Los destellos de Claudia Ulloa Donoso "Yo Maté un Perro en Rumanía", Almadia, 2022, 344 págs. Por María José Navia Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 20 de noviembre de 2022
La escritora peruana sorprende y deslumbra con su primera novela: Yo maté a un perro en Rumanía. Una historia extraña y luminosa sobre un viaje, lo impredecible de los afectos y esas palabras que nos vuelven extranjeros a la vez que pueden darnos un lugar en el mundo.
En "Pajarito", un cuento precioso de Claudia Ulloa Donoso (Lima, 1979), publicado en Chile por la editorial Laurel en el libro del mismo nombre, una mujer a la que le cuesta levantarse de su cama empieza a recibir misteriosas ofrendas de su gato. Día a día van llegando animales muertos, como un intento de comunicación extraña. Una mañana, la protagonista recibe a un pajarito sin vida (o eso cree ella en un comienzo) y, al salir apurada para una entrevista de trabajo, lo mete sin pensarlo en uno de los bolsillos de su abrigo. Mientras la mujer contesta a las preguntas de su posible empleador, el animal empieza a aletear dentro del bolsillo, para pronto salir volando. Es solo una muestra de la mezcla que vemos en los cuentos de esta autora: un ojo siempre atento a la naturaleza y los animales (animales que, como en este relato, se acercan a las vidas y cuerpos de los humanos, transformando sus vidas aunque sea por instantes), a la forma en que funcionan nuestras cabezas (con sus nubes de letargo, sus contradicciones, pero también sus chispazos de belleza) y un especial oído a las palabras (en algunas de sus historias, por ejemplo, las protagonistas son profesoras de idiomas). Todo escrito como un encantamiento; palabras mágicas conjurando mundos. Palabras extranjeras que nos abren.
Luego de varios años deslumbrándonos con sus cuentos, llega ahora Yo maté a un perro en Rumania, la primera novela de esta particular autora, y la maravilla es absoluta. Se trata de una novela de más de trescientas páginas donde las semillas de sus historias y personajes pueden crecer a su antojo y estirar las ramas bien alto, hundiendo también sus raíces en lo profundo. De alguna forma, es como un volver a la casa a la que nos tenía tan bien acostumbrados Claudia Ulloa Donoso,
pero con más tiempo y espacio para recorrer a nuestro antojo. Volvemos a tener a una profesora de protagonista que enseña noruego a inmigrantes y a quien le cuesta un poco la vida y ve sus días mezclarse y confundirse en la tranquilidad química que le dan los medicamentos (leemos: "Sumergirme en el letargo y adormecimiento de los calmantes era quizás una intención o añoranza por volver al útero oscuro, silencioso y tibio. Los ruidos llegaban difusos. Me alimentaba alguien que no distinguía"). En esa pausa llega uno de sus estudiantes, un rumano de nombre Mihai (luego Ovidiu) a invitarla a un viaje a sus tierras con un motivo, al principio, no del todo claro (de él dice que "manchaba mi oscuridad con su luz"). Ese viaje articula una novela en la cual las palabras son un protagonista más (con secciones escritas en rumano, en inglés e italiano) que va acercando los destinos de los personajes, mostrando que a veces lo que se pierde en la traducción se gana en otro tipo de vínculos y revelaciones. Un viaje de carretera que es también un viaje de duelo por las vidas que no fueron y un viaje de sorpresa por todo lo que la vida nos arroja a veces si estamos dispuestos a aceptar el milagro. El lugar de la extranjera como un lugar abierto a todo y, por lo mismo, vulnerable, a la espera.
La narración fluye con inmensa belleza para adentrarse en lo cotidiano y ajustar
la mirada a luces y sombras, a un reconocer el cuerpo en otros paisajes y junto a otras personas, y un volver también la vista hacia los animales, acercándose a ellos hasta el dolor y la muerte. El libro se divide en cuatro secciones, todas anotadas entre paréntesis: (perro muerto), (jauría), (ladridos) y (mataperros). Es, de hecho, esta última palabra la que de cierta forma hace posible la escritura. Así, leemos: "Se decidió a escribir cuando el terapeuta la llamó 'mataperra'. Ese fue el detonante. Esa palabra suya la atropelló".
En la obra de Ulloa Donoso las palabras aletean, vibran en el cuerpo, se quedan flotando en el aire y queda entonces avistarlas como a los pájaros (así lo describe la narradora en relación con su estudiante) o descubrirlas entre los perros ("Las palabras de los perros son vocales abiertas con alguna consonante velar enredada en colmillos y babas. Desde el fondo del patio podía oír los ladridos como un poema coral"). Una protagonista que se transforma y deforma al contacto con el mundo ("Por mis arterias fluía todo el cemento de Bucarest que se volvía un muro de roca a la altura del pecho"), y cuyas transformaciones también la protegen ("Siempre que presiento que me van a dar una mala noticia me creo que soy otra cosa: un animal, otra persona, un mueble").
Radicada ella misma en Noruega, Claudia Ulloa Donoso, en su primera y brillante novela, nos invita a leer en lenguas (o a una nueva vida entre lenguas, como escribiera en uno de sus libros la gran autora argentina Sylvia Molloy), un viaje hacia la luz que a ratos (y como le sucede también a la protagonista) tiene la capacidad de dejamos sin palabras.
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"Yo Maté un Perro en Rumanía", Almadia, 2022, 344 págs.
Por María José Navia
Publicado en Revista de Libros de El Mercurio, 20 de noviembre de 2022