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4 poetas mapuches urbanos/as

Selección de David Aniñir




Rayen Tala

Vive en Santiago, tiene 18 años y merodea la marginalidad de la pobla con
sus estética punk.

 

Flores y aceitunas

Los cuerpos se derriten
En las aceras
De sus caras esqueléticas
Resaltan las pupilas
Aceitunadas y podridas
Por el polen que brota
De las flores
Escondidas en sus sexos
Que devora y devora
Los brillantes soles
De la noche.

*

La samba de los vegetales
(o sólo es otro día televisivo).

Me he pasado el último tiempo
Saltando de vida en vida,
Queriendo comerme alguna flor
Que deposite su furor,
Más aquellas olorosas enemigas
Que llevo masticando doce horas al día
No dejan más que su pestilencia
De sinsabores marchitos
Al no poder moverse ya de mí
La latente sensación de estafa
Porque me han vendido (y vendado)
Con sus luces de Neón;
Y en esta fiesta ya no quiero estar,
Mi muñeca de trapo no sabe bailar
Al son del sin sentido.

 

 

Cesar Millahueique

Nació en Curanilahue (1961); proviene de una familia mapuche Wiyiche; Epu Mari
es un extracto de su obra Oratorio al Señor de Pucatrihue.

 

Epu mari

En esas abandonadas costas nos imaginamos el retorno a las legendarias marchas de wiyiches confundidos entre los bosques de Pucatrihue. El retorno a un éxodo a una migración desgarbada estrellándose en montañas y selvas milenarias.

En este sueño los oráculos recuerdan la matanza de Forrahue y al hombre de las carabinas dando la orden de fuego rajando los pechos de mujeres y de caciques que ascendían al wenumapu con los ojos abiertos.

En otra latitud del mundo otros pájaros recuerdan aquellos vuelos de aves que cortan silenciosas los atardeceres del río Rahue, el valle del Pilmaiquen y las pequeñas pampas donde los tríeles anuncian las lluvias. La casa de un anciano nos habla de la guerra del General Roca y las imágenes de Vicente Pérez Rosales cabalgan en medio del humo de aquellos bosques castigados a fuego y a filo de machete.

La sangre burbujea en cada rincón del cerebro alumbrando los ritos ceremoniales de una cultura precolombina donde no hubo tregua ni en los espacios de las imágenes ni en la naturaleza del génesis de ancestros y guerras y paz.

Los animales pastan en algún lugar de aquellas aldeas perdidas en la memoria. El cielo salpicado de brillos distintos. Camino con los recuerdos a cuestas sin pregoneros y sin cruces pero el monte Calvario allí en el fondo de las calles con sus pantallas de televisor en blanco y negro dispuesto a rajar nuestro costado a clavetearnos hasta destruir la imagen de nuestros sueños. Seguramente no sería yo Lázaro ni ella María Magdalena. Simplemente un par de wiyiches bramando y meándose en la Tercera Comisaría de Rahue.

Un borracho se desliza por el aire vomita y sigue tarareando un valsecito hasta derrumbarse sobre la calle con todo su agotamiento el planeta gira llevando ese cuerpo alcohólico, sangra por las narices derramando el alma a las negras profundidades del eclipse donde la belleza la verdad y la armonía pierden todo sentido. El miedo cuando penetra nuestros poros no le basta chuparnos hasta le médula de los huesos sino también inundar nuestras mentes y dislocarnos por los abismos de la locura que domina las escenas más intimas de nuestros reflejos que una vez despellejamos nos abandonan a las miserias históricas.

Un vestido negro cae al suelo desesperado...cae desgarrando mi camisa y la canción agitada que retumba –eres hermoso wiyiche- un eco descubre a todos los pueblos a todas las formas de idiomas y tribus ...es el ritual el nguillatun que nos atrapa crepitando en la noche inundando la memoria antigua de las playas de todos los pájaros que estremecieron mis sueños atrapando en sus manos el viento atrapando en su boca en su sexo creyendo por la ternura por la brutalidad y la ternura cayendo, cayendo, cayendo, cayendo, cayendo...hasta el guerrero dolorido y palpitante que crecía en sus gemidos de éxtasis como la última batalla de 1881 a orillas de los ríos....

El misterio desata el mar de tormentas y pasiones
respiran entrecortadas
los ojos y la boca hacia arriba
el techo del cerebro cruje con el fluir atormentado
la sangre viaja por los rincones de nuestros órganos alterados
el mundo aparece en los cuerpos y almas
hay nombres y partos heroicos
vuelos eternos
tardes y besos clandestinos ...astros y nebulosas dan vueltas y vueltas en este presente y futuro de cabellos largos que caen suaves sobre los hombros de una mujer que huele a sudor y semen de quien le devoró desde el cielo enloquecido de colores y músicas de un testamento antiguo de una vitalidad única y bella donde un esperma loco asciende como nota de kul-kul hasta el orgasmo multitudinario de epitafios y generaciones nuevas.

Imagino Pucatrihue en esta noche.
Es el perimuntun sagrado
así puedo volver,
desde otras latitudes
puedo volar y volver a la aldea.
Exhaustos
en esta noche nos besamos por última vez y rendidos de tanto
amor nos quedamos quietos en medio de nuestras naturalezas
en la paz de estar desnudos entre los aromas que inundan el cuarto.

 


Fredy Palacios

Reside en La Florida, Santiago; sus padres provienen de la comunidad de Quintriple,
IX región; actualmente estudia gestión en educación social.

 

Remezón de Sur

Y si los postes fueran las costillas de la carretera
una fatigada lámina
que con asoleado rostro recibe al pueblo

un sendero y la distancia
animales y el único árbol al centro del campo

lejos un ruido de vida
un dorado pan nacido
de la vagina caliente del horno de barro
al final de la jornada las copas sedientas

acostumbrados caminos
que secan mis labios y animan la lengua
como si ésta fuera liberada del corral

es la alteza de tu boca
donde se lavaron mis peores palabras

ojalá puedas descubrir los ojos de los bueyes
donde se cruzan el yugo y la vara del coligüe

los vehículos pasarán las carretas pasarán
los pies de mi pueblo pasarán
ojalá descubras que tienes mirada
y sin notarlo admitas al horizonte
con su ruca de trescientos sesenta grados
y que el cielo es una hoja celeste
donde los pájaros escriben su vuelo
tildando las nubes con su silueta

los ojos vuelven a caer
sobre ese pañuelo dorado que baila
recibiéndome
abrazándome
besándome el cuerpo con sus labios de espigas
mordiéndome con esos dientes
pequeños granos de trigo
en la boca enorme del viento

 

 

Eliana Pulquillanca Nahuelpán

Nació en 1963 en la comunidad de Piutril; San José de la Mariquina, X región, de Chile; en 1981 emigra a Santiago. Plegaria de un mar amenazado es parte de su poemario Raíces del Canelo (2004)

 

Plegaria de un mar amenazado

Son mis murmullos que van
Y vienen suplicando:
“No a los destructores del paisaje,
que no pisen esta tierra”
Estoy gritando:
“dejen que mis peces vivan,
no los maten desechos tóxicos de celulosa,
que los cisnes sigan anidando
en la ribera del río Lingue que las desliza...
que las algas dancen, las gaviotas giren,
y se dibujen en mi espejo de mar.
Al florecer mis olas
Lancen su aroma de fuerza dislocada.
La inmensidad de mis playas,
Mirando al cielo regado
En muchedumbre de estrellas
No se apague.
Los cerros que acariciándome están,
No los consuma el veneno.
En los tesoros que poseo,
no se acumule la prepotencia, la enfermedad
de aquellos hombres, las empresas, las
celulosas,
y el mal poder.

¿Por qué me han de contaminar?
No quiero que mis sales de cáncer
Se tengan que enfermar,
Deseo conservarme mar
Cristalino, puro.

Yo esparzo el aroma a soledad
En el invierno,
Y en el verano de anfitrión
Soy feliz.

 

 

David Aniñir Guilitraro (Cerro Navia, Santiago) ha publicado Mapurbe (Odiokracia ediciones Santiago 2004), del cual Lionel Lienlaf ha escrito que "golpea con fuerza, aplastando sobre el suelo de la periferia, periferia que después de todo es la construcción del gueto en el cual nos asfixian de maltrato, el gas que va pudriendo nuestra alma y nos separa de la tierra..."

 



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4 poetas mapuches urbanos/as.
Selección de David Aniñir.
En Mar Con Soroche, Santiago/La Paz.
Noviembre del 2006