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Patrimonio - 2007 | index | César Millahueique | David
Aniñir | Autores |
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poetas mapuches urbanos/as
Selección
de David Aniñir
Rayen
Tala
Vive en Santiago,
tiene 18 años y merodea la marginalidad de la pobla con
sus estética
punk.
Flores y
aceitunas
Los cuerpos se derriten
En las aceras
De sus caras esqueléticas
Resaltan
las pupilas
Aceitunadas y podridas
Por el polen que brota
De las flores
Escondidas
en sus sexos
Que devora y devora
Los brillantes soles
De la noche.
*
La
samba de los vegetales
(o sólo es otro día televisivo).
Me
he pasado el último tiempo
Saltando de vida en vida,
Queriendo comerme
alguna flor
Que deposite su furor,
Más aquellas olorosas enemigas
Que
llevo masticando doce horas al día
No dejan más que su pestilencia
De
sinsabores marchitos
Al no poder moverse ya de mí
La latente sensación
de estafa
Porque me han vendido (y vendado)
Con sus luces de Neón;
Y
en esta fiesta ya no quiero estar,
Mi muñeca de trapo no sabe bailar
Al
son del sin sentido.
Cesar
Millahueique
Nació
en Curanilahue (1961); proviene de una familia mapuche Wiyiche; Epu Mari
es un extracto de su obra Oratorio al Señor de Pucatrihue.
Epu
mari
En esas abandonadas costas nos imaginamos el retorno a las
legendarias marchas de wiyiches confundidos entre los bosques de Pucatrihue. El
retorno a un éxodo a una migración desgarbada estrellándose
en montañas y selvas milenarias.
En este sueño los oráculos
recuerdan la matanza de Forrahue y al hombre de las carabinas dando la orden de
fuego rajando los pechos de mujeres y de caciques que ascendían al wenumapu
con los ojos abiertos.
En otra latitud del mundo otros pájaros recuerdan
aquellos vuelos de aves que cortan silenciosas los atardeceres del río
Rahue, el valle del Pilmaiquen y las pequeñas pampas donde los tríeles
anuncian las lluvias. La casa de un anciano nos habla de la guerra del General
Roca y las imágenes de Vicente Pérez Rosales cabalgan en medio del
humo de aquellos bosques castigados a fuego y a filo de machete.
La sangre
burbujea en cada rincón del cerebro alumbrando los ritos ceremoniales de
una cultura precolombina donde no hubo tregua ni en los espacios de las imágenes
ni en la naturaleza del génesis de ancestros y guerras y paz.
Los
animales pastan en algún lugar de aquellas aldeas perdidas en la memoria.
El cielo salpicado de brillos distintos. Camino con los recuerdos a cuestas sin
pregoneros y sin cruces pero el monte Calvario allí en el fondo de las
calles con sus pantallas de televisor en blanco y negro dispuesto a rajar nuestro
costado a clavetearnos hasta destruir la imagen de nuestros sueños. Seguramente
no sería yo Lázaro ni ella María Magdalena. Simplemente un
par de wiyiches bramando y meándose en la Tercera Comisaría de Rahue.
Un
borracho se desliza por el aire vomita y sigue tarareando un valsecito hasta derrumbarse
sobre la calle con todo su agotamiento el planeta gira llevando ese cuerpo alcohólico,
sangra por las narices derramando el alma a las negras profundidades del eclipse
donde la belleza la verdad y la armonía pierden todo sentido. El miedo
cuando penetra nuestros poros no le basta chuparnos hasta le médula de
los huesos sino también inundar nuestras mentes y dislocarnos por los abismos
de la locura que domina las escenas más intimas de nuestros reflejos que
una vez despellejamos nos abandonan a las miserias históricas.
Un
vestido negro cae al suelo desesperado...cae desgarrando mi camisa y la canción
agitada que retumba –eres hermoso wiyiche- un eco descubre a todos los pueblos
a todas las formas de idiomas y tribus ...es el ritual el nguillatun que nos atrapa
crepitando en la noche inundando la memoria antigua de las playas de todos los
pájaros que estremecieron mis sueños atrapando en sus manos el viento
atrapando en su boca en su sexo creyendo por la ternura por la brutalidad y la
ternura cayendo, cayendo, cayendo, cayendo, cayendo...hasta el guerrero dolorido
y palpitante que crecía en sus gemidos de éxtasis como la última
batalla de 1881 a orillas de los ríos....
El misterio desata el mar
de tormentas y pasiones
respiran entrecortadas
los ojos y la boca hacia
arriba
el techo del cerebro cruje con el fluir atormentado
la sangre viaja
por los rincones de nuestros órganos alterados
el mundo aparece en los
cuerpos y almas
hay nombres y partos heroicos
vuelos eternos
tardes y
besos clandestinos ...astros y nebulosas dan vueltas y vueltas en este presente
y futuro de cabellos largos que caen suaves sobre los hombros de una mujer que
huele a sudor y semen de quien le devoró desde el cielo enloquecido de
colores y músicas de un testamento antiguo de una vitalidad única
y bella donde un esperma loco asciende como nota de kul-kul hasta el orgasmo multitudinario
de epitafios y generaciones nuevas.
Imagino Pucatrihue en esta noche.
Es
el perimuntun sagrado
así puedo volver,
desde otras latitudes
puedo
volar y volver a la aldea.
Exhaustos
en esta noche nos besamos por última
vez y rendidos de tanto
amor nos quedamos quietos en medio de nuestras naturalezas
en
la paz de estar desnudos entre los aromas que inundan el cuarto.
Fredy
Palacios
Reside en
La Florida, Santiago; sus padres provienen de la comunidad de Quintriple,
IX región; actualmente estudia gestión en educación social.
Remezón
de Sur
Y si los postes fueran las costillas de la carretera
una fatigada
lámina
que con asoleado rostro recibe al pueblo
un sendero y la
distancia
animales y el único árbol al centro del campo
lejos
un ruido de vida
un dorado pan nacido
de la vagina caliente del horno de
barro
al final de la jornada las copas sedientas
acostumbrados caminos
que
secan mis labios y animan la lengua
como si ésta fuera liberada del
corral
es la alteza de tu boca
donde se lavaron mis peores palabras
ojalá
puedas descubrir los ojos de los bueyes
donde se cruzan el yugo y la vara del
coligüe
los vehículos pasarán las carretas pasarán
los
pies de mi pueblo pasarán
ojalá descubras que tienes mirada
y
sin notarlo admitas al horizonte
con su ruca de trescientos sesenta grados
y
que el cielo es una hoja celeste
donde los pájaros escriben su vuelo
tildando
las nubes con su silueta
los ojos vuelven a caer
sobre ese pañuelo
dorado que baila
recibiéndome
abrazándome
besándome
el cuerpo con sus labios de espigas
mordiéndome con esos dientes
pequeños
granos de trigo
en la boca enorme del viento
Eliana
Pulquillanca Nahuelpán
Nació
en 1963 en la comunidad de Piutril; San José de la Mariquina, X región,
de Chile; en 1981 emigra a Santiago. Plegaria de un mar amenazado es parte
de su poemario Raíces del Canelo (2004)
Plegaria
de un mar amenazado
Son mis murmullos que van
Y vienen suplicando:
“No
a los destructores del paisaje,
que no pisen esta tierra”
Estoy gritando:
“dejen
que mis peces vivan,
no los maten desechos tóxicos de celulosa,
que
los cisnes sigan anidando
en la ribera del río Lingue que las desliza...
que
las algas dancen, las gaviotas giren,
y se dibujen en mi espejo de mar.
Al
florecer mis olas
Lancen su aroma de fuerza dislocada.
La inmensidad de
mis playas,
Mirando al cielo regado
En muchedumbre de estrellas
No se
apague.
Los cerros que acariciándome están,
No los consuma
el veneno.
En los tesoros que poseo,
no se acumule la prepotencia, la enfermedad
de
aquellos hombres, las empresas, las
celulosas,
y el mal poder.
¿Por
qué me han de contaminar?
No quiero que mis sales de cáncer
Se
tengan que enfermar,
Deseo conservarme mar
Cristalino, puro.
Yo esparzo
el aroma a soledad
En el invierno,
Y en el verano de anfitrión
Soy
feliz.
David
Aniñir Guilitraro (Cerro Navia, Santiago)
ha publicado Mapurbe (Odiokracia ediciones Santiago 2004), del cual Lionel
Lienlaf ha escrito que "golpea con fuerza, aplastando sobre el suelo de la
periferia, periferia que después de todo es la construcción del
gueto en el cual nos asfixian de maltrato, el gas que va pudriendo nuestra alma
y nos separa de la tierra..."