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Académicos, intelectuales y comprometidos

Por Danny Gonzalo Monsalvez Araneda
@MonsalvezAraned
Publicado en El Sur de Concepción, 30 de Enero de 2020



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Si existe algo que marcó profundamente la historia de la Universidad de Concepción desde mediados de siglo XX y hasta el golpe de Estado de 1973, fue el papel que desempeñaron sus académicos, el compromiso que tuvieron con lo público y el rol que asumieron algunos de ellos como intelectuales, específicamente animando o participando de los debates locales y nacionales desde sus especialidades o como sujetos políticos.

El contexto de Guerra Fría fue sin duda un importante aliciente para dar cuenta del rol que algunos de ellos ocuparon, por ejemplo, en la defensa y promoción de una Universidad comprometida con los problemas de la sociedad. Otros, por su parte, decidieron situarse en la esfera de la reflexión y el pensamiento crítico a través de publicaciones en revistas de la especialidad o bien animando debates en la prensa de la época sobre los problemas de la sociedad y también estuvieron aquellos que les correspondió asumir tareas de dirección en sus reparticiones, léase Facultad, Instituto o Departamento, incluso al frente de la misma Universidad.

Pero no fue solo aquello. Los académicos de los años sesenta y setenta no tenían problemas en hacer política; todo lo contrario, la política era parte de su existencia, era sin duda la herramienta que contribuía a producir sociedad y en ese proceso, el quehacer académico era parte de esa tarea política. De esta forma, la política asumió un papel central, por ejemplo, cuando se avanzó en el proceso de reforma universitaria de 1968 o bien participando de campañas electorales, incluso teniendo una activa militancia de algunos partidos de centro o de la izquierda nacional.

Los académicos universitarios de los años sesenta y setenta hicieron suya aquella tarea del compromiso con lo público, de su inquietud permanente con los problemas que aquejaban a las grandes mayorías nacionales. La Universidad fue por esencia uno de los lugares privilegiados desde los cuales se podía pensar el país y desde allí contribuir a generar conocimiento al servicio del desarrollo nacional.

En todo ese proceso, no había distinción mayor entre las disciplinas. Todas ellas debían contribuir a mejorar la calidad de vida del pueblo, como se decía en la época. Así la medicina, química, biología, ingeniería, servicio social, las humanidades y ciencias sociales, todas ellas tenían la misma relevancia en la producción del conocimiento y en la intervención social.

Estos académicos fueron intelectuales, animaron los debates, confrontaron posiciones e ideas, fueron defensores de lo público y de la democracia, la academia no era un privilegio, era más bien un medio para contribuir a mejorar la sociedad y a aquellos que menos tenían. En consecuencia, en tiempos donde los académicos universitarios casi no hacen política, donde lo público ha perdido valor y donde la academia está subyugada a las políticas neoliberales, va el reconocimiento para esa generación de académicos de nuestra Universidad de Concepción que fueron referentes y guías para muchos jóvenes de la época. Allí estaban David Stitchkin, Ignacio González, Edgardo Enríquez, Gonzalo Rojas, Galo Gómez, Rafael Darricarrere, Hernán San Martin, Mario Ricardi, Enzo Mella, Ennio Vivaldi, Manuel Sanhueza, Jorge Peña y Luis Muñoz entre tantos otros.




 

 

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Por Danny Gonzalo Monsalvez Araneda
Publicado en El Sur de Concepción, 30 de Enero de 2020