: “Escribo, dejo de escribir” (71) y “Siento que es más importante estar aquí que escribir, pero vine a escribir y eso me angustia” (72) que deja en evidencia que se trata de un uso deliberado utilizado en la construcción de un yo como sujeto que narra, mientras que la 3º responde a la vida privada de la protagonista presentada desde el distanciamiento, auto-objetivándose como personaje del mismo relato que ella misma cuenta reforzando así la mise en abîme.

Para concluir, podemos observar cómo la memoria personal, que inicialmente se plantea como el motor de una búsqueda que trata de dar respuestas a una incógnita familia se transforma en un viaje que relata una memoria colectiva gracias a la utilización del collage como forma de expresión narrativa. La novela en su integridad puede ser leída como una serie de notas sociológicas que desmitifican mitos sexuales, superan prejuicios chauvinistas entre naciones configuradas ancestralmente como enemigas resaltando lo verdaderamente importante, es decir, en cualquier espacio geográfico los gestos, sentimientos, inquietudes se repiten superando las fronteras espacio-temporales porque los hombres responden a una única naturaleza humana en todos los rincones del mundo, y el verdadero objetivo de viajar es salirse de uno mismo y reconocerse en el otro. “Viajar es una forma de mirarse, no al espejo sino en el charco.” (134).

 

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Bibliografía

- BAUDELAIRE, Charles. Les fleurs du mal. œuvres complètes. Paris, L’intégrale, 2003. 
- GIDE, André. Les faux-monnayeursJournal 1 (1887-1925). Édition établie et annotée par Éric Marty, Paris, Bibliothèque de la Pléiade, Gallimard, 2002.
- RIMSKY, Cynthia. Poste Restante, Santiago, Ediciones Lastarria, 2011.
- SCHOLZ, Lázló. El arte poética de Julio Cortázar, Buenos Aires, Ediciones Castañeda, 1977.

 


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Notas

[1] Rimsky, Cynthia, Poste Restante, Santiago, Ediciones Lastarria, 2011. Las citas remiten a esta edición.

[2] Scholz, Lázló, El arte poética de Julio Cortázar, Buenos Aires, Ediciones Castañeda, 1977.

[3] La mise en abyme tal como fue definida por André Gide: “J'aime assez qu'en une œuvre d'art on retrouve ainsi transposé, à l'échelle des personnages, le sujet même de cette œuvre par comparaison avec ce procédé du blason qui consiste, dans le premier, à mettre le second en abyme” Gide, André. Les faux-monnayeursJournal 1 (1887-1925).Édition établie et annotée par Éric Marty, Paris, Bibliothèque de la Pléiade, Gallimard, 2002 (171).



 

 

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La búsqueda de la memoria familiar convertida en notas sociológicas y memoria colectiva.
Poste restante de Cynthia Rimsky.
Por Marina Cantamutto
Università degli Studi di Siena / CRLA-Archivos, Université de Poitiers
Publicado en revista Escritural, N°7 Diciembre de 2013