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Radiografía del abismo en la obra de Poe

Por Daniel García Arana



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A mi madre, que me descubrió a Poe

Hay, cierto es, diversos motivos recurrentes en el conjunto literario de Edgar Allan Poe: el pecado, la traición, la sombra de la muerte…, pero quizás hay uno al que resulta inexcusable volver, pues conforme se recurre a las obras del antedicho escritor, reaparece constantemente.

Se trata del viaje al abismo, encarnado de varias formas, pero siempre terrorífico y mortífero, un viaje que parece, una vez ahondado en el conjunto de su obra, dibujar  una acentuación de la negatividad en el proceso de constitución del sujeto moderno, que acusa, por eso mismo, su crisis, una crisis que éste ya no puede capitalizar.

¿La sublimidad del abismo, o el abismo sublimado? Poe sufrirá, a lo largo de su corta vida, la condena del alcoholismo y los miedos más temibles a los que puede estar sometido un ser humano. Y es desde ese miedo desde donde escribe Poe. No escribe para crearlo al ser humano, sino como desahogo de su propio horror íntimo: we are surely doomed to hover continually upon the brink of eternity, without taking a final plunge into the abyss [1].

El joven de MS found in a bottle, cree atisbar su salvación al subir a esa suerte de “Holandés Errante” que le recoge tras el primer naufragio, pero es consciente al final de que la muerte es algo de lo que no puede escapar. Ese miedo es del que Poe habla.

O la persecución del demonio de la perversidad que cree sufrir el protagonista de The Imp of the Perverse, tras haber asesinado a su mujer: there is no passion in nature so demoniacally impatient, as that of him, who shuddering upon the edge of a precipice, thus meditates a plunge [2].

Ese abismo es, en última instancia, la consecuencia de disociar espacio y tiempo, y de perder esas nociones fundamentales. Así, en cuentos como The Black Cat o The Fall of the House of Usher, sus protagonistas viven en un eterno pasado y ya no son capaces de distinguir entre líneas temporales. Las grietas en las paredes de la casa de Usher no sólo son signos de su decadencia mental, sino también la influencia de los últimos acontecimientos sobre el presente y el estado futuro del protagonista.

La dimensión temporal se percibe como una entidad en la que se mezclan recuerdos y visiones disimilares a la realidad que Poe define como inferior a la imaginación, siendo sin embargo el origen de los acontecimientos para el narrador que se encuentra en lugares que pueden a veces ser identificado como reales.

Poe asume en sus cuentos que el lector entiende las implicaciones de sus puntos de vista, y lo lleva en la dirección que quiere y luego gira en torno a la historia, negando casi todo lo que ha sido previamente dicho. Transforma lugares "realistas" en espacios alegóricos ofreciendo el abismo también como connotación metafórica que habla de la maldad de la naturaleza humana.

El protagonista de The Pit and the Pendulum, viéndose en la penosa disyuntiva de morir triturado o de lanzarse al pozo que originalmente iba a ser su sepultura, optará por este segundo camino. Así, el abismo también es salvación, o menor sufrimiento.

A descent into the Maelström, donde se expone el caso de un marinero cuyo barco está atrapado en el torbellino del mismo nombre, ejemplifica como el genio de Poe radica en cómo lo que parece, en origen, un cuento de catástrofe marina, contiene algo mucho más denso y complejo.

El marinero anónimo se refiere a la terrible experiencia que está pasando, y en el fondo, subyace una tremenda historia sobre la locura y la pérdida de control sobre el potencial humano para recuperarse de situaciones límite. Es un estudio de cómo la mente está expuesta a la maldad y la tentación del mundo.

Lejos de ser un moralista, Poe considera que la mente humana no es capaz de enfrentar esa explosión de lo maligno, y, añadimos nosotros, cede para convertirse en un juguete en manos del subconsciente.

En sus estudios sobre la sombra, Jung afirma que sube sólo a la superficie cuando la razón desaparece por completo [3]. Descendente, el Maelström implica una pérdida gradual de las facultades mentales hasta el punto en el que el protagonista siente que las paredes de agua se van estrechando, aplastándolo[4].

La muerte inevitable no es el final físico (lo que sería de esperar después de un naufragio), sino la muerte del espíritu, que del espíritu que ya no encuentra ningún punto de apoyo en la realidad circundante.

Poe sutilmente invierte los conceptos de trascendentalismo, que insistían en la comunión entre la naturaleza y el alma humana. Señala que el hombre está siempre solo cuando frente a su destino y que nadie es responsable de la suerte que le esperaba al final.

Es la fatalidad y no el ateísmo caracteriza la visión de Poe, una fatalidad que lo empujó a destruir su propia vida con el tiempo. Presupone la auto-destrucción del universo entero en una visión apocalíptica.

Volviendo al relato sobre el Maelström, vemos como tiene también connotaciones que pueden relacionarse con la teoría lacaniana de la jouissance o goce [5], expuesta en el Seminario VII sobre la Ética del Psicoanálisis (1959-1960).

El goce, definido por Lacan como el núcleo ajeno imposible/real, irreductible al orden simbólico, y que aparecería como el terrorífico abismo de la Cosa que solo puede ser abordada en un acto heroico suicida de transgresión, de exclusión de sí mismo de la comunidad simbólica, (aquí la Cosa está representada por el abismo del Maelström).

And Darkness and decay and the Red Death held illimitable dominion over all [6], esa es la conclusión de The Masque of Red Death, donde existe una suerte de pestilencia apocalíptica que nos lleva al abismo de la muerte más absoluta, mientras los nobles celebran fiestas y bailes, aislados de la epidemia feroz de peste.

O el viaje más profundo, en su obra poética, y el más importante, con Dream-Land. Este es el viaje verdadero, el descenso, la peregrinatio de Orfeo al Hades, la búsqueda de la esperanza perdida:

By a route obscure and lonely,
Haunted by ill angels only,
Where an Eidolon, named NIGHT,
On a black throne reigns upright[7]

La sabia, compleja exploración de las regiones oscuras, quizás de la propia mente:

Bottomless vales and boundless floods,
And chasms, and caves, and Titan woods,
With forms that no man can discover
For the tears that drip all over;
Mountains toppling evermore
Into seas without a shore;
Seas that restlessly aspire,
Surging, unto skies of fire;
Lakes that endlessly outspread
Their lone waters- lone and dead,-
Their still waters- still and chilly [8]

Donde…

By the mountains—near the river   
Murmuring lowly, murmuring ever,   
By the grey woods, by the swamp   
Where the toad and the newt encamp, 
By the dismal tarns and pools
Where dwell the Ghouls,   
By each spot the most unholy   
In each nook most melancholy, [9]

El viajero hallará

aghast,   
Sheeted Memories of the Past—   
Shrouded forms that start and sigh   
As they pass the wanderer by—   
White-robed forms of friends long given,   
In agony, to the Earth—and Heaven. [10]

La tierra del sueño, que a lo largo de la obra de Poe, puede confundirse con una cierta falta de sentido coherente en ella, pero que sin embargo, refleja la fugacidad del momento entre la vigilia y el sueño. Poe cree que en este momento la imaginación puede revelar verdades profundas.

También reconoce que en este estado liminal la imaginación tiene un lado destructivo que nos lleva al abismo –precisamente un lugar de oscuridad que revela que no hay secretos- y así, la mayoría de los protagonistas de Poe experimentan este momento: el estado hipnagógico. Y a través de estos personajes, Poe intenta descubrir lo que hay dentro del abismo, en definitiva, también muchas de sus ficciones cortas consisten en fragmentos de viajes hipnagógicos, antes de que los personajes pueden descubrir "verdades" en el abismo.

Su Narrative of A. Gordon Pym es un excelente ejemplo. El protagonista regresa y cuenta su historia, pero no los secretos del precipicio onírico. Como también es conocimiento real,  su experiencia efectiva y personal, la del anónimo protagonista de The Premature Burial, que debiera arrojar luces sobre la relación entre escritura y muerte-en-vida.

Él obtiene la verdad a través de la vuelta al seno materno, que constituye el ataúd, y en el abismo, de nuevo, de los sueños:

When the grim Darkness overspread the Earth, then, with every horror of thought, I shook–shook as the quivering plumes upon the hearse. When Nature could endure wakefulness no longer, it was with a struggle that I consented to sleep–for I shuddered to reflect that, upon awaking, I might find myself the tenant of a grave. And when, finally, I sank into slumber, it was only to rush at once into a world of phantasms, above which, with vast, sable, overshadowing wing, hovered, predominant, the one sepulchral Idea. From the innumerable images of gloom which thus oppressed me in dreams, I select for record but a solitary vision. Methought I was immersed in a cataleptic trance of more than usual duration and profundity. Suddenly there came an icy hand upon my forehead, and an impatient, gibbering voice whispered the word "Arise!" within my ear. [11]

Toda esa imaginería, esa ensoñación tenebrosa, gótica, maravillosa, hace del sueño el propio abismo de la mente de un hombre, y sólo se detendrá al tropezar con The Raven. Never more.

Poe es, no por nada, el artífice indiscutible de la literatura de terror, y como tal, resulta llamativo que no recurra a monstruos ridículos ni a fantasmas para estremecer al lector, pues sabe por experiencia propia que el miedo acompaña a todo ser humano como una sombra ominosa.

La significación de su pasión por lo abismal sublime subyace allí, pues, si el miedo acompaña al hombre es porque tiene sus raíces en los abismos insondables del alma. Y eso es siempre terrible.

 

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Notas

[1] POE, Edgar Allan. 1982. The Penguin Complete Tales and Poems of Edgar Allan Poe. Harmondsworth: Penguin, p. 124
(Estamos a buen seguro condenados a rondar los umbrales de la eternidad, sin poder, al final, sumergirnos en el abismo)
*Las traducciones, salvo que se indicare lo contrario, son nuestras

[2] Ibíd., p. 282
(No hay pasión en la naturaleza tan diabólicamente impaciente como la de aquel que, temblando al borde del abismo, piensa en arrojarse a él)

[3] FORDHAM, Frieda. 1973. An Introduction to Jung’s Psychology. Harmondsworth: Pelican, p. 49 & ff.

[4] POE, Op. Cit., p. 136

[5] Vid. BORCH- JACOBSEN, Mikkel. 1995. Lacan, le maître absolu. Paris : Flammarion, pp. 117-20

[6] POE, Op. Cit., p. 273
(Y la Tiniebla y la ruina y la Muerte Roja tuvieron ilimitado dominio por todo aquello)

[7] Ibíd., p. 967
(Por un oscuro y solitario sendero, embrujado sólo por ángeles malvados, donde un Eidolon llamado NOCHE, reina majestuoso en su negro trono)

[8] Ibíd., p. 968
(Valles insondables, ilimitadas mareas/y abismos, y cuevas y titánicos bosques/con formas que nadie acierta a descubrir/por los vahos que rezuman por doquier/montañas que se desmoronan eternamente/en mares sin mareas/océanos que aspiran sin descanso/embravecidos entre firmamentos de fuego/lagos que extienden sin fin/sus solitarias aguas –solitarias y muertas/sus dormidas aguas –dormidas y heladas)

[9] Ibíd.
(Junto a las montañas, cerca del río/de eterno si leve murmullo/junto al bosque gris, en el pantano/donde anidan sapo y salamandra/junto a las charcas, fúnebres lagunas/donde duermen los íncubos/en los rincones más impíos y los lugares más sombríos)

[10] Ibíd.
(Horrorizado/amortajadas remembranzas del pasado/formas veladas que suspiran, inquietas/cuando junto al visitante pasan/espectros de amigos que concedieron/sus restos agónicos a la tierra...y al cielo)

[11] Ibíd., p. 264
(Cuando las tétricas tinieblas se extendían sobre la tierra, entonces, presa de los más horribles pensamientos, temblaba, temblaba como las trémulas plumas de un coche fúnebre. Cuando mi naturaleza ya no aguantaba la vigilia, me sumía en una lucha que al fin me llevaba al sueño, pues me estremecía pensando que, al despertar, podía encontrarme metido en una tumba. Y cuando, por fin, me hundía en el sueño, lo hacía sólo para caer de inmediato en un mundo de fantasmas, sobre el cual flotaba con inmensas y tenebrosas alas negras la única, predominante y sepulcral idea. De las innumerables imágenes melancólicas que me oprimían en sueños elijo para mi relato una visión solitaria: soñé que había caído en un trance cataléptico de más duración y profundidad que lo normal. De repente una mano helada se posó en mi frente y una voz impaciente, farfullante, susurró en mi oído: "¡Levántate!")



 

 


 

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