..... 
          ¿Recuerda usted que en 1992 el símbolo del Pabellón de Chile en la 
          Feria Mundial de Sevilla, que conmemoraba los 500 años en que los 
          españoles llegaron a América, fue un témpano? ¿Un témpano?, ¿por qué 
          un témpano como emblema de un país nada de frío? Es claro que, entre 
          publicistas, hubo extensos debates para decidirlo: se dijo que era un 
          desafío conservar ese bello y descomunal bloque de hielo en el calor 
          andaluz; se comentó que para lograrlo habría que aprovechar una 
          onerosa tecnología de punta -similar por lo demás a la utilizada con 
          la fruta de exportación (una de las principales fuentes del ingreso de 
          divisas de Chile)-, pero, además, se trascendieron las razones 
          económicas, y se habló que Chile debía evidenciar su distancia de 
          aquella imagen que estereotipa a Latinoamérica como una zona cálida y 
          tropical, donde la diversión se impondría al trabajo, por ejemplo... 
          Que nos vieran como blancos y fríos, nosotros, los chilenos, a través 
          de esa soberbia efigie, sacada de la Antártica chilena, que, en 
          silencio, vociferaba la no pertenencia al codiciado Norte, haciendo 
          patente una fascinación semejante a la sentida por Aureliano Buendía 
          cuando el hielo llegó al tropical Macondo.
          
          ..... Sin pronunciar nunca la palabra "témpano", 
          cuando autoridades y defensores referían al "iceberg", tal vez no 
          medían que, en éste, sólo una quinta parte de su altura emerge del 
          agua, y que el resto oculto es el trozo preponderante; quizás no 
          medían que el "iceberg" podía transformarse en metáfora de un país que 
          tras un discurso oficial triunfalista esconde verdades bastante menos 
          heroicas: se optaba por mirar hacia el futuro pues nuestro pasado 
          inmediato de dictadura podía resultar deprimente para posibles 
          inversionistas, se indicó...
          
          ..... Sin 
          referir nunca a la figura que representó a Chile en España, me parece 
          que, desde mucho antes que 1992, la poesía de José Ángel Cuevas 
          se ha propuesto ver y mostrar aquello que la superficie vuelve 
          invisible, y apuntar y descubrir situaciones y personas encubiertas y 
          omitidas en una sociedad de sistema neo-liberal con un estrato de 
          victoriosos que rehúyen y desprecian a los derrotados, casi como un 
          acto supersticioso para impedir, acobardados, hasta la cercanía del 
          fracaso.
          
          ..... "Los exonerados / los 
          débiles / los feos / lo que botó la ola / los enfermos los ciegos los 
          sin diente / los pasados de moda", son, por lo general los personajes 
          de la poesía de Cuevas, mencionados en "La gran marcha", parte 
          de su séptimo libro, Treinta poemas del ex-poeta José Ángel 
          Cuevas, publicado en 1992. Es claro que a Cuevas no le importa ir 
          contra la corriente, y una y otra vez, mira, vuelve a mirar, y se 
          enfrenta con estas figuras marginales, con estas imágenes, con estas 
          situaciones que siente propias, que son las suyas y las de sus 
          cercanos. A José Ángel Cuevas no le preocupa seguir modas, y no teme 
          que lo tilden de nostálgico (no se olvide, usted: hoy, la nostalgia es 
          mal vista), y que sugieran que parece haberse quedado en el pasado. Y, 
          claro, tal vez por sus obsesiones, pero muy en especial por una buena 
          dosis de resentimiento, hay ocasiones -las menos, sin duda- en que la 
          poesía de Cuevas puede resultar simplificadora, algo obvia, y hasta 
          maniqueísta (estos rasgos -frecuentes, creo, en esos Treinta poemas- 
          parecen ser directamente proporcionales a la carga de rabia, de 
          amargura y de impotencia frente a ciertos acontecimientos y, sobre 
          todo, a algunos de sus conocidos quienes, con leves variaciones en sus 
          nombres pasan de personas a personajes de sus textos). En estos casos, 
          pareciera como si Cuevas sintiera/creyera que sólo él (y muy pocos 
          más) fueron afectados por la dictadura (casi toda su obra se centra en 
          este período y sus consecuencias), y que este dolor le fuera (casi) 
          exclusivo. De este modo, insinúo que se ciega/se niega a intentar 
          comprender situaciones que él no vivió: el exilio, por ejemplo. 
          Pareciera como si Cuevas sintiera/creyera que sólo él (y un reducido 
          puñado) no se asimilaron al sistema, no aprovecharon, no disfrutaron, 
          y se atrevieron... Estos son, desde mi punto de vista, los aspectos 
          negativos de su poesía, que tiene, al mismo tiempo, cualidades 
          notables, pero por ambos, por sus limitaciones y logros, me parece que 
          es, hoy, uno de los trabajos ineludibles para comprender, desde el 
          arte, lo que es y cómo (se) vive esta realidad chilena en constante 
          cambio. Son estas contradicciones -de tono, de juicios, de 
          perspectivas, de pareceres, de calidad- que enriquecen, que 
          complejizan, que vuelven esta poesía una apasionada defensa de un mundo 
          que ya se fue y que, se sabe (y Cuevas, por supuesto, tampoco lo 
          ignora), no se recuperará. Son estas contradicciones que la vuelven 
          una biografía apasionada y no solamente de un individuo -esos 
          múltiples hablantes en primera persona, que podrían llamarse José 
          Ángel Cuevas-, sino una biografía colectiva, de una generación, 
          aquella que en nuestra juventud vivimos el Mundial del 62 (el nombre 
          de un extraordinario antiguo poema de Cuevas, por lo demás), bailamos 
          rock, escuchamos a Elvis Presley y Violeta Parra, vimos la llegada del 
          hombre a la Luna, participamos del gobierno de la Unidad Popular... Es 
          por esta avidez de recuperar la memoria (y no se crea que la inmediata 
          y personal, en exclusiva, a pesar que el estallido poético parezca 
          provocado al cargar de sentido hechos menudos e intrascendentes). Es, 
          entonces, por esta necesidad de rescatar la memoria, y devolverla para 
          resquebrajar el olvido, que los escritos de Cuevas son verdaderos 
          manifiestos generacionales que, por su complejidad, podrían leerse, 
          asimismo, como testamentos generacionales. 
          
..... No obstante, sin embargo, que sus poemas 
          están cerca del panfleto, los lugares-comunes, el puño en alto... Muy 
          por el contrario, a pesar de capturar la contingencia, es ésta una 
          poesía plena de réplicas y paradojas, con diversas actitudes, 
          reflexiones, y con cierta dificultad para entender algunas variaciones 
          -políticas, sociales, humanas-, pues si algo le duele al sujeto 
          poético es constatar cómo han cambiado sus iguales, sus amigos, 
          aquellos que estaban en la misma lucha, tras la misma utopía... El 
          hablante/los hablantes de los textos de Cuevas, intenta(n) conservar 
          los valores del pasado. No es que quiera(n) conservar el pasado y 
          permanecer en él y se niegue(n) a las transformaciones, pero 
          desearia(n) que éstas no significaran negar el ayer, y borrarlo sin 
          asumirlo. Lo que no consuela ni convence, ni a Cuevas ni a las voces 
          de sus poemas, es el desarraigo provocado por la pérdida de un mundo 
          desvanecido; lo desgarra el deterioro de las relaciones humanas; que 
          la nueva ciudad ya no permite camaraderías... El añora la generosidad 
          y el desinterés, el poder darse tiempo y domesticarlo, la existencia 
          de una comunidad, y esos encuentros que se daban en barrios, en bares, 
          mientras la sociedad y la urbe (post)modernas exigen e imponen otras 
          conductas y actitudes: no es casual que "Adiós muchedumbres" 
          sea el nombre de la antología que recoge parte de su producción, hasta 
          1989.
          
          ..... Si mucha de la literatura de 
          José Ángel Cuevas está marcada, como dije, por los efectos del Golpe 
          de Estado de 1973, casi todas sus reflexiones no están dirigidas a los 
          opositores sinó que se vuelven reproches y reparos de sus viejos 
          compañeros. ¿Una razón para explicarse por qué Ignacio Valente, 
          crítico del diario El Mercurio, y sacerdote Opus Dei, se 
          haya entusiasmado tanto con las publicaciones de Cuevas? Por mi parte, 
          pensaría, también, que a Valente lo atrae percibir la palabra de un 
          vencido, de una víctima que se erige como tal porque, finalmente, el 
          "ex-poeta" toma la palabra en ese mundo de perdedores, derrotados, 
          feos, muertos, desaparecidos, ex-presos, perseguidos, pero, además, se 
          apropia de la palabra y se expresa por ellos: una suerte de "voz de 
          los sin voz" que hace oír a quienes permanecen en silencio, por mudez 
          propia o por sordera de un país segmentado con una sociedad reticente 
          a toda presencia desacreditadora del modelo neoliberal del libre 
          mercado.
          
          ..... Con posterioridad a Adiós 
          muchedumbres, no existe gran mudanza de temas, de enfoques, de 
          juicios, siendo Cuevas, como es, un poeta que toma y retoma sus 
          obsesiones pues quisiera comprender y responderse cómo y por qué se 
          esfumó una realidad de la que se sintió partícipe, cómo y por qué 
          cambió la gente... Varía, sí, el tono que cada vez se hace más 
          desencantado, más triste y hasta más cruel y corrosivo. No obstante, 
          hay -y siempre ha habido- humor, incluso del negro; tampoco ha dejado 
          de haber ironía (3), y una gran precisión en captar momentos, 
          situaciones, instantes, lugares, símbolos, personajes sentimientos, y 
          una gran fantasía e invención para transformarlos en imágenes. Hasta 
          ahora he apuntado a algunas referencias y alusiones de estos escritos, 
          sin detenerme en el modo cómo se trabajan: no he dicho, por ejemplo, 
          que es frecuente que la rapidez del verso se acompañe con 
          desplazamientos no siempre habituales: ciudades, barrios, edificios, se 
          mueven, y tampoco la geografía e inmóvil y hasta las cordilleras 
          caminan en un poema publicado en 1979 (¿un antecedente de las de 
          Anteparaíso, de Zurita, de 1982?)... Por lo general, esta 
          ligereza y vivacidad se relaciona con la música: así, en los primeros 
          poemas de Cuevas, vueltas, repeticiones, ritmo, encaminan 
          aceleradamente al rock, muy mencionado y bailado por el protagonista y 
          sus amistades. Otras veces, son melodías o cantantes diferentes los 
          aludidos, o los que acompañan con un tono acorde con lo que se dice: 
          de este modo, "El pueblo unido jamás será vencido" o "No nos moverán", 
          canciones casi emblemáticas del periodo del gobierno de la Unidad 
          Popular, son utilizadas para ironizar y criticar, sin compasión. Más, 
          por ese tono triste y nostálgico, quizá sea el tango -y tangos 
          específicos, precisados hasta con nombres- el que podría resumir mejor 
          el impulso de la poesía de Cuevas. Son sueños, con frecuencia, los que 
          permiten estas visiones transmisoras de una magia y una osadía, 
          próximas al cine, y parientes de esas alucinantes escenas del "Rapto 
          de la catedral del Cuzco", de Los Sea Harrier, de Diego 
          Maquieira, cuando suben esa iglesia a un portaaviones, y, después, los 
          Harrier vuelan dentro de su nave central.
          
          ..... Si en su libro de 1992, José Ángel Cuevas 
          quiso definirse como "ex-poeta", esta categoría pareció acomodarle 
          pues la continua utilizando en poemas de su obra reciente, Proyecto 
          de país. De todos modos, el prefijo sugiere, en Chile, mucho más 
          que su significado inmediato y literal pues durante los diecisiete 
          años del régimen militar fue aplicado, hasta legar al absurdo, a 
          instancias y cargos de personas e institucione proscritos por la 
          dictadura. Además, Cuevas lo extiende hacia quienes niegan su pasado, 
          y llega a referir al "ex-Chile" donde "uno que fue chileno / ya no es 
          nada". Al contrario de lo que podría pensarse, Proyecto de país 
          no es tanto un diseño propositivo como un plan de revisión y 
          deconstrucción del país, que toma hasta la apariencia de un boceto por 
          sus numeraciones que recuerdan, asimismo, la ordenación de cierta 
          poesía chilena que comenzó a producirse durante la dictadura.
          
          ..... Proyecto de país resulta un momento 
          más de esta sostenida elegía por el fin de una etapa de Chile, un 
          desarrollo de esta suerte de memoria de las tres últimas décadas, 
          re-creadas por José Ángel Cuevas privilegiando (y, seguramente, 
          idealizando) la década del 60, que en Chile terminó drásticamente en 
          1973, y usándola como referencia, como momento de comparación con el 
          presente, éste ahora bullente que Cuevas rechaza e incorpora, que 
          intenta comprender, que entiende y se le escapa, y así como los 
          Treinta poemas del ex-poeta José Angel Cuevas se cerraba con un 
          "tenemos que empezar todo de nuevo", como buen proyecto, su última 
          obra no se clausura definitivamente pues la palabra final se abre a un 
          "(continuará)"...
          
           
          
          
          
          ______________________________________________
            Notas:
          1.- Estaba escribiendo un artículo más extenso, sobre 
          la cultura en el Chile de hoy, que llevaría como título, "Las aristas 
          escondidas del témpano", cuando se publicó el importante libro de Manuel 
          Antoni Garretón, La faz sumergida del iceberg. Estudios sobre la 
          transformación cultural. Por supuesto que esta coincidencia no es 
          casual, y refiere a cómo fue vista, por muchos chilenos la 
          inmensa-mole-de hielo-símbolo-de-Chile. Esto mismo hizo que, a pesar 
          de la semejanza, o, mejor dicho a causa de ella, yo no quisiera 
          desechar este nombre que, por lo demás, me parece tan apropiado para 
          la poesía de José Ángel Cuevas.
          2.- Soledad Bianchi es 
          Profesora de Literatura Hispanoamericana en Chile y en la Universidad 
          de París-Nord. Autora de numerosos estudios sobre poesía chilena 
          actual.
3.- "A los más infelices asados de la época / he asistido. 
          / Con la mayor esperanza del mundo. / Como si la incomprensión cayera 
          / sobre la parrilla: / un asado no soluciona nada. / Yo ya no creo en 
          los asados. / El verdadero problema es otro". ("Poema 2", de 
          Contravidas, 1983)
           
          
          En revista Atenea (1er 
          semestre 1996)