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Crítica de un
editor:
Alfaro Palma, Diego. Paseantes. Santiago:
Ediciones del Temple, 2010.
Por Eduardo Farías A.
Paseantes es el último libro publicado por
Ediciones del Temple. Hace muy poco tiempo existían rumores (muy fundados en su tiempo) sobre el cierre de la editorial. Con esta publicación, Ediciones del Temple sigue viva creando un catálogo de poesía chilena envidiable desde el punto de vista editorial. El poemario me costó 4000 pesos en su lanzamiento. Precio acorde al tipo de libro, y sobre todo a que ese monto se ha convertido en un rasgo característico de las editoriales independientes y microeditoriales que publican, sobre todo, poesía. Sobre esta publicación, existen varios elementos a nivel editorial que hay que considerar.
Existe un cambio significativo en el producto (libro) que ha logrado Ediciones del Temple con Paseantes, en relación a los otros títulos de su catálogo. El papel que se utiliza en el interior del libro ha cambiado, pese a que en la página de derechos declaren que se utilizó un papel novatec silk de 100 gramos. Paseantes como papel interior tiene un bond ahuesado, el gramaje no lo podría especificar. Lo más común es 80 gramos. Respecto al papel, el comité editorial tuvo que reconsiderar su decisión y ya no es aquel brillante a la luz. La diagramación de los poemas mantiene un horizonte claro con la utilización de la tipografía Garamond logrando de esa forma una diagramación armónica y un vacío de edición en términos de legibilidad y lecturabilidad.
El papel de portada utilizado en este poemario es un couché de 200 gramos con termolaminado opaco a tres colores: blanco, negro, un tipo de verde. El diseño editorial de la colección, en cuanto al papel de portada, es significativo por las siguientes razones. Primero, porque (de)muestra la maduración en el proceso de diseño de la colección. Segundo, porque define una nueva línea en el diseño editorial de la colección que se fundamenta en una estructura general que se puede apreciar en otros títulos de su catálogo, por ejemplo Silabario, Mancha de Marcela Parra. La solapa anterior solamente contiene una reseña biográfica del autor, por ende no existe una fotografía. El final de la reseña se aparta de la regla común, porque entrega información muy personal del autor, y por medio del final se logra una reseña distinta que deja un sabor grato en la lectura. En la reseña creada por Ediciones del Temple primero se conoce al escritor y se termina conociendo a la persona. La cubierta se define a partir de la estructura general del diseño de la colección, ya que, por una parte, contiene una ilustración, y por otra parte, el diseño del título y del autor implica la utilización de la misma tipografía. Pero, el diseño de la cubierta es significativo por las siguientes razones. La ilustración (el perro y su amo) de la cubierta muestra la colectividad que encierra el título del poemario. Los colores utilizados en la ilustración son sólidos, el amo está de espaldas mientras que el perro es el único que da la cara. La contracubierta también se define a partir del diseño editorial de la colección, en la cual existe una columna que contiene caracteres tipográficos que debido a su tratamiento parecen que estuvieran caligrafiadas. Y en la otra columna de la contracubierta está centrado el símbolo de la editorial. La utilización de este espacio no revela fines comerciales. Es necesario agregar que existen otras posibilidades respecto a la uso de la contracubierta. Ahora bien, en la solapa posterior se encuentra el catálogo.
Respecto del proceso de edición de Paseantes existe otro aspecto importante: la colaboración de Juan Carlos Sáez. No es frecuente que un editor ayude en la edición de un libro de una editorial que es su competencia directa. Este factor es realmente significativo en relación al mundo editorial chileno, pues Juan Carlos Sáez tiene su propio catálogo de poesía chilena bajo el sello JC Sáez Editor. Pensé en algún momento que Bicha, de Federico Eisner, era de Enrique Winter, dato que me ayudaba a demostrar un fuerte vínculo entre Ediciones del Temple y JC Sáez Editor. Ese dato es un error producto de mi imaginación que ahora corrijo y agradezco a Lucas Costa, Manuel Vallejos y Arturo Ledezma por haberlo señalado. Aunque es necesario destacar que Federico Eisner también es miembro del comité editorial de Ediciones del Temple. En un email, Arturo Ledezma me indica que el vínculo entre Ediciones del Temple y JC Sáez Editor tiene sus antecedentes. Y tiene mucha razón. Justamente, en el año 2009 Ediciones del Temple y JC Sáez Editor realizaron una coedición de Noche Abierta de Hugo Mujica para la colección Amacord de Ediciones del Temple. La coedición es una forma de trabajo lógica del mercado editorial. El caso Paseantes es una forma de trabajo ilógica en comparación con el caso Noche Abierta, pues no se trata de una coedición, sino más bien de una colaboración. No es frecuente que se ayude a la competencia. Ahora, una explicación razonable es que Juan Carlos Sáez ha pasado a formar parte de Ediciones del Temple, pues en la página de derechos de Paseantes se indica que la editorial está compuesta por David Bustos, Matías Cociña, Federico Eisner, Juan Carlos Sáez y Enrique Winter. Consultando otros poemarios de Ediciones del Temple que se encuentran en mi biblioteca, solamente en el libro de Marcela Parra, publicado en el 2008, aparece mencionado Juan Carlos Sáez en el comité editorial. Una serie de preguntas se desprenden de este fenómeno editorial. ¿Qué pasará con la colección de poesía de JC Sáez Editor? ¿Desaparecerá o seguirá publicando al margen de la existencia de Ediciones del Temple?, ¿Desde cuándo Juan Carlos Sáez es miembro del comité editorial de Ediciones del Temple?
Paseantes implica desde el título el viaje por la ciudad, el transcurso de ciudadanos por sus calles y pasajes. El título implica la multiplicidad de miradas, y también la ciudad como tema. A partir de esto, Paseantes puede ser vinculado con la escritura de Raúl Hernández, y porque no también con Gonzalo Millán, pensando en La ciudad. La escritura poética de Diego Alfaro no se define a partir de un objetivismo, aunque en sus poemas encontremos descripciones notables (“el humo del pan tostándose, el agua hirviendo” (Desayuno), por ejemplo). En su escritura se encuentra una mirada que oscila entre la objetividad y la subjetividad. E ahí la importancia de Gonzalo Millán y sus descripciones tanto objetivas como subjetivas como herencia poética. La mirada del hablante lírico en Paseantes no implica el silencio del observador. La comunicación es un elemento fundamental que define la escritura poética de Diego Alfaro en su poemario, pues muestra que los poemas (por ejemplo Brisa Marina, Globo, Paseante número cuatro, etcétera) están centrados en el otro. De tal manera, el hablante lírico no es el observador pasivo del naturalismo. Él se involucra con los hechos y con su devenir. Pero Paseantes no es solamente un objetivismo que ha sido mezclado con la comunicación.
Poemas como Charly Brown muestran la profundidad de la percepción imaginativa del hablante lírico, poemas como Woody Guthrie e Ian Curtis muestran de una manera seria lo cotidiano de la muerte que se esconde tras el deceso de estos dos iconos culturales.
A modo de conclusión, Paseantes se instala dentro de una poética casi generacional que se define por la ciudad y la mirada ante ella, en la cual destacan la escritura de Raúl Hernández, Naturalismo de Francisco Leal, y la herencia de Gonzalo Millán. En el límite estaría también Mudanzas de Alejandro Zambra. Pero Paseantes no es solamente destacable por su relación con el campo cultural, también es un poemario que tiene sus propios méritos. Paseantes refresca el catálogo de Ediciones del Temple, y le entrega un nuevo aire que espero se prolongue por muchas ediciones más. Y, fundamentalmente, es un poemario que marca un nuevo inicio en la vida editorial de Ediciones del Temple, un inicio que se define por el nuevo tipo de papel interior y un diseño editorial que se acerca cada vez más a la perfección.