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Skármeta: Entusiasmo versus resentimiento
Cristián Warnken
El Mercurio,
Domingo 24 de agosto de 2014
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Señor Director:
Antonio Skármeta ha ganado el Premio Nacional de Literatura. Nos sumamos a la celebración de los lectores que han disfrutado de su entusiasmo desbordante y de su don para contar historias a públicos muy diversos.
El entusiasmo -según el poeta Hölderlin- es una virtud esencial de los poetas. Skármeta -pese a ser narrador- comparte esa virtud con nuestros poetas. Muchos cuentos de Skármeta figurarán siempre en cualquier buena antología del cuento hispanoamericano. Skármeta abrió las ventanas de la narrativa a los nuevos aires que soplaban en la música, el cine y la política de la década del 60 y eso les hizo muy bien a nuestras letras. El humor, vitalidad y la ternura con que trabaja a sus personajes le han dado frutos innegables, como es la creación de esos arquetipos -a estas alturas universales- del poeta y el cartero de "Ardiente paciencia". Y crear arquetipos es un mérito escaso. A su entusiasmo se suma la generosidad con sus pares, al divulgar a públicos amplios lo más significativo de la creación literaria en su mítico programa "El show de los libros".
Por eso me duelen ciertas críticas venenosas hacia nuestro escritor de algunos críticos y lectores que legítimamente tenían otros candidatos para este premio (algunos de tanto valor como Skármeta). El resentimiento le ha hecho muy mal a nuestro medio literario. Hasta hace pocos años, ese mismo resentimiento había castigado a Nicanor Parra, ahora por fin celebrado como debe ser. Se podrán criticar algunos procedimientos para conceder el premio, pero poner en duda la justicia del galardón otorgado a Skármeta me parece de una mezquindad y odiosidad innecesarias. Alegrémonos del éxito de uno de los nuestros, derrotemos el resentimiento con el entusiasmo.