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Reconocerse: El otro tiempo, de Daniela Acosta
Por Luz M. Astudillo Ugalde
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El otro tiempo, publicado por Libros La Calabaza del Diablo el 2016, es un tipo de texto que nos invita a desarmar la manera de pensar en un libro como novela, cuento, diario, etc., es decir como un género definido, ya que puede ser algo de eso, ninguno o todos. Se nos presenta como una correspondencia a través de correo electrónico que bien podría ser un correo epistolar, anotaciones mentales que dirigimos a alguien pero nunca mandamos o como en gran parte funciona a lo largo del libro: una bitácora de viaje, porque quien la escribe registra su llegada a otro país (específicamente a la ciudad de Buenos Aires) y desde ese momento todo acontecimiento que le parece importante es anotado y mandado a su respectiva receptora, incluso interpelándola cuando ésta demora o simplemente no responde: “No me importa si no te gusta lo que escribo. No me importa siquiera si sigues leyendo estos mails. Voy a seguir escribiendo. Voy a seguir escribiéndote”, esta interpelación denota una urgencia por comunicarse, como si el soltar siempre fuera una cicatrización de la herida.
Daniela Acosta realiza el ejercicio de “completar” la mencionada bitácora de viaje de una manera en que se agradece, no existe atisbo de querer enseñarnos algo o dirigir la lectura para que lleguemos a algún lugar, solo se encuentran reflexiones acerca de un espacio, de situaciones, del amor, y en esa aparente simpleza nos encontramos a nosotros mismos siendo quienes pueden estar viviendo aquello. El tono en que se escribe este relato posee varios matices que van apareciendo según la situación, hay situaciones que describen el amor, se habla de la cotidianeidad, hay humor e imposible dejar de lado una reflexión que se hace sobre la natación, en la cual se habla del cuerpo como algo que dentro del agua adquiere diferentes rasgos: “Salgo de la piscina sintiéndome bonita. Agarro el metal y mis brazos se tensan, el agua se resbala tibia por mi cuerpo (…) la respiración se agita hasta que sientes el cuerpo como una máquina, ya no piensas en tomar aire, tu cuerpo lo hace solo, te deslizas por el agua en una especie de mantra”, el agua es el inductor de la percatación del cuerpo, y este percatarse es un descubrimiento de la corporalidad como una niña que por primera vez se mira de cuerpo completo en un espejo, la misma niña que se mira por dentro, quizás también por primera vez, en cada mail que escribe.
La escritura en El otro tiempo es una manera de escape, por lo mismo la urgencia de ésta, de contar, de dejar en el otro un registro, “a veces desearía que las cosas me importaran menos”, dice este personaje anónimo que cuenta prácticamente todo sobre su estadía en Buenos Aires, y cómo no, si en cada marca textual podemos constatarlo: la insistencia en escribir sin importar si hay o no respuesta, el dejarse ir en la escritura es lo destacable en cada una de estas páginas. La intimidad que comparte con su interlocutora, y finalmente con nosotros.
Cabe preguntarse por la proliferación de textos de esta índole, donde la ficción claramente está entrelazada con lo biográfico, y tal relación no presenta en lo absoluto una minimización de su valor literario, sino que abre una interrogante respecto a qué se está escribiendo, cuántas cosas que nos han pasado o nos pasan valen la pena ser contadas. Tal vez la respuesta sea subjetiva, pero en este caso particular, todo parece indicar que la ganancia nos la llevamos los lectores en un libro que además de ser la recolección de acontecimientos y pensamientos de alguien que puede ser cualquiera de nosotros, es también una constante comunicación, el preguntar hasta encontrar respuestas y mirarse por primera vez encontrando un reflejo que nunca antes habíamos sido capaces de ver.
Durante la presentación